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Iñigo Gurruchaga
Corresponsal en Londres
Lunes, 25 de mayo 2020, 21:35
La creciente indignación por la duplicidad del Gobierno de Boris Johnson forzó este lunes a Dominic Cummings a comparecer en público y explicar su decisión de marcharse, con su mujer y su hijo, a pasar el aislamientos de los enfermos de Covid en una ... granja a cinco horas de su casa de Londres. Su decisión se basa en una interpretación «razonable» de las reglas, pero imposible para la inmensa mayoría.
Een un día soleado de fiesta nacional, Cummings, de 49 años, cerebro del 'brexit' y ahora gurú de Johnson, anunció una conferencia de prensa a las 16.00 y llegó 32 minutos más tarde. Leyó una declaración en el Jardín de la Rosa, la trastienda de la residencia del primer ministro, sentado ante una pequeña mesa. La expectación era la de un día de fiesta con fútbol.
Los argumentos. Cummings hila un relato para justificar que se le viera de paseo con su mujer y su hijo o sentados junto a un río
Sin arrepentimiento. «No lamento lo que hice», dijo ayer el asesor, cerebro también del 'brexit'
Apoyo. La comparecencia respondió a una petición del primer ministro, hasta ahora de su parte
Votantes escribiendo a sus diputados conservadores, políticos, científicos preocupados por la conducta de los británicos ante la pandemia tras el mal ejemplo de Cummings, al menos un obispo, miles de tuiteros y las portadas de tres cuartas partes de la prensa habían pedido su dimisión por saltarse las reglas del confinamiento.
Cuando comenzó a hablar, un enemigo se puso a soplar una bocina cerca de los muros del jardín apagando la explicación de su fuga. Se la había detallado el domingo a Johnson, que le defendió sin éxito ante la prensa y le dijo, este lunes, que le contase a la prensa lo que le había contado a él, porque la ira no cesaba.
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Es el 26 de marzo y Johnson ha dado positivo de Covid. En la mañana del 27, Cummings organiza la respuesta del 10 de Downing Street a la incapacitación del primer ministro cuando recibe una llamada de su mujer, Mary. Está muy enferma, no puede cuidar a su hijo, de 4 años. El marido va a casa, la mujer se ha recuperado, regresa a Downing Street.
Cuando vuelve al atardecer, Cummings hace balance. Es posible que Mary tenga Covid, es muy probable que él contraiga Covid porque en Downing Street ha habido muchos contagios. Si los dos sufren síntomas fuertes, tendrían que llamar a alguien para estar con el niño. El país está relativamente confinado desde hace cuatro días. Y la casa en Londres es además acosada por cámaras, tipos con bocina y en estos días por escraches.
La otra opción es que los tres se vayan a la granja de sus padres, en Durham, donde hay una casita en la que pueden vivir de manera independiente, a cincuenta metros de la vivienda de su hermana y de sus sobrinas, de 17 y 20 años, que se han ofrecido como niñeras. Llega a la medianoche tras conducir cinco horas sin parar. Los dos padres caen enfermos y después el niño, que es hospitalizado.
La madre se recupera antes, mientras él pasa una fiebre alta y sufre espasmos musculares. El 5 de abril salen a dar un paseo por un bosque próximo a su casita, que también está en la granja de su padre. Los vecinos más cercanos están a un kilómetro, pero gente que pasea a bastante distancia les ve. Cummings quiere regresar a Downing Street, el primer ministro está hospitalizado.
El coronavirus en cifras
Habla con un médico, que le da el visto bueno para regresar el lunes 13 a Londres. A su mujer le preocupa que su marido ha estado muy débil y con problemas en la vista. Acuerdan hacer una prueba conduciendo hasta Barnards Castle, un pueblo a unos 45 kilómetros. Cummings se marea, se sientan un rato junto a un río. Regresan a casa, el niño tiene que orinar. Vuelven a parar, y pasean «brevemente». Hay gente que les ve.
«No lamento lo que hice, creo que es razonable», dijo Cummings como balance. Lamenta, eso sí, no haber dado antes los detalles que desvela ahora. Achaca a la prensa y a las informaciones falsas- no regresó a Durham el 19- la indignación de la población. La polémica sobre su viaje se basaba en la creencia de que no había cumplido las reglas dictadas a otros. No parece haber incumplimiento de principios u objetivos de las reglas. Queda por ver si persiste la rabia porque no todo el mundo tenga una casita en la granja de su padre para confinarse.
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