Anje RiBera
Sábado, 8 de mayo 2021, 19:17
Pasó la primera ola, la segunda... Ya no sabemos el número de la que nos golpea ahora sin piedad. La pandemia de coronavirus amenaza con ofrecernos en tiempos más o menos próximos tantas temporadas de lágrimas como los culebrones. Ha provocado ya más de tres ... millones de muertos en el mundo y por encima de 153 millones de personas han contraído la enfermedad desde que la oficina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China dio cuenta de su aparición en diciembre de 2019. La cifra de nuevos casos diarios se aproxima al millón, un nivel sin precedentes. Números tan inaceptables como incomprensibles en el cerebro de los seres humanos que vivimos en el llamado primer mundo.
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Convivimos con la covid-19 casi cerca de año y medio, pero seguimos sin respetarlo pese a los constantes llamamientos de las organizaciones sanitarias internacionales y los records negativos diarios. En el mundo occidental hemos comprobado que provoca muerte en nuestro alrededor pero no le tenemos miedo.
Sí causa terror en los países subdesarrollados, a los que no llegaron las primeras olas pero que ahora comprueban con toda su crudeza la letalidad del virus. Brasil e India, por su condición mastodóntica, atraen todas las miradas, pero hay muchos territorios del Tercer Mundo en la lista de los más damnificados. Asia y, sobre todo, Latinoamérica destacan por los datos negativos. África, de forma inverosímil, todavía esquiva relativamente los bombardeos masivos del patógeno. ¿Por cuánto tiempo seguirá al margen?
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, ha advertido que la descontrolada situación de India y Brasil pronto «podría ocurrir en otros lugares» si no se cumplen con las medidas para evitar los contagios y a menos que se tomen «precauciones de salud pública».
Subraya el avance del coronavirus en Latinoamérica, donde muchos países se acercan a niveles máximos de casos diarios, mientras las vacunas no acaban de llegar. Por eso, Ghebreyesus pidió el lunes a los países más ricos, congregados en el G-7, para garantizar el acceso equitativo a los tratamientos y encabezar los esfuerzos mundiales para inmunizar a la mayor parte posible de la población del planeta.
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Un dato para asustar: en las últimas dos semanas se han notificado más contagios en todo el mundo que durante los primeros seis meses de la pandemia. Otro no menos alarmante. En la lista de países más preparados para combatir la pandemia, según Bloomberg, Brasil ocupa el farolillo rojo. Chile el puesto 36, seguido de Perú (47), México (48), Colombia (50) y Argentina (51).
El segundo gran gigante asiático superó el martes los 20 millones de casos –2,5 millones de infectados en los últimos siete días– y su situación sanitaria asfixia cada día más su sistema de salud, sin oxígeno, medicinas ni camas. Cada día se reportan más de 400.000 contagios y ya superan los 4.000 decesos por jornada.
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Esta situación dramática puede ser atribuida a los encuentros religiosos y políticos, y a la inacción del Gobierno del nacionalista Narendra Modi. Los esfuerzos de la comunidad internacional de los últimos días para apoyar la lucha contra el virus no dan todavía fruto.
Además, es el país que más vacunas fabrica debido a que las grandes farmacéuticas trabajan con un laboratorio gigantesco ubicado en su territorio, pero su población tiene vetado el acceso a ellas.
El mayor país de la mitad sur del continente americano, el más golpeado, une a su precaria actuación sanitaria un gran retraso en la entrega de vacunas –lo que ha obligado a interrumpir la aplicación de la segunda dosis– y un impacto importante de las nuevas variantes.
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La gestión del Gobierno de Jair Bolsonaro, quien minimizó el peligro y se opuso a confinamientos y medidas de distanciamiento social, son señalados como causas de este desastre humanitario. La oposición habla incluso de genocidio.
Brasil acumula casi 15 millones de positivos confirmados desde que estalló la pandemia, que ha dejado más de 400.000 víctimas mortales, mientras que otros tantos ciudadanos han logrado superar la enfermedad.
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El Estado norteamericano que preside Andrés Manuel López Obrador se enfrenta a una situación muy frágil, con más de 200.000 muertos y 2,5 millones de casos.
El incremento de la incidencia, al igual que sus vecinos del sur del continente, es ya preocupante incluso en grupos de edad más jóvenes porque la escasez de vacunas obliga a priorizar a los mayores. Pero las últimas horas han sido positivas al descender la ocupación hospitalaria con covid al 20%.
El aspecto positivo se encuentra en la campaña de vacunación. México ocupa el duodécimo lugar a nivel mundial en el número de dosis absolutas suministradas. Su meta es que 50 millones de ciudadanos hayan recibido al menos una sola dosis en junio o julio, pero dependerá de la disponibilidad de los viales.
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Las infecciones podrían pronto llegar a los niveles récord de enero, y las UCI y hospitales están alcanzando el límite en ciudades como Bogotá o Medellín, describen desde la rama americana de la OMS. El panorama es preocupante ante el reto de conseguir más vacunas en un contexto de enorme crisis económica y estrés del sistema sanitario.
La pandemia ha generado un nuevo brote de pobreza en el país. El año pasado ya afectó a un 42,5% de la población, siete puntos más que en 2019.
Perú –con gran riesgo para sus habitantes ante el covid, según Bloomberg–, Ecuador –que se ha visto obligado a prohibir la exportación de oxígeno médico después de detectarse más de 53.000 nuevos casos en abril– y Bolivia están en nuevos picos de transmisión, con «un dramático aumento de las infecciones y sus servicios sanitarios están saturados», como anuncia el director de Emergencias Sanitarias de la Organización Panamericana de Salud (OPS), Ciro Ugarte.
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Argentina y Uruguay han sido golpeados por una variante contagiosa y bajo sospecha de ser la más severa que surgió en la Amazonía, se expandió en todo Brasil y llevó a muchos países a cerrar sus fronteras con el gigante sudamericano. Sin éxito, como se ha demostrado. A ello se unen la relajación de las medidas de prevención en los últimos meses, con la coincidencia de periodos vacacionales como Navidad, Carnaval y Semana Santa.
El Gobierno de Buenos Aires ha recaudado 2.000 millones de dólares gracias a un impuesto excepcional de solidaridad aplicado a las grandes fortunas para luchar contra la crisis provocada por la pandemia.
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Uruguay, después de haber sido un ejemplo para América y el mundo, sufre ahora una ola de contagios que ha puesto al país al borde del colapso sanitario y al Gobierno de Luis Lacalle en el centro de todas las críticas.
En un área geográfica que hasta el momento había pasado casi inadvertida para el virus de origen chino, ahora Guayana es el país que peor lo está pasando con picos alarmantes para su relativa baja población.
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Sin embargo, todo indica que en la región la cantidad de casos diagnosticados –como en el caso de Cuba o Haití– sólo refleja una parte de contagios, los casos menos graves o asintomáticos siguen sin ser detectados.
Más de 350.000 fallecidos y por encima de los 27 millones de contagiados retratan una situación de alarma en el continente asiático. La ola india hace que Asia sea el territorio que registra más nuevos casos diarios (392.267) y donde la pandemia se acelera más –28% de los nuevos contagios detectados en estos últimos siete días con relación a la semana anterior–.
La preocupación en la región es tal que Seiko Hashimoto, presidenta del comité organizador de los Juegos Olímpicos de Tokio-2020, ha admitido que el gran evento deportivo, previsto en julio, corre el riesgo de celebrarse sin espectadores.
El ejemplo a seguir es Singapur, el país más seguro durante la pandemia, según un estudio de Bloomberg, gracias a una combinación de estrictas medidas para frenar la propagación y la puesta en marcha de una efectiva campaña de vacunación.
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En África subsahariana menos de una de cada cien personas ha sido vacunada y el continente negro que hasta ahora se había visto bastante ajeno a los males del coronavirus comienza también a conocer su crudeza. Suma más de 120.000 muertos y 4,5 millones de contagios. Todos temen al día en el que la pandemia deposite su mirada en la región.
El Viejo Continente ya superó los cincuenta millones de casos y el millón de fallecidos, pero la situación parece controlada y varios países prevén afrontar para el inminente verano una flexibilización progresiva de las restricciones. No obstante, pese a la euforia que genera un mínimo retorno a la normalidad la OMS lanzó una advertencia sobre la tentación de bajar la guardia
Otros Estados siguen siendo golpeados con contundencia. Hungría registra la mayor tasa de mortalidad, con 289 decesos por cada 100.000 habitantes; seguido de República Checa (275), Bosnia (261), Montenegro (240) y Macedonia del Norte (238). Sin embargo, en relación a su población, los países más golpeados son Montenegro (15.457 casos por 100.000 habitantes), República Checa (15.207) y Eslovenia (11.513).
Teniendo en cuenta factores como la tasa de mortalidad, las pruebas de detección de Covid-19, el acceso a las vacunas y la libertad de movimiento con la menor perturbación social y económica, Polonia es uno de los peores países para estar durante la pandemia, según Bloomberg.
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