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Caroline Conejero
Nueva York
Lunes, 6 de enero 2020
El presidente Trump amenazó a Irak con imponer enormes sanciones económicas tan duras que harán palidecer a las de Irán, si el Gobierno iraquí decide la expulsión del país de las tropas norteamericanas. En su continuada escalada verbal con Irán, Trump redobló sus amenazas ... en un twitter en mayúsculas afirmando que Irán nunca tendrá un arma nuclear.
El presidente señaló que en caso de alguna hostilidad percibida como inapropiada por parte de Irak, EE UU impondrá duras sanciones e incluso pedirá a Irak que reembolse los miles de millones que Washington invirtió en una gran base aérea iraquí.
El secretario de Naciones Unidas Antonio Guterres demandó este lunes el fin de la escalada de tensiones y avisó del «riesgo de un profundo error de cálculo». Guterres, que avisó del alto nivel de las tensiones geopolíticas en este siglo, añadió que la caldera de tensiones está empujando a más países a tomar decisiones impredecibles que tendrán consecuencias impredecibles.
Por su parte, la Casa de Representantes del Congreso votará esta semana una resolución que limite los poderes del presidente para tomar acción militar contra Irán. La presidenta de la cámara Nancy Pelosi calificó el ataque de provocativo y desproporcionado y señaló que Trump pone en peligro al personal militar, diplomático y otros. Una resolución similar fue introducida en el Senado. Además, los senadores Chuck Schumer y Bob Menéndez pidieron al presidente la desclasificación inmediata de las razones para el ataque.
El presidente, que en respuesta al Congreso señaló que puede tomar sus mensajes por twitter como notificaciones oficiales, ha incrementado la línea de su doctrina a un nivel más beligerante que nunca bajo el cálculo de que las amenazas duras y agresivas empujarán a los iraníes a acobardarse o a ceder.
Trump señaló que EE UU acaba de gastar dos trillones de dólares en equipo militar lo que convierte al Ejército norteamericano en el más grande y mejor preparado del mundo. En caso de un ataque de Irán a una base norteamericana o a algún norteamericano, dijo Trump, les enviará parte de ese nuevo equipo sin dudarlo.
El hombre designado para vender la tesis del gobierno, el secretario de Estado Mike Pompeo, señaló en CNN estar orgulloso de la decisión del presidente Trump de acabar con un agente peligroso. Una operación que representa una victoria burocrática para Pompeo a pesar de los múltiples riesgos que acarrea como la posibilidad de abrir un nuevo frente de guerra en la región. Ataques de represalia asimétricos también son posibles, así como la interrupciones en la lucha contra el Estado Islámico o la salida de las tropas estadounidenses Irak.
Pompeo, que durante mucho tiempo ha abogado sin resultados por la acción militar directa, habló con Trump sobre matar a Suleimani meses atrás, pero ni el presidente ni el Pentágono estaban dispuestos a apoyar una operación semejante.
El secretario de Estado, que tiene una fijación personal con Irán que se extiende a más de una década en Washington, promovió su posición maximalista sobre Irán de línea dura republicana por sus distintos puestos de gobierno en el Congreso, la CIA y el Departamento de Estado. Los recientes cambios en el equipo de seguridad nacional, unido al temor del presidente a ser visto como indeciso ante la agresión iraní, abrieron la puerta a tomar acción. Además, la creciente necesidad de incrementar los recursos militares en Oriente Medio como consecuencia del efecto de las sanciones económicas sobre Irán preocupaba al Pentágono.
Los acontecimientos se precipitaban con el ataque del 27 de diciembre a una base conjunta en Irak, que dejó a un contratista y varios militares muertos. El 29, Pompeo, Esper y Milley viajaron a Florida donde le presentaron a Trump varias opciones en respuesta a la agresión iraní, entre ellas la de matar al general Suleimani.
La luz verde del presidente para el ataque aéreo en el aeropuerto de Bagdad sorprendió a todos, especialmente al Pentágono, que durante tiempo se ha mantenido reticente a una escalada de tensiones con Irán.
Una operación de alto riesgo y sin apenas deliberación cuyas consecuencias apenas empiezan a sentirse, pero que sobre todo ha validado la posición Pompeo, un hombre que consume vorazmente todo lo que llega a su mesa relacionado con Irán y que, según fuentes cercanas al secretario de Estado, desatiende todo lo demás.
Estados Unidos anunció el lunes «por error» que estaba preparando su retirada de Irak, después de que el Parlamento iraquí reclamara la expulsión de fuerzas extranjeras en respuesta al asesinato, en Bagdad, del general iraní Qasem Suleimani, al que millones de iraníes despidieron este lunes en Teherán.
El comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak mandó entregar -en mano, según un responsable militar estadounidense en Bagdad- una carta al número dos del ejército iraquí, en la que explicaba que respetaba «la decisión soberana [del Parlamento iraquí] que ordena [su] partida».
Pero el jefe del Estado Mayor en Washington anunció poco después que se trataba de un error y que la carta era en realidad un «borrador». Previamente, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, había negado que las tropas estadounidenses fueran a retirarse de Irak, explicando que «no hay ninguna decisión de abandonar Irak ... No se ha tomado una decisión de abandonar Irak. Punto». En Bagdad, sin embargo, el estruendo de los helicópteros seguía resonando, mientras que la misiva avisaba que aumentarían los desplazamientos de helicópteros de cara a una retirada.
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