Aumentan las protestas contra las restricciones para combatir el coronavirus en Alemania

Las protestas contra las restricciones para combatir la epidemia de coronavirus y contra la información al respecto de los medios ha aumentado en Alemania en las últimas semanas. Equipos de televisión han sido atacados e insultados en manifestaciones protagonizadas por extremistas de derechas y defensores de teorías conspiratorias que critican y exigen el fin de las medidas restrictivas. Este fin de semana hay convocadas varias protestas autorizadas con varios miles de participantes en ciudades como Berlín, Múnich, Fráncfort o Stuttgart. En muchos lugares el número de participantes en las manifestaciones ha sido limitado por las autoridades locales, que exigen además el cumplimiento de las estrictas normas de higiene y distancia física entre las personas para evitar contagios.

Alemania no obligará a sus ciudadanos a vacunarse cuando exista ese remedio para combatir el coronavirus. El ministro federal de la Cancillería, Helge Braun, afirma en declaraciones al grupo de medios Funke que el gobierno desea que cuando exista una vacuna se inocule a la mayor cantidad posible de ciudadanos, pero que cada uno es libre de decidir si lo hace. «Quien no quiera tendrá que asumir el riesgo de contraer una infección», señala el ministro, quien espera que a finales de año o comienzos del próximo exista ya una vacuna.

Prácticamente todos los comercios y locales gastronómicos de Alemania abren este sábado sus puertas, aunque no puede hablarse de normalidad debido a que la población se muestra muy retraída en el consumo. «Los clientes se comportan estos días reservados a la hora de hacer compras», señaló el gerente de la Asociación Alemana de Comercio (HDE), Stefan Genth, para el que «ir de tiendas y realizar compras espontáneas es algo excepcional». La empresa Hystreet, especializada en medir la frecuencia de clientes en los centros urbanos, confirma esas afirmaciones. Las cifras de clientes en las calles comerciales de Múnich, Hamburgo, Colonia, Leipzig y Stuttgart están muy por debajo del nivel anterior a la crisis del coronavirus. Hamburgo y su Spitalstrasse ha registrado los mejores datos pero con solo un 53% de frecuencia de clientes frente a datos anteriores a la crisis. En la conocida Neuhauser Strasse de Múnich la cifra bajaba hasta un 42%.

Los controles fronterizos alemanes en las fronteras con Austria, Francia y Suiza se ven reducidos desde este sábado por orden del ministro federal del Interior, Horst Seehofer. Se puede viajar a esos países por motivos de negocios y para visitar a familiares, pero continúan prohibidos los viajes turísticos o para hacer compras. Por completo caen los controles con Luxemburgo, mientras con Dinamarca se mantienen al máximo nivel. Alemania retirará por completo sus controles fronterizos con los países vecinos el próximo 15 de junio.

El ministro federal de Finanzas, Olaf Scholz, tiene intención de desplegar antes de acabar el año un paraguas de rescate de unos 57.000 millones de euros para ayudar a los ayuntamientos por los problemas económicos derivados de la epidemia de coronavirus, informa el diario Rheinischen Post. La carga financiera de esa medida será repartida a medias entre Berlín y los gobiernos de los respectivos estados federados. «Ese escudo protector no solo ayudará a los ayuntamientos a salvar la actual y difícil situación, sino también a poder cumplir mejor con sus tareas de manera permanente», afirma Scholz, que quiere compensar así la pérdida de unos 11.800 millones de euros de ingresos en impuestos sobre actividades económicas y resolver las viejas deudas de 45.000 millones de euros que arrastran los municipios germanos.

La crisis del coronavirus tiene efectos masivos en los planes de inversiones de la industria alemana. Según una encuesta de la Dieta Alemana de Industria y Comercio (DIHK) prácticamente una de cada dos empresas va a congelar o recortar sus planes de inversión. En grandes empresas con más de mil empleados son incluso dos tercios. Erik Schweitzer, presidente de la DIHK, habló de «cifras terribles», tras recordar que la industria alemana es normalmente «precursora de innovación» e invierte como ningún otro sector en investigación y desarrollo.

Rusia, país que ocupa el segundo puesto en la lista mundial en número de infectados, según la Universidad John Hopkins, con más de 270.000 casos desde el comienzo de la pandemia, podría haber superado el pico en la propagación de la enfermedad y logrado estabilizarse en la meseta que precede al comienzo del descenso hacia la normalidad. Así lo estima al menos la directora de la Agencia Federal de Biomedicina, Verónica Skvortsova.

Según su opinión expresada ayer durante una rueda de prensa, «la incidencia del coronavirus en la Federación de Rusia está disminuyendo». «Es difícil predecir cuánto tiempo nos mantendremos en este nivel de estabilidad que podemos llamar meseta. Depende de muchos factores. Vemos que el número de hospitalizados está disminuyendo y la proporción de asintomáticos es alta», aseguró Skvortsova.

La alta funcionaria rusa manifestó que «cada vez hay más camas libres en los hospitales y plazas en las unidades de cuidados intensivos así como ventiladores disponibles (...) todo esto son señales de que el proceso se ha revertido». Sin embargo, ayer viernes se registró un cierto repunte con respecto a los dos días anteriores con 10.598 nuevos casos en todo el país. Aunque hay regiones de Rusia que ya han comenzado la desescalada, Moscú, epicentro de la epidemia con más de la mitad de los contagios de toda Rusia, mantiene a la población confinada.

Desavenencias entre el Gobierno y los sindicatos de profesionales de la enseñanza están bloqueando por el momento la apertura de guarderías y escuelas primeras, prevista en el plan oficial para el inicio de junio. Una reunión entre asesores científicos del Ejecutivo y representantes sindicales no resolvió el viernes las divergencias.

Los sindicatos ya tuvieron una posición más cauta en marzo, cuando el más representativo entre los enseñantes, la Unión de Educación Nacional(NEU), escribió a Boris Johnson para pedirle el cierre de las escuelas antes de que el Gobierno adoptara esa medida. Ahora ha recogido ya más de 400.000 firmas exigiendo respuestas a una serie de preguntas, antes de proceder a la reapertura.

La base argumental detrás de las preguntas, que la NEU ha publicado en formatos variables de cinco o diez, es que el Gobierno tiene que elaborar un plan nacional que regule el distanciamiento físico en las escuelas, particularmente difícil en el caso de niños de 4 0 5 años, y proceder a la apertura solo cuando haya descendido el número de infectados y el sistema de test se extienda a profesores y alumnos para evitar contagios y aislar posibles brotes.

En la reunión del viernes, las asociaciones de directivos de la enseñanza se mostraron más partidarias del regreso a las aulas, pero el de enseñantes demandó datos de los modelos utilizados por los científicos del Gobierno para identificar el riesgo adicional para profesores y alumnos y sus familias, para minorías étnicas, para el caso de que se usen diferentes protecciones contra el contagio o según los grados de distanciamiento físico.

La espera a que el Gobierno tenga en marcha el sistema de test generalizado y control y supresión de brotes locales, para el que recurre a contratas con empresas privadas en lugar de los ayuntamientos, fomenta sentimientos de inseguridad y malestar sobre la estrategia de relajación de restricciones, que el Gobierno anunció al inicio de esta semana y que favorece una mayor movilidad de la población.

Aunque estudios realizados en Islandia o Italia no encontraron casos positivos en muestras amplias de niños menores de 10 años, el asesoramiento al público británico por el Servicio Nacional de Salud (NHS) es que los niños pueden contraer Covid-19, pero «parecen tenerlo menos que los adultos y es normalmente menos grave».

En días recientes ha aumentado la mención de lo que se describe como una misteriosa inflamación general de órganos en niños y adolescentes, que llevó a las autoridades sanitarias en Londres y en Nueva York a alertar a sus profesionales de asistencia primaria. Aunque se ha asumido que está asociada a la epidemia, no está probada su conexión.

La Covid-19 irrumpió en las municipales francesas el pasado marzo para dejarlas en un limbo del que el gobierno francés quiere sacarlas cuanto antes. La fecha que se estaría barajando es la del 28 de junio, según desvela el canal BFMTV, siempre que el Ejecutivo contara con el visto bueno del comité científico que le asesora.

La primera vuelta de estos comicios que afectan a 5.000 comunas francesas, se celebró el 15 de marzo, un día antes de que entrara en vigor el confinamiento de los franceses. La segunda vuelta debía haber tenido lugar una semana después, pero fue aplazada al 21 de junio por la crisis sanitaria. Cuando la epidemia, que ha causado ya más de 27.500 muertes en Francia, se encontraba en pleno pico, el gobierno barajó posponer la segunda votación al otoño. Sin embargo, tras el inicio de la desescalada que se inició el pasado 11 de mayo y que, según el ejecutivo, se está llevando a cabo «de manera satisfactoria», podrían haber cambiado otra vez de opinión.

El comité científico deberá entregar sus recomendaciones antes del 23 de mayo, y la fecha que proponga el gobierno deberá ser sometida a voto en el Senado y la Asamblea Nacional, según ha especificado la portavoz del ejevutivo, Sibeth Ndiaye.

El mantenimiento de la primera vuelta, a pesar de que la epidemia no paraba de crecer en esas fechas en Francia, provocó un rifirrafe político. La oposición se negó a aceptar un aplazamiento y la cita no se movió. El gobierno, sin embargo, se enfrenta ahora a varias demandas judiciales que le acusan de poner en riesgo la salud de los franceses, después de que muchos alcaldes, candidatos y personal que trabajó ese día en las colegios electorales se contagiara del nuevo coronavirus. Un nuevo estudio llevado a cabo por epidemiólogos y estadísticos descarta, sin embargo, que los comicios contribuyeran a la propagación del Sars-Cov-2.

El rey Abdalá se sumó a las voces que, desde Europa, las Iglesias de Jerusalén o la Organización de Cooperación Islámica, piden a Israel que detenga sus planes de anexionarse los asentamientos judíos de Cisjordania y todo el Valle del Jordán. El rey de Jordania advirtió al Estado judío del riesgo de un «conflicto masivo» con su país en caso de que se consume la que sería la tercera anexión israelí, tras la de Jerusalén oriental en 1980 y los Altos del Golán, 1981. En una entrevista concedida a Der Spiegel, el monarca hachemita señaló que «los líderes que abogan por una solución de un solo estado no entienden lo que eso significaría» y puso sobre la mesa el riesgo de que «el caos y extremismo» se apodere de la zona en caso de que colapse la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Las palabras de Abdalá abrieron los informativos de Israel en vísperas de la formación del gobierno de unidad nacional que pondrá fin a 18 meses de caos político interno y será el encargado de ejecutar la anexión el 1 de julio. Este gobierno recibió el apoyo de Estados Unidos tras la visita realizada por Mike Pompeo a Israel el miércoles, la primera visita oficial al país desde el cierre de las fronteras por culpa del coronavirus hace dos meses. El secretario de Estado estadounidense evitó pronunciarse sobre la anexión en la rueda de prensa final. La portavoz del departamento de Estado, Megan Ortagus, sí lo hizo y recordó que todavía confían en retomar el diálogo directo entre israelíes y palestinos y que la anexión necesita el ser discutida por el resto de actores regionales.