zigor aldama
Corresponsal. Shangái
Lunes, 24 de diciembre 2018, 01:33
El volcán 'Krakatoa', que el sábado entró en erupción durante unos trece minutos, es en realidad el 'anak' del 'Krakatoa': literalmente, 'hijo' del 'Krakatoa'. No en vano, la montaña original se desintegró en 1883 tras una explosión tan grande que se escuchó en ... Australia -a más de 3.500 kilómetros- y que dejó en torno a 35.000 muertos. El volcán actual se formó hacia 1928 a partir de los flujos de lava que continuaron siendo expulsados del interior de la Tierra y hace ya unas décadas que es vigilado por su actividad intermitente. Generalmente, entra en erupción cada dos o tres años, y el último período de intensa actividad comenzó el pasado junio. Desde entonces, varios vídeos grabados por los turistas que se acercan en barco a la pequeña isla volcánica atestiguan la virulencia de su comportamiento.
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Sin embargo, los expertos aseguran que la erupción del sábado no fue especialmente fuerte. Sin embargo, pudo haber sido suficiente para desencadenar una cadena de eventos que se tradujo en un tsunami. «Lo más probable, aunque seguimos estudiándolo, es que la erupción provocase un pequeño seísmo que, a su vez, resultó en un corrimiento de tierra masivo», apuntó el presidente de la Asociación de Geólogos de Indonesia, Sukmandaru, al periódico 'Jakarta Post'. Aunque se trata de un fenómeno muy inusual y nunca una erupción del 'Krakatoa' lo había provocado antes, los vulcanólogos afirman que ha sucedido en otras partes del mundo.
Si el 'hijo' del 'Krakatoa' seguirá los destructivos pasos de su padre todavía es pura especulación, pero ya ha demostrado que es digno de su linaje. Y no es el único, porque 20 volcanes -el país suma unos 130 en total- están siendo monitorizados en este momento en Indonesia debido a su inusual actividad. El Cinturón de Fuego del Pacífico, la franja sísmica a lo largo de la cual se ubican multitud de islas del archipiélago, parece, en este sentido, especialmente agitada.
Lógicamente, esta actividad provoca temor tanto en Indonesia como en Japón -donde hace tiempo que se espera un terremoto gigantesco en Tokio- e incluso en Estados Unidos. El mayor peligro es que se repita una catástrofe como la del volcán 'Tambora', en 1816. La capa de ceniza que expulsó su explosión fue tan gruesa que la temperatura global cayó y ese año se denominó el 'año sin verano'. Se estima que 90.000 personas perecieron como consecuencia de aquella erupción. Un evento similar en una zona más poblada ahora resultaría todavía mucho más mortífero, y los vulcanólogos consideran que es solo cuestión de tiempo que suceda.
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