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Gerardo Elorriaga
Lunes, 25 de octubre 2021, 00:33
José María Vera asumirá dentro de unas semanas la dirección de Unicef España tras haber sido jefe de Oxfam Internacional, una de las grandes del ámbito de la cooperación, e impartir clase en la Universidad de Georgetown. Este experto en desarrollo ha participado en el ... acto conmemorativo del veinticinco aniversario de la ONGD vasca Alboan. En su disertación ha aludido a los cambios que se han producido en este ámbito, entre los que ha mencionado el paso del concepto de 'ayuda' al de 'justicia social global', que establece relaciones mucho más horizontales entre el norte rico y el sur pobre del planeta.
–¿Ese cambio conceptual se manifiesta en la práctica?
–En la cooperación internacional ahora hay más actores, desde empresas a consultorías, entidades culturales, consejerías y ministerios, y muchos siguen con el paradigma de la ayuda, el 'yo te salvo', pero ahora también hay muchas ONGD que han cambiado su retórica y práctica. Ya no pretenden dar oportunidades, sino apoyar la lucha por derechos, apoyar a los que defienden el acceso a la tierra, el agua o la educación. Un ejemplo es la paralización de las devoluciones colectivas de menores de Ceuta por entidades que denunciaron la vulneración de sus derechos o el apoyo al activismo de la hondureña Berta Cáceres en la lucha por detener la construcción de presas que iban a alterar el hábitat de la población indígena, consiguiendo la retirada de financiación bancaria.
–¿La cooperación al desarrollo se ha convertido en otro sector productivo en el norte, pero sin trascendencia en el sur?
–No todos los programas son exitosos, ya sea porque el contexto varía o, quizá, porque no se plantearon bien, pero muchos funcionan y generan cambios. Sin ellos, el panorama en Yemen, Siria o República Centroafricana, sería más desolador. La cooperación al desarrollo no es un negocio. Hablamos de organizaciones austeras y, asimismo, de la necesidad de transferir mayores capacidades y fomentar las decisiones cerca de la acción para redistribuir el poder. Es una estrategia que Alboan, por ejemplo, ya lleva a cabo.
–La respuesta al cambio climático parece aunar hoy más voluntades que ese afán de justicia.
–Es una causa central, pero no la podemos poner en competencia. Quienes se adhieren a las organizaciones de cooperación poseen esta sensibilidad y las organizaciones que actúan en pro del medio ambiente también abordan las consecuencias humanas, sobre todo la pérdida de modos de vida. Asimismo, la cooperación al desarrollo la contempla como un vector de destrucción.
–¿La pandemia no ha demostrado la falta de solidaridad, especialmente en las diferencias de ritmo de la vacunación?
–Se han producido miles de pequeñas iniciativas de solidaridad cercana y la humanidad ha demostrado su capacidad para enfrentarse a los peligros. Lo peor ha tenido lugar cuando hemos pasado de la ciencia a la producción, entonces, se han mostrado lacras como la inequidad, el acaparamiento, el nacionalismo y la incapacidad para compartir patentes. Esta falta flagrante tendrá consecuencias en la relación entre los países y prolongará la pandemia.
–¿La ayuda se mueve en función del foco mediático?
–El interés de los medios de comunicación determina donaciones y aportaciones gubernamentales. En conflictos olvidados, como la República Centroafricana, tan solo están las agencias de la ONU, las ONG internacionales y nadie más. De ahí vuestra responsabilidad para revelar situaciones y luchar por los derechos humanos de los más olvidados.
–¿Se puede trabajar con los talibanes para evitar el colapso de la atención a la población afgana? ¿Plantea un problema ético?
–No hay que trabajar con los talibanes, sino hacer todo lo posible por defender los derechos de la población afgana vulnerable. Es crucial que las ONG permanezcan en el territorio pues constituyen su último reducto. Defenderlo no supone hacer pactos, pero si se precisan autorizaciones. Es diferente.
–La guerra de Yemen ha privado a 15 millones de personas de agua potable y saneamiento. ¿El mundo no reacciona a este drama?
–Algunos nos conformaríamos con que se dejara de vender armas a los dos bandos, y no olvidemos que muchas son occidentales. Hay una necesidad de actores más decididos para detener un conflicto regional que devasta un país. Yo he estado allí y es terrible.
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