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En un régimen tan hermético como el de Corea del Norte, la vida de sus líderes y la cotidianidad del país se guarda bajo siete llaves. Es la esencia de una república comunista que vive de espaldas al mundo. Pero si algo ha trascendido en ... los últimos años, es el sólido ascenso al poder de la conocida como princesa Kim Yo-jong. Esta joven de 34 años y hermana menor del dictador Kim Jong-un, del que se ha convertido en inseparable consejera, ha sabido transformarse en la voz cantante del régimen con una firmeza y dotes de mando innegables.
Catapultada el pasado 29 de septiembre a la Comisión de Asuntos Estatales, el principal organismo gubernamental del país, Kim Yo-jong se confirma como la segunda al mando y la gran favorita para suceder a su hermano, cuatro años mayor que ella y que ahora cumple diez al mando del país. Si los pronósticos de los servicios secretos de la vecina Corea del Sur se cumplen, la poderosa líder a la sombra del régimen se convertiría en la primera mujer en hacerse con el control de un país que ha sido únicamente dominado por hombres: su abuelo y fundador, Kim Il-sung; su padre, Kim Jong-il, y ahora Kim Jong-un.
En esa dirección, hacia lo más alto del poder, la joven ha dirigidos sus pasos. Desde que en 2007 fue nombrada cuadro juvenil del gobernante Partido de los Trabajadores, su ascenso ha sido lento pero seguro. En marzo de 2019, los medios estatales informaron que había sido designada miembro de la Asamblea Popular Suprema. Cinco años antes le habían encomendado también el reputado puesto de asesora y vicedirectora de propaganda del Comité Central de la formación, cargo en el que reemplazó a su tía paterna, Kim Kyong-hui.
Pero si algo ha hecho conocida a Kim Yo-jong a los ojos del mundo ha sido su papel de escudera y acompañante de su hermano en eventos internacionales de envergadura. No en vano, permaneció a su lado en las dos cumbres que celebró con el entonces presidente estadounidense Donald Trump. También estuvo presente en la histórica reunión de abril de 2018 del dictador con el mandatario surcoreano, Moon Jae-in. Dos meses antes, la joven había allanado el camino hacia ese encuentro al asistir a la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno celebrada en Pyeongchang, convirtiéndose así en el primer miembro de la dinastía norcoreana en visitar el Sur desde el final de la Guerra de ambos países en 1953.
Tras su dulce apariencia se esconde una guerrera con puño de hierro. Lo ha demostrado desde que comenzó a rubricar comunicados el año pasado con beligerantes discursos como responsable de la política de Pyongyang hacia Estados Unidos y Corea del Sur. Con este último también ha sabido desplegar un tono conciliador al abrir hace escasos días la puerta a mejorar relaciones siempre que Seúl suavice su retórica hacia el Norte. Su creciente protagonismo en la cúpula del régimen la ha colocado en el punto de mira de Washington, cuyo Departamento del Tesoro la mantiene desde enero de 2017 en la 'lista negra' de personas bajo sanción por «severos abusos a los derechos humanos».
Nacida el 26 de septiembre de 1987, Kim Yo-jong es la más pequeña de los tres hijos que tuvo el fallecido líder norcoreano Kim Jong-il con la bailarina Ko Yong-hui, madre también de Kim Jong-un y de Jong-chol. No obstante, fuentes de los servicios de Inteligencia surcoreanos apuntan a que tendría al menos otros dos hermanos. Kenji Fujimoto, el chef japonés que trabajó varios años para la familia Kim hasta que huyó en 2001, cuenta que su padre la adoraba y solía llamarla 'dulce Yo-jong' o 'princesa Yo-jong'. Fue al morir el dictador en diciembre de 2011 cuando acaparó todos los focos al aparecer junto al heredero del régimen y funcionarios del partido único durante los actos fúnebres.
Kim Yo-jong -que entonces tenía 24 años- era casi una desconocida. Había sido vista en público por primera vez en 2010, durante el congreso del Partido de los Trabajadores, al que acudió con su padre, que ya comenzaba a impulsarla hacia las altas esferas del poder de Pyongyang. Su hermano, al igual que su progenitor, la convirtió pronto es su insustituible y fiel asesora, y decidió delegar paulatinamente funciones en ella para descargar la responsabilidad de llevar solo las riendas del país. Así, la joven pasó de esconderse detrás de pilares en eventos públicos o de llevarle ceniceros en reuniones a ocupar un papel relevante.
Según un grupo de expertos que opera en Seúl y es dirigido por desertores norcoreanos, Kim Yo-jong se habría hecho cargo del régimen temporalmente en 2014, cuando su hermano presuntamente enfermó de gota o de diabetes. Lo mismo se cree que ocurrió en abril del año pasado a lo largo de 21 días de sonada ausencia del joven Kim, en los que se llegó a especular incluso sobre su muerte.
Ambos hermanos presumen de una sólida unión que se remonta a la niñez. Juntos estudiaron desde 1996 hasta 2000, ocultos bajo varios seudónimos en una escuela en Berna, la capital de Suiza. Durante esa etapa, Kim Yo-jong disfrutaba de clases de ballet. Diversos informes no confirmados señalan igualmente que estaría casada con el segundo hijo del oficial del gobierno Choe Ryong-hae, quien ha sido un miembro poderoso del partido gobernante y del politburó. Otras fuentes apuntan que estaba embarazada y esperaba un hijo en mayo de 2015. El régimen mantiene un silencio absoluto, que sólo rompe para dejar ver al mundo que al frente de Corea del Norte se escucha cada vez con más fuerza la voz de una mujer.
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