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mikel Ayestaran
Jerusalén
Viernes, 27 de noviembre 2020, 16:36
Irán clama venganza tras el asesinato del que era considerado padre de su programa nuclear, el científico Mohsen Fakhrizadeh, y señala directamente a Israel como autor del atentado. Dos años después de que Benjamín Netanyahu destacara su nombre y apellido en una comparecencia sobre el ... programa atómico, Fakhrizadeh, de 63 años, fue asesinado en Absard, a 60 kilómetros de Teherán. «Recordad ese nombre», fueron las palabras que le dedicó el primer ministro de Israel en aquella comparecencia en la que desveló que trabajaba en proyectos secretos. El general Mohamed Baqeri, jefe del Estado Mayor iraní, prometió una «dura venganza» contra los autores a los que definió como «mercenarios ciegos de la arrogancia del régimen sionista», en alusión a Israel. Baqeri dijo que el ataque fue «un acto brutal» que acarrea «pesadas y trágicas» consecuencias al sistema defensivo del país.
Según informaron los medios oficiales una furgoneta explotó al paso del vehículo de Fakhrizadeh para bloquear la carretera y después varios desconocidos abrieron fuego contra él y sus guardaespaldas. El científico fue evacuado de urgencia a un hospital, pero pasados unos minutos el ministerio de Defensa confirmó su «martirio» debido a las graves heridas sufridas. En el atentado y posterior tiroteo fallecieron «varias personas», destacó la agencia Tasnim, pero no se desvelaron las identidades.
Físico. Mohsen Fakhrizadeh, oficial de la Guardia Revolucionaria iraní, ejercía la docencia en la Universidad Imam Hussein de Teherán.
Tenía 63 años. Casado y con tres hijos, era científico ejecutivo del Ministerio de Defensa y Logística de las Fuerzas Armadas.
Su figura era tan relevante dentro del programa nuclear como opaca de cara a los medios de comunicación. La inteligencia estadounidense le consideraba «el cerebro del programa de armas nucleares de Irán, que fue desmantelado antes del 2000», recogió The New York Times. Ese programa se llama Amal (que significa 'esperanza') y la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) confirmó que los iraníes lo suspendieron en el 2000.
Las cuentas vinculadas a la Guardia Revolucionaria en las redes sociales apuntaron al Mossad como responsable de esta operación que «supone un gran golpe psicológico y profesional para Irán», en opinión del analista de seguridad y colaborador habitual del diario israelí Haaretz, Yossi Melman, que recordó en un tuit que se trataba de una persona a la que los servicios de inteligencia israelíes seguían «desde hace años». Donald Trump retuiteó a Melman. Desde la oficina de Netanyahu señalaron que no pensaban hacer declaraciones sobre lo ocurrido en Teherán.
El ministro de Exteriores, Javad Zarif, condenó el asesinato y realizó «un llamamiento a la comunidad internacional, especialmente a la Unión Europea (UE), para poner fin al doble estándar a la hora de condenar este tipo de actos de terrorismo de estado». Para el responsable de Defensa, el general Amir Hatami, esta operación contra Fakhrizadeh «muestra la profundidad del oído de los enemigos hacia la república islámica».
Este asesinato coincide con el aniversario del asesinato de otro importante científico iraní como Majid Shahriari en 2010, entonces Teherán también culpó a los israelíes. El atentado se produce en un momento especialmente sensible desde el punto de visto político y diplomático. Faltan menos de dos meses para el relevo en la Casa Blanca y en las últimas semanas se suceden las noticias sobre un posible ataque de Trump contra Irán antes de dejar su puesto.
El diario 'The New York Times' publicó hace diez días que el presidente pidió opciones para atacar la planta nuclear de Natanz, pero que finalmente descartó la posibilidad. Analistas como el escritor iraní estadounidense Trita Parsi, autor de libros como 'Losing an Enemy', destacaron que «el objetivo de este tipo de asesinatos no está ralentizar el programa nuclear, sino en dificultar el trabajo diplomático que tiene Joe Biden por delante».
El futuro presidente era número dos de Barack Obama cuando se firmó el acuerdo nuclear con Irán en 2015. Trump se retiró de forma unilateral de este pacto por el que los iraníes se comprometieron a limitar el enriquecimiento de uranio y volvió a imponer sanciones a la república islámica. El plan de Biden pasa por recuperar la vía diplomática con Irán, pero Netanyahu ya le ha pedido de manera pública que no vuelva al acuerdo de 2015. Arabia Saudí, el otro gran aliado regional de Trump, tampoco ve con buenos ojos que se levanten los castigos a Teherán. Los próximos dos meses se presentan muy largos en Oriente Medio.
Mohsen Fakhrizadeh es el último nombre de una larga lista de científicos asesinados. El 29 de noviembre de 2010 Majid Shariari, profesor en la Universidad Shahid Beheshti de Teherán y miembro de la Sociedad Nuclear de Irán, perdió la vida y su mujer resultó herida en una explosión registrada a pocos metros de su casa en Teherán. Ese mismo día, a poca distancia, su colega Fereydoon Abbasi, físico especialista en laser en la misma universidad, y la esposa de este resultaron heridos tras un ataque de similares características.
Shariari fue el tercer científico asesinado en apenas tres años, tras Masoud Alí Mohamadi y Ardeshir Hosseinpour. En 2012, Mostafa Ahmadi Roshan, un joven científico nuclear fue abatido a tiros al salir de su casa en la capital. En todos los casos las autoridades israelíes apuntaron directamente a los servicios de inteligencia israelíes.
A los asesinatos de científicos hay que sumar diferentes secuestros y explosiones como las ocurridas en los últimos meses. En julio, una fuente de un servicio de inteligencia de Oriente Medio consultada por The New York Times confirmó un ataque contra la planta nuclear de Natanz tras la colocación por parte de Israel de «una bomba poderosa». El Estado judío, como hace habitualmente en estos casos, ni confirmó, ni desmintió su implicación, pero Gabi Ashkenazi, ministro de Exteriores, declaró que «no se puede permitir a Irán dotarse de capacidad nuclear» y por ello «llevamos a cabo acciones de las que es mejor no hablar». El programa nuclear iraní está en el punto de mira de Estados Unidos e Israel, que desconfían de sus intenciones y piensan que quiere dotarse de un arma atómica.
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