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Tareas de desinfección en Corea del Sur. EFE
De Mongolia a Taiwán: países asiáticos que han batido al coronavirus con estrategias diferentes

De Mongolia a Taiwán: países asiáticos que han batido al coronavirus con estrategias diferentes

China ha logrado reducir al mínimo los nuevos contagios, pero otros estados también lo han hecho sin aplicar las draconianas medidas dictadas por Pekín

zigor aldama

Pekín

Martes, 17 de marzo 2020, 14:51

El pasado 27 de enero, solo cuatro días después de que se decretó la cuarentena en Wuhan, epicentro de la epidemia del coronavirus, Mongolia decidió cerrar los principales pasos fronterizos con China. Y el 31 dio un paso más y cortó todos los enlaces con ... el gigante vecino. El país de Gengis Kan se convirtió así en el segundo, después de Corea del Norte, que decidió blindarse frente al influjo de personas y de mercancías procedentes de China, a pesar de que es su principal socio comercial. El porqué no se mencionó de forma explícita, pero salta a la vista: con un sistema sanitario muy básico y un tercio de la población practicando aún el nomadismo, el coronavirus podría provocar una enorme tragedia entre la población mongola.

Los resultados también son más que evidentes: Ulán Bator solo ha informado de cuatro casos en todo el territorio -uno de ellos es francés-, y, desde que detectó el primero, Mongolia decidió prohibir inmediatamente todos los movimientos entre las ciudades. Siguiendo las recomendaciones del director ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud, Michael Ryan, los dirigentes aislaron el país con la mayor celeridad posible y, de esta forma, han facilitado que la población continúe con sus quehaceres diarios sin tener que someterse a las cuarentenas que han paralizado la actividad en China. «El mayor error es no actuar, quedarse sin hacer nada por temor a equivocarse», sentenció Ryan el pasado domingo en una conferencia de prensa.

Mongolia no es el único país asiático que ha logrado detener la propagación del SARS-CoV-2 con una estrategia diferente a la que ha dictado Pekín. De hecho, la otra China, Taiwán, también ha dado una lección ejemplar en su particular guerra contra el coronavirus. A pesar de que se rige por un consolidado régimen democrático que desmonta la creencia de que solo las dictaduras están preparadas para hacer frente a situaciones como la actual, la isla ha registrado únicamente 77 casos, de los cuales más de la mitad han sido importados de otros países, y solo uno ha fallecido.

Así, la antigua Formosa cuenta con la incidencia más baja del centenar de países afectados por la pandemia, todo un logro teniendo en cuenta los lazos socioeconómicos que la unen a China. Los expertos señalan que, en gran medida, eso se debe a la rápida preparación del país, que ordenó el control de todos los pasajeros procedentes de Wuhan el mismo día que China advirtió a la OMS de la existencia del coronavirus, el 31 de diciembre del año pasado. A diferencia de lo que hizo Pekín, que optó por extensas cuarentenas a nivel provincial y local, Taiwán ha apostado por medidas quirúrgicas: identifica rápido a los infectados y busca concienzudamente a sus allegados y a quienes se sospecha que han tenido contacto con ellos para ponerlos en cuarentena sin provocar un daño relevante a la economía y a la vida social.

De forma adicional, y a diferencia de lo que ha hecho la Unión Europea, el de Taipéi fue el primer gobierno que ordenó la cancelación de todos los vuelos de Wuhan, un veto que se extendió rápidamente a otras ciudades chinas, y que decretó controles sanitarios y de temperatura en los aeropuertos, una medida que España nunca ha implementado. Por si fuese poco, las autoridades taiwanesas pusieron en marcha campañas de concienciación ciudadana en cuestión de días. Y la población, tan diligente como la china a pesar de gozar de todas las libertades individuales que niega el Partido Comunista, acató las recomendaciones de las Autoridades sin rechistar.

Algo similar ha hecho Corea del Sur, un país que, a diferencia del Norte, ha mantenido abiertos sus enlaces con el resto del mundo y ha evitado medidas tan dolorosas como las de China gracias también a una respuesta veloz y decidida. No en vano, se trata del país que más tests realiza fuera del gigante asiático: unos 15.000 diarios, muchos de ellos en instalaciones a las que se puede ir con el coche. Quizá eso también haya ayudado a que sea el país con la mortalidad más baja por coronavirus.

El objetivo ha sido detectar a los contagiados incluso antes de que presentasen síntomas para frenar en seco los focos activos. Es lo opuesto a lo que se hace en España o Italia, donde únicamente se realizan las pruebas del coronavirus a quienes ya sufren alguno de sus síntomas. Así, aunque hasta hoy la Corea capitalista ha confirmado 8.320 contagiados, solo ha registrado 81 fallecidos. En comparación, han perecido ya 148 franceses, aunque el país galo únicamente ha confirmado 6.633 casos.

Con esta estrategia que combina control, prevención y concienciación, sanidad universal, y medidas rápidas, Corea del Sur ha logrado algo que parecía imposible en un inicio, cuando el principal foco estalló en el seno de una secta cristiana: detener la propagación del coronavirus por su geografía a pesar de la elevada densidad de población. «Sin dañar los principios de una sociedad transparente y abierta, recomendamos una respuesta que combina la participación pública voluntaria con aplicaciones tecnológicas creativas», explicó el viceministro surcoreano de Sanidad, Kim Gang-lip. Sin duda, el carácter cívico y diligente de sociedades en la que el interés colectivo prima sobre el individual se ha demostrado como una de las principales ventajas de Asia, independientemente de su sistema político, en el combate del coronavirus.

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