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Zigor Aldama
Pekín
Martes, 19 de mayo 2020, 20:06
. 'China prepara el mayor contraataque para hacer frente a Estados Unidos'. Así de rotundo titulaba el diario 'Global Times', controlado por el Partido Comunista del gigante asiático, un artículo publicado el pasado día 16 para analizar la respuesta que Pekín dará al último ... dardo que le ha lanzado Donald Trump: la extensión del veto a Huawei por un año más y su recrudecimiento con la prohibición de proveerle semiconductores –indispensables para la producción de chips– en cuya fabricación se utilice tecnología estadounidense.
La medida ya ha provocado que la taiwanesa TSMC, que invertirá 12.000 millones de dólares (casi 11.000 millones de euros) en la construcción de una fábrica en Arizona y es uno de los principales proveedores de Huawei, cancele la aceptación de nuevos pedidos de la marca china. «Este nuevo reglamento afectará a la expansión, el mantenimiento y la operativa de redes por valor de cientos de miles de millones de dólares que hemos implementado en más de 170 países. También afectará a los servicios de comunicaciones para los más de 3.000 millones de personas que usan productos y servicios de Huawei en todo el mundo», reconoció el lunes la compañía con base en Shenzhen. Según su actual consejero delegado, Guo Ping, Huawei debe luchar ahora por sobrevivir.
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«Estados Unidos utiliza el poder del Estado, bajo el pretexto de la 'seguridad nacional', y abusa continuamente de sus controles a la exportación para contener y dañar a empresas de otros países», criticó el Ministerio de Comercio de China en un comunicado publicado el pasado domingo. Según el 'Global Times', China estudia tomar diferentes represalias: desde incluir a empresas americanas en una 'lista de compañías no fiables' –similar a la que ha creado Washington–, hasta cancelar los pedidos de aviones Boeing, algo que podría dar la puntilla a la herida multinacional aeronáutica. El Ministerio no dio detalles sobre los planes del Gobierno chino, pero sí advirtió de que el país utilizará «todas las medidas necesarias» para defender a sus compañías.
Lo que está claro es que la segunda potencia mundial, la única capaz de amenazar la hegemonía de Estados Unidos, no se va a quedar de brazos cruzados mientras Trump lanza un ataque tras otro. Porque el de la tecnológica Huawei, a la que acusa de espiar para el Gobierno chino, es solo uno de los muchos frentes que el mandatario de las barras y estrellas ha abierto en su particular guerra contra China. A pesar de que Trump asegura que tiene una relación especialmente buena con su homólogo Xi Jinping, cuando accedió a la presidencia no tardó en lanzarle un órdago arancelario en el terreno comercial para equilibrar una balanza que considera excesivamente escorada hacia Oriente.
El coronavirus en cifras
Sara I. Belled óscar Chamorro
En la primera fase del acuerdo para poner fin a esta batalla, a China le arrancó el compromiso de adquirir productos estadounidenses por valor de unos 200.000 millones de dólares (unos 183.000 millones de euros) en dos años, pero el coronavirus ha hundido el consumo y no parece que Pekín vaya a cumplir con el trato. Trump ya ha asegurado que será inflexible y que, a pesar de que también dañan la economía de su propio país, si es necesario impondrá incluso más aranceles.
El coronavirus se ha convertido en el último punto de fricción. Concretamente, lo que enfrenta a las dos superpotencias es el origen del patógeno y la gestión inicial de la epidemia por parte de China. Trump ha afirmado que tiene pruebas de que el SARS-CoV-2 salió de un laboratorio de Wuhan –aunque no ha mostrado ninguna–, y en repetidas ocasiones ha insinuado que China tendrá que pagar las consecuencias de la pandemia, aunque no ha concretado cómo. Lo que sí han hecho varios Estados de su país es denunciar al país comunista ante los tribunales para exigir compensaciones económicas, algo a lo que China podría responder –de nuevo según el 'Global Times'– adoptando represalias contra quienes han llevado el asunto a los tribunales.
«Debemos arremeter contra esos políticos que dinamitan las relaciones entre Estados Unidos y China para su beneficio político. Debemos buscar las relaciones empresariales que tienen ellos o sus familiares con China y hacerles sentir dolor. No deben ser represalias simbólicas», disparó Yuan Zheng, de la Academia China de Ciencias Sociales, en declaraciones al rotativo ultranacionalista. La agencia de noticias oficial Xinhua también publicó hace unos días un vídeo de animación en el que ironizaba sobre cómo Estados Unidos utiliza a China de chivo expiatorio para tapar su negligencia en la gestión de la epidemia.
Y es evidente que Trump no rehúye la hipérbole en sus críticas a Pekín. «Este es el peor ataque que hemos sufrido. Peor que Pearl Harbor o las Torres Gemelas», dijo, en referencia al coronavirus y utilizando un lenguaje cada vez más belicista. Al otro lado del Océano Pacífico, el editor jefe del 'Global Times', Hu Xijin, recogió el guante y afirmó que China debe incrementar su arsenal nuclear hasta el millar de cabezas «para suprimir la ambición estratégica de Estados Unidos», aunque aseguró que Pekín nunca dispararía primero. 'Si quieres paz, prepárate para la guerra' parece el lema por el que se rigen los dos países.
En esta complicada coyuntura internacional, el máximo órgano legislativo de China comenzará el viernes su reunión anual, aplazada el pasado mes de marzo, para analizar el rumbo del país y delinear el que tomará durante el próximo año. Los máximos dirigentes chinos tendrán sobre la mesa la controvertida gestión de la pandemia y los órdagos que lanza Trump, pero también asuntos domésticos que preocupan. Sobre todo, el de la situación económica. No tanto por el dato del PIB, que en el primer trimestre ya fue desastroso, sino por la repercusión que una recesión puede tener en el empleo.
Al fin y al cabo, la legitimidad del Partido Comunista al frente de China se basa en su capacidad para incrementar constantemente el bienestar de la población y crear lo que Xi denomina 'una sociedad moderadamente próspera'. La gran incógnita es cómo afectará el coronavirus a este objetivo. Por si fuese poco, la tensión política en Hong Kong continúa desatada y también hay chispas –como la venta de armas por parte de Francia– que pueden incendiar las relaciones con Taiwán. En el peor de los casos, estos focos podrían dar una dimensión militar a la batalla que las dos superpotencias libran por la hegemonía mundial.
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