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En enero de 2020, el cierre a cal y canto de Wuhan, y de la provincia de Hubei, contuvo el avance del coronavirus. Ciudades como Shanghái nunca decretaron un confinamiento. Y con el sellado de las fronteras, que desde hace dos años solo cruza un ... pequeño grupo de personas sometidas a estrictas cuarentenas en hoteles de hasta un mes, el gigante asiático se ha aislado del mundo sin dañar al comercio y ha vivido en una relativa normalidad, rota solo por brotes puntuales que se han atajado de raíz y que han confirmado la valía de la estrategia 'cero covid'.
Ahora, sin embargo, la situación ha cambiado por dos razones: la vacunación está muy avanzada, y la variante ómicron resulta muy contagiosa pero poco mortal. Quizá por eso, Shanghái decidió apartarse de la doctrina del gobierno central y apostó por cierta convivencia con el virus. Adoptó la nueva estrategia 'cero covid dinámico' para atajar el brote sin tener que confinar la ciudad al completo. Casi de forma paralela, Shenzhen también sufrió un pico de casos, pero se plegó al 'cero covid' original.
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Los resultados saltan a la vista: en dos semanas, Shenzhen había retomado la normalidad, mientras que Shanghái continúa registrando cada día un nuevo récord de casos que han puesto a todo el país en contra de sus ciudadanos, acusados de arrogantes. «No se quiso cortar de raíz y se fue descontrolando», comenta Asier Bideguren, que ahora vaticina un esfuerzo titánico para volver al cero que marca como objetivo el gobierno de Pekín.
Quienes esperaban un giro hacia una política más similar a la del resto del mundo tendrán que seguir esperando.
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