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Zigor Aldama
Shanghái
Martes, 29 de diciembre 2020, 13:55
Ha pasado ya un año desde que la prensa china comenzó a publicar tímidamente informaciones sobre una extraña neumonía atípica que afectaba a varios residentes de Wuhan. Y el jueves habrán transcurrido 365 días desde que China notificó a la Organización Mundial de la ... Salud el descubrimiento de un nuevo coronavirus, que hizo enfermar a 44 personas entre el 31 de diciembre y el 3 de enero. Nueve días después, los científicos chinos compartieron su secuencia genética, pero hasta el día 20 no se confirmó la capacidad del virus para transmitirse por el aire entre humanos. En aquel momento, nadie podía prever que en un año infectaría a más de 80 millones de personas por todo el mundo y dejaría casi 1,8 millones de muertos.
Tampoco se podía prever que en tiempo récord se desarrollaría una decena de vacunas eficaces para evitar la covid-19 e incluso prevenir la infección del SARS-CoV-2. La propia OMS cifró en 18 meses el plazo más optimista para llegar a ese punto. No obstante, aunque en mayo China ya había recuperado la vieja normalidad, los rebrotes que se han registrado estos días en diferentes ciudades han vuelto a hacer saltar todas las alarmas. A pesar de que el gigante asiático está cerrado a cal y canto, los casos que han salpicado localidades tan distantes entre sí como Pekín, Dalian, Shenyang o Chengdu, demuestran que el virus continúa circulando en el país, sobre todo en el noroeste. Y las Autoridades temen que la gran migración que se produce durante el Año Nuevo Lunar que se celebrará en febrero agudice el problema.
De momento, el número de casos no es especialmente preocupante: hoy en Pekín han sido siete, seis en Shenyang, y dos más en Dalian. Pero como las personas afectadas trabajan en sectores tan diversos como el transporte, la limpieza o la sanidad, la capital ha decidido arrancar campañas de tests masivos entre la población de los distritos más afectados -ha puesto el de Shunyi en 'estado de guerra'-, ha restablecido los controles de temperatura y de códigos de salud, así como las restricciones en el aforo de lugares públicos, y ha pedido a la población que no salga de la ciudad. En Shenyang, por su parte, se han cerrado de nuevo los centros educativos, y en Dalian se exige un test negativo para poder salir de la localidad. «Estamos en una situación complicada y hay riesgo de que se produzcan nuevos focos de infección», ha afirmado en una rueda de prensa el portavoz del gobierno de Pekín, Xu Hejian.
En cualquier caso, las armas que China tiene ahora a su alcance no son las del pasado mes de enero, cuando se enfrentó a un virus desconocido con sanitarios protegidos con bolsas de basura: las vacunaciones de emergencia se están extendiendo a millones de ciudadanos, la información fluye con más transparencia que en la fase inicial, cuando el gobierno provincial de Hubei prefirió correr un tupido velo sobre los contagios, y los centros sanitarios están bien preparados para hacer frente a un hipotético incremento en el número de ingresos.
El diario oficialista 'Global Times0 subraya que «esta coyuntura no afectará al optimismo sobre el crecimiento del país» y confía en el efecto positivo que tendrá la próxima vacunación masiva de hasta 50 millones de personas entre los colectivos esenciales y de más riesgo. Por otro lado, este lunes China también hizo públicos los resultados de su estudio de seroprevalencia. Y son bastante sorprendentes. Incluso en el epicentro de la pandemia, la ciudad de Wuhan, solo el 4,43% ha contraído el coronavirus. Es menos de la mitad del porcentaje que se ha registrado en España, y, si el foco se amplía al resto de la provincia de Hubei, cae al 0,44%. Solo se han detectado dos casos entre las 12.000 personas que han participado en el estudio en otras zonas del país.
Estos datos demuestran que la rapidez y la contundencia con la que China confinó tanto Wuhan como la provincia de Hubei protegieron al resto del país y previnieron la expansión del coronavirus. De hecho, en grandes ciudades como Shanghái, con 24 millones de habitantes, apenas se registró un millar de casos y los hospitales no estuvieron nunca desbordados. Eso fue clave para que la segunda potencia mundial pudiese retomar la actividad económica hasta el punto de convertirse en la única que cerrará 2020 con crecimiento.
«Veo las noticias todos los días porque tengo familia en Estados Unidos y me preocupa lo que puede suceder con el coronavirus hasta que la población esté vacunada. Pero en China me siento segura y tengo plena confianza en la capacidad del Gobierno para gestionar la epidemia», comenta desde Shanghái la administrativa Lu Meiling. «En Occidente, las Autoridades han primado la economía sobre la salud y han reaccionado tarde, la población se ha comportado de forma irresponsable, y ahora se están sufriendo las consecuencias de todo eso. Espero que en 2021 acabe esta pesadilla», sentencia.
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