Las mujeres afganas buscan un resquicio de libertad bajo el régimen talibán. No es nada fácil, ni seguro, pero unas cuantas han decidido desafiar al grupo extremista tras la reciente aprobación de una ley del todopoderoso Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio que asfixia más si cabe a la población femenina. La nueva legislación les prohíbe viajar en coche si no es acompañadas de un tutor masculino, mostrar un milímetro de su piel en la calle y hasta que se escuche su voz en público. Decenas de ellas han respondido con vídeos en las redes sociales donde aparecen cantando y algunas incluso con el rostro descubierto.
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La protesta ha logrado el eco internacional que buscaban sus protagonistas que, desde la llegada de los talibanes al poder hacer ahora tres años, han visto cómo niñas y adultas eran prácticamente borradas de la sociedad afgana. «Han impedido mi voz, mi rostro, mi mirada y mi presencia. Ven y sé mi voz por última vez y di: Mujeres, vida y libertad», proclaman en uno de los vídeos. «Nuestra voz no es 'aurat' (privada) y tentadora, tus ojos fabrican tentaciones», advierten en otro para sacudirse de las acusaciones de los extremistas, que consideran a la población femenina una fuente de peligros.
No se sabe si la iniciativa responde a una acción organizada o si surgió de forma espontánea y se ha extendido con el paso de los días entre las afganas hartas de su situación, con sus libertades reducidas a la nada. En algunos vídeos se muestran en solitario y en otros en grupo. En uno de ellos el desafío va más allá y se ve a varias mujeres con carteles con el rostro tachado del líder supremo de los talibanes, el mulá Hibatullah Akhundzada, entre sus manos y cómo lo rompen en pedazos.
La polémica ley de 35 artículos aprobada la pasada semana obliga a las mujeres a que se cubran rostro y cuerpo -impone el velo integral- para evitar «causar tentación». También condena el sonido en público de sus voces al entender que se trata de una falta contra la modestia, lo que en la práctica supone que las mujeres no podrán cantar, recitar o hablar ante un micrófono. El Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio sostiene que «es responsable de la paz y la fraternidad entre la gente» como argumento para impulsar este tipo de legislaciones que suponen, en definitiva, un 'apartheid' de género.
Lo que ocurrió entre 1996 y 2001, cuando el país estuvo gobernado también por los talibanes, no vaticinaba nada bueno para la población con femenina con la vuelta al poder de los extremistas. Cada vez más recluida al ámbito privado, las mujeres sufren un goteo de prohibiciones: no pueden estudiar a partir de los 12 años, ni tampoco trabajar fuera del hogar, tienen el deporte vetado, deben seguir un estricto código de vestimenta y no tienen derecho a salir de casa sin un 'mahram', un familiar masculino cercano como un padre, un hermano o un marido. Ni la vía de escape que representaban los salones de belleza, convertidos en un lugar de encuentro y seguro para ellas, existe ya, pues el Ejecutivo de Kabul obligó a echar el cierre a miles de estos negocios.
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Con la 'sharia', la ley islámica, en la mano, los talibanes han impuesto asimismo varias restricciones a los hombres en su última ley. Ya no podrán llevar corbata, afeitarse y recortar su barba por debajo de la longitud de un puño o poner música cuando vayan al volante, por ejemplo. Además, quedan prohibidos para la población en general el adulterio, la homosexualidad, los juegos de azar, las peleas de animales o la visualización de imágenes de seres vivos tanto en ordenadores como en teléfonos móviles. Todo, dicen, para prevenir el vicio.
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