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Newt Gingrich conversa con el presidente taiwanés Lee Teng-hui en 1997 en Taipéi afp
El antecedente de Newt Gingrich en 1997

El antecedente de Newt Gingrich en 1997

«Les dije que defenderemos Taiwán. Punto. Lo que me llamó la atención es que nunca discutimos al respecto», recuerda el expresidente del Congreso de EE UU de su encuentro con el Gobierno chino en aquel año en que también visitó Taipéi

M. pérez

Miércoles, 3 de agosto 2022, 15:38

El antecedente a una crisis como la desatada ahora entre China y Estados Unidos por la visita de Nancy Pelosi a Taiwán hay que buscarlo en 1997. Newt Gingrich, entonces portavoz de la Cámara americana, viajó esa primavera a Taipéi en una visita que comprendió ... además Pekín y Tokio con el fin de reforzar los lazos de la Casa Blanca con Asia. En parte, se trataba de una operación previa a la gira que un año más tarde debía desarrollar Bill Clinton por la región, aunque sin tocar la isla.

Fueron necesarias largas negociaciones para organizar el itinerario. El gigante asiático también protestó por lo que consideraba una injerencia de EE UU en un conflicto de soberanías entre China y Taiwán. Solo que en aquella ocasión la retórica y las demostraciones de poder fueron mucho más moderadas. Ni Pekín ni Washington activaron sus flotas en la zona, ni tampoco las dos potencias mundiales mostraron el actual enconamiento. Pero es cierto que China no olvida. Al calor de la llegada de Pelosi a la isla, el embajador permanente ante la ONU, Zhang Jun, ha aseverado que «un error anterior no hace legítimo el siguiente error».

El propio Gingrich, acérrimo republicano que ahora mantiene un perfil bajo, se ha manifestado sobre la creciente polémica. Ha asegurado a diversos medios que, por su experiencia, el Gobierno de Xi Jinping va «de farol» y sus declaraciones suponen una «fanfarronada». Aun así, el político y ensayista reconoce que le inquietan hechos como las maniobras navales que China iniciará este jueves frente a Taiwán, sus patrullas aéreas sobre la isla y las proclamas de algún comentarista fanático que exige una respuesta militar. «Eso sería literalmente un acto de guerra, y no tendríamos más remedio que tomar represalias masivas», ha advertido Gingrich en Fox News.

Una gira con mucho tacto

Las diferencias entre una y otra gira resultan notorias. Pese a sus connotaciones políticas, en 1997 Washington organizó una misión con un alto peso económico, de la que regresó con contratos para la industria aeronáutica y del motor. De esa función se ocupó sobre todo el vicepresidente Al Gore. Quizá la prueba más definitoria sea la imagen en la que se observa a Gore brindando con champán con Li Peng, primer ministro de la República Popular China entre 1987 y 1998. El activo defensor medioambientalista ha visitado posteriormente Taipéi ya fuera de la política.

La contextualización de su viaje tuvo otras connotaciones a la del líder conservador del Congreso. El 'segundo' de Bill Clinton realizaba una gira asiática en paralelo a la de Newt Gingrich, pero que no hacía escala en Taiwán. Y tenía otros problemas propios que encarar: se trataba de la primera ocasión en que un alto representante de la Casa Blanca visitaba China (el periplo incluía Japón y Corea del Sur) desde George Bush en 1989, aunque lo hizo en el peor momento. El vicepresidente tuvo que lidiar con las sospechas de que Pekín había realizado aportaciones económicas al Partido Demócrata y varios congresistas para influir en la política norteamericana.

Aunque esa es otra historia.

Gingrich tenía su propia misión diplomática y, a diferencia de la de Pelosi, diseñada con tacto para no levantar resquemores. EE UU y China acordaron que el político conservador permanecería tres días en la capital y que, en vez de viajar a Taipéi directamente para una estancia más puntual, haría una escala previa en Japón para remarcar el hecho de que se trataba de una gira regional, no un periplo entre dos territorios en conflicto. Gingrich se mostró también mucho más alejado de su postura actual (hace meses llamó «terrorista» al Ejecutivo chino), o de la que pueda tener su sucesora. Para él, que alababa las posibilidades económicas chinas, lo principal era tratar al gigante asiático con «presión constante, amistad constante y diálogo constante».

A la vista de lo que sucede hoy, llama la atención la efusividad de aquellos tres días en Pekín, donde el líder del Congreso de EE UU incluso se reunió con un grupo de universitarios y alabó verles con tejanos porque el modo de vestirse revela la capacidad de «libertad». El presidente chino, Jiang Zemin, aseguró que las relaciones entre los dos países vivían una etapa de «sol después de la lluvia». Gingrich, por su parte, se felicitó por la gestión en la transferencia de la soberanía de Hong Kong al Gobierno chino y dijo que éste trataba a la excolonia británica como una orquídea, una metáfora poco afortunada visto el autoritarismo que ahora viven los hongkoneses.

Riesgo de desestabilización

Otro dato que destaca es que el enviado estadounidense resultó muy crítico ante las autoridades del gigante asiático sobre la independencia de Taiwán sin que saltaran las alarmas. «Les dije que defenderemos Taiwán. Punto. Lo que me llamó la atención es que nunca discutimos al respecto», ha dicho Gingrich estos días a los medios de EE UU.

Posiblemente, entre las diferencias de las dos visitas figura que China ha escalado en su presión por arrogarse la soberanía de la isla hasta quizá convertirlo en una especie de cruzada de Estado, y que en 1997 Clinton mucha más cautela que su compañero de partido Joe Biden. El actual presidente estadounidense no ha ahorrado aceradas críticas a Pekín desde el inicio de su mandato y en esta ocasión ya hay voces que consideran que ha tensado demasiado la tradicional «ambigüedad estratégica» de Washington respecto al conflicto territorial asiático. Rusia y Corea del Norte ya le han acusado de buscar una desestabilización de la región, que podría abocar a una nueva crisis mundial, en su empeño de quitarse a China como principal rival económico y comercial.

Gingrich, el severo político republicano, popular en décadas pasadas por sus declaraciones fuera de tono, los problemas de carácter ético y sus polémicas extramatrimoniales, se retiró dos años después de aquel viaje de manera temporal de la primera línea pública. Se dedicó a dirigir su propia empresa, American Solutions, asesorar a otros dirigentes conservadores y escribir libros. Gingrich, coautor del famoso 'Contrato con América' de 1994, fue un artífice de la montaña rusa vivida por los republicanos durante la Administración de Clinton y tan responsable del auge como del debilitamiento conservador en la última década del pasado siglo. En 2012 perdió la carrera para la nominación como candidato a las elecciones presidenciales.

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