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Ingrid sostiene el acta de defunción y enterramiento de su hijo. Jon G. Aramburu
«Sólo pido que quien asesinó a mi hijo de un tiro en el pulmón pague su delito»

«Sólo pido que quien asesinó a mi hijo de un tiro en el pulmón pague su delito»

Ingrid Borjas es una mujer destrozada desde el 23 de enero, cuando abatieron al joven Nick Samuel, de 19 años, en extrañas circunstancias

Jon G. Aramburu

Caracas (Venezuela)

Viernes, 15 de febrero 2019, 01:40

«Shock hipovolémico por herida de arma de fuego en región torácico abdominal». Ingrid Borjas muestra el estudio forense que detalla con una asepsia desgarradora la causa de la muerte de su hijo Nick Samuel Oropesa, de 19 años, un joven ilusionado con las expectativas ... de cambio que se abren para su país y que resultó muerto en los disturbios que sucedieron a la jura de Juan Guaidó al frente de la Asamblea Nacional, la misma que no reconoce el Supremo alineado con el presidente Maduro, y su posterior autoproclamación como presidente encargado. «Dicen que entre el 23 y 25 de enero murieron cuarenta personas en todo el país. Lo dudo, seguro que fueron muchas más: aquella noche yo no dejaba de ver gente entrando en los hospitales y dos murieron delante de mí».

El día había comenzado con Nick Samuel entusiasmado por ir a la marcha convocada por la oposición. Su padre les abandonó hace años y su hermano mayor se fue a vivir a Chile el pasado noviembre. «Nick me pidió permiso y yo se lo di porque iba con familiares y amigos». Cuando horas más tarde regresó a casa, estaba eufórico. «Se había fotografiado con María Corina Machado -diputada actualmente sancionada que no puede desempeñar cargos públicos- y había sido testigo, decía, de un momento histórico». Se bañó, comió algo y acompañó a su madre, abogada, a visitar a su abuela, que vive debajo de ellos. Al cabo de un rato, decidió marcharse. Esa fue la última vez que Ingrid le vio sonreír.

El primero en darle la noticia fue un adolescente del mismo portal, pero Ingrid no le creyó. «Me dijo que Nick Samuel estaba en la calle, que le habían pegado un tiro y que estaba herido». Ella se aferró a que su hijo le había dicho que volvía a casa, y negó con fuerza el sentimiento de angustia que, poco a poco, se iba adueñando de su corazón. «Subí a nuestra vivienda, llamándole a gritos, mirando cuarto por cuarto». Bajó entonces a la calle, donde la gente se arremolinaba para comentar lo ocurrido. «Me dijeron que unos particulares que pasaban por allí habían subido a mi hijo a su carro y se lo habían llevado al Centro de Diagnóstico Integral».

Ingrid corrió con el corazón en un puño. «Cuando le encontré estaba consciente y no paraba de repetir en su agonía 'mamá, me estoy ahogando, no puedo respirar'. Debajo de él había un charco de sangre enorme y la doctora me dijo entonces que le teníamos que llevar al hospital porque tenía un pulmón perforado». Quien acudió en su auxilio fue una unidad de los bomberos de Caracas, que montaron al chaval malherido y enfilaron a toda velocidad el camino que les separaba del Hospital Pérez Carreño.

«Una enfermera me trajo a la licenciada y entonces lo supe. Estaba consternada. 'Ay, Ingrid', me decía, 'lo siento mucho, pero tu hijo ha llegado ya sin signos vitales'. Me tiré al suelo y rompí a llorar. Desde entonces no he parado», dice con el rostro estragado. Cuando la noticia de la muerte de Nick llegó a su vecindario, la ira estalló de manera espontánea. «Los residentes salieron a la calle y comenzaron a llamar asesinos a Guardia Nacional, que no tardaron en tomar posiciones y ametrallaron desde un tanque los edificios». La confusión era total.

Una demanda en curso

Desde aquella terrible noche, Ingrid Borjas ha tratado de reconstruir un rompecabezas al que le faltan demasiadas piezas. «Me dijeron que el niño, en vez de subir a la casa, bajó a la cancha y se acercó a ver cómo algunos tiraban piedras a los guardias. Cuando llegó, la cosa estaba enardecida». La herida de bala, con orificio de entrada y salida, destrozó el riñón y el pulmón izquierdos de Nick Samuel, que nunca podrá ver cumplidos sus sueños de estudiar Cocina.

Ingrid empezó entonces un periplo por comisarías y juzgados. «Puse una demanda por la muerte de mi hijo ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC). Tres semanas más tarde el caso continúa abierto y sigue sin saberse quién está detrás».

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