dagoberto escorcia
Sábado, 26 de noviembre 2022, 21:37
Durante más de 30 años seis presidentes de Colombia han intentado infructuosamente negociar el desarme y la consiguiente paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), uno de los grupos guerrilleros más antiguos del país. Gustavo Petro es el séptimo mandatario en intentarlo y el ... primero de izquierdas con el que los insurgentes se ha sentado en una mesa de diálogo. Las conversaciones tienen lugar en Venezuela desde el lunes.
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La revitalización de las negociaciones se produce en los primeros cien días de legislatura y cuando ya se han cumplido seis años del Acuerdo de Paz firmando en La Habana con las FARC, la gran guerrilla colombiana. Petro está empeñado en obtener la «paz total» y acabar con la violencia que durante años ha manchado de sangre el país sudamericano. El presidente pretende no solo convencer al ELN sino también incluir en el diálogo a otros grupos armados de diferentes orígenes.
Con el ELN, que nació en 1964 con ideología marxista-leninista y proRevolución Cubana, han negociado los ejecutivos de César Gaviria (1991), Ernesto Samper (1994-1998), Andrés Pastrana (1998-2002), Álvaro Uribe (2004), Juan Manuel Santos (2014) e Iván Duque (2018). Este último suspendió las negociaciones cuando el ELN cometió un atentado contra la Escuela de Cadetes de Policía de Bogotá en enero del 2019, que dejó 22 muertos y 68 heridos.
En el momento de instalarse la mesa de diálogo de Caracas, el jefe negociador del grupo armado, Pablo Beltrán, resaltó el cambio que vive Colombia tanto en las calles como en las urnas. «Entendemos este momento y nos hacemos responsables. Esta mesa debe ser un instrumento de esa ola de cambio que pide la sociedad y esperamos no fallar a esa expectativa», señaló el guerrillero, que ingresó en el grupo hace 42 años. «Los colombianos no podemos vernos como enemigos», señaló.
«La labor que tenemos es de reconciliación, de volver a encontrar puntos comunes, de construir una nación en paz y equidad. Ésa es la apuesta que nosotros tenemos y a eso venimos a esta mesa», añadió Beltrán, segundo en la cúpula del comando central del ELN, en el que el número uno es Antonio García. Beltrán ya ha participado en varios intentos de negociación con el Gobierno y es considerado como el portavoz político más importante del ELN.
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La agenda de la mesa de diálogo tiene seis puntos importantes para llegar a un acuerdo de paz. Para el ELN es primordial la participación de la sociedad civil en la construcción de la paz. Exige el grupo armado que el pueblo participe con iniciativas y propuestas. Considera que ello representa todo un ejercicio dinámico y activo incluyente y pluralista que «permite erigir una visión de paz que propicie las transformaciones para la nación y las regiones».
En segundo lugar, para el ELN también resulta fundamental revisar las formas y representaciones del pueblo en el ejercicio democrático y para ello plantea garantías para la manifestación pública. En el tercer punto se contemplan programas transformadores para superar la pobreza, la exclusión social, la corrupción, la degradación ambiental en busca de la equidad.
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El cuarto punto está relacionado con las víctimas. Se busca el reconocimiento de sus derechos a la verdad, justicia, reparación y la no repetición de los actos. El quinto escalón de la agenda habla del fin del conflicto. Cómo sería el tránsito de los insurgentes a la legalidad, una resolución jurídica que presente garantías de seguridad para los que abandonan las armas, y garantías también para el ejercicio de la política, el cese del fuego bilateral y el futuro de las armas que deja la guerrilla. Por último, el sexto hace referencia a un Plan General de Ejecución, que tendrá mecanismos de control, seguimiento y verificación, y en los que participaran la sociedad civil, la comunidad internacional, el Gobierno y el ELN.
Ya en la primera reunión de aproximación con representantes del ELN, el Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda, con representantes del ELN, dejó claro que la negociación estará muy lejos de parecerse a la llevada a cabo con las FARC. Entonces nada estaba acordado hasta que estuviera todo acordado. Ahora la fórmula es «punto que se acuerda, punto que se cumple», dijo Rueda.
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Petro ordenó comenzar la ronda de negociación con el ELN cuando apenas llevaba unos días en el poder. La primera medida que tomó fue suspender las órdenes de captura y extradición que pesaban sobre los jefes del grupo insurgente. El ELN respondió con la liberación de nueve personas que tenía secuestradas.
Dentro de la delegación designada por Petro para reanudar el diálogo se encuentra como jefe Otty Patiño, que fuera exdirigente del M-19, grupo guerrillero al que perteneció también el actual presidente de Colombia. Asimismo participa María José Pizarro, senadora del Pacto Histórico, coalición que ganó las pasadas elecciones e hija del exguerrillero y máximo líder del M-19, Carlos Pizarro Leongómez, asesinado en 1990 cuando era candidato presidencial, y Iván Cepeda, senador también del Pacto Histórico y que participó en el acuerdo de paz entre el Gobierno de Santos y las FARC.
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Petro además ofreció a Félix Lafaurie participar en la mesa de diálogo. El presidente de la Federación Nacional de Ganaderos, que se había caracterizado por ser el sector más radical de la oposición, aceptó. Petro llegó el pasado mes a un acuerdo con Lafaurie para la compra de tres millones de hectáreas de terreno que el Gobierno entregará a campesinos y corresponde a lo pactado en el primer punto del acuerdo de paz con las extintas FARC.
El ELN ha subsistido gracias al narcotráfico y a la delincuencia. Fundado por el cura Camilo Torres, también contó entre sus miembros a los sacerdotes españoles Manuel Pérez Martínez, que sería comandante jefe en 1978, José Antonio Jiménez Comín y Damingo Laín.
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Aparte de secuestros y atentados contra civiles y militares, la historia del ELN incluye tres masacres que lo marcaron como grupo terrorista para la ONU y la Unión Europea. La más cruel y grave sucedió en octubre de 1998, en Machuca, en el municipio de Segovia (Antioquia). El grupo hizo detonar durante la madrugada una carga explosiva en el oleoducto central de Colombia, provocando un incendio que alcanzó a la población y acabó con la vida de 84 personas.
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