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DAGOBERTO ESCORCIA
Miércoles, 24 de noviembre 2021
Cinco años han pasado ya desde aquel 24 de noviembre de 2016 en el que Juan Manuel Santos, entonces presidente, y el principal líder de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño, alias 'Timochenko', firmaron en Bogotá el acuerdo de paz en medio de la ... felicidad de muchos colombianos, pero también con el rechazo de la otra mitad del país que había votado «no» al proceso en un plebiscito que tuvo una abstención del 63%. Intentaba Colombia poner punto final a un conflicto de casi sesenta años. Santos logró el premio Nobel de la Paz, pero la violencia no ha desaparecido del país.
Un lustro más tarde, los desplazados se cuentan por millares, los asesinatos de líderes sociales no han terminado, muchos guerrilleros que abandonaron las armas han perdido la vida y las masacres no cesan. Un informe de Cohdes (organización que defiende los derechos humanos) dice que el delito que más ha aumentado en Colombia es el de los desplazados, con 75.000 víctimas, que este año se han producido 90 masacres y que más de 200 exguerrilleros y unos 1.200 líderes sociales han sido asesinados.
75.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Constituyen el grupo de los desplazados, quizá el mayor problema al que se enfrenta el país sudamericano.
Una guerra civil con 9 millones de víctimas. Colombia se resiste a olvidar un conflicto armado que se prolongó hasta cerca de seis décadas y sembró su territorio de nueve millones de víctimas.
Humberto de la Calle, exvicepresidente y jefe de la comisión negociadora por parte del Gobierno de Santos en el Proceso de Paz con la guerrilla, considera que hay un hecho consolidado: «El hecho protuberante que, curiosamente, a veces se olvida es que las FARC dejaron las armas, estas fueron destruidas y hoy es un partido político en paz». De la Calle critica la actuación del actual Gobierno de Iván Duque: «Particularmente su partido y las almas más extremas se han opuesto a la real implementación del acuerdo».
Para el excandidato a la presidencia en las elecciones de 2018 se ha progresado en la reincorporación de los guerrilleros, pero juzga que el conflicto para un mejor desarrollo tiene que afrontar tres temas esenciales. «Por un lado, la reforma política no existe, no se ha adelantado una coma. Es un tema fundamental porque lo que busca es cambiar la forma de gobernar e incorporar las comunidades olvidadas en la toma de decisiones sobre su propio destino. Ese es un tema crucial, estratégico. En segundo lugar, la jurisdicción especial de paz. El propio presidente la objetó varias veces. Sin embargo, ha logrado mantener su tarea y últimamente recibió un espaldarazo del fiscal de la Corte Penal Internacional, que decidió suspender las indagaciones preliminares sobre Colombia al reconocer que esta jurisdicción especial cumple los estándares internacionales. Y en tercer lugar, el tema agrario es crítico. En Colombia el origen del conflicto se sitúa en el campo y el campo ha permitido que perdure. En esta materia el avance ha sido muy lento. Lo que buscó la reforma rural integral es brindarle dignidad, presencia del Estado y tierra para vivir de una forma digna a muchas familias campesinas».
Para Fidel Cano, director de 'El Espectador', diario que ayer lanzó un suplemento especial bajo el título de 'La paz fragmentada', resulta difícil señalar un solo aspecto de por qué Colombia no ha podido lograr el objetivo principal del Proceso de Paz. «Hubo una especie de autosatisfacción del Gobierno de Juan Manuel Santos con la sola firma, y poco o nada hizo luego para asegurar la implementación. La firma del acuerdo y el Nobel recibido fueron en ese sentido tomados como punto de llegada y faltaba lo más difícil».
Las huellas. Los desplazados son millares, los asesinatos de líderes sociales no cesan y se mata a guerrilleros que abandonaron las armas
Humberto de la Calle. «El Gobierno de Iván Duque se ha opuesto a la real imprementación del pacto» que alcanzó Santos
Cano cree que el mayor desafío «es lograr que el acuerdo sea un propósito nacional que se pueda blindar del uso político. Es difícil porque, en su momento, en el plebiscito ganó el «no», y los ganadores sienten todavía que se burló su decisión y se impuso por un camino poco democrático. Y en esa nos la hemos pasado, en una pelea de defensores y enemigos del acuerdo».
El director de 'El Espectador' tiene confianza en que con el paso del tiempo los colombianos entiendan la gran oportunidad que ese acuerdo, logrado tras largas negociaciones, ofrece para convertir a Colombia «en un país más moderno e igualitario en el que la violencia no sea el eje de nuestro destino. ¿Por qué confiar en eso? Porque si algo ha impedido que los enemigos del proceso, que ganaron con el 'no' pero también la última elección, hagan trizas el acuerdo ha sido la presión externa y esa continuará».
La misma línea esperanzadora es compartida por Humberto de la Calle. «Confío en que los colombianos, pese a las resistencias, entiendan que el proceso ya es irreversible, que hay que acompañarlo y ojalá en las elecciones del próximo año un nuevo Ejecutivo acelere a fondo la implementación y se comprometa con los elementos que faltan en el desarrollo de este proceso. Soy optimista relativamente, pero al mismo tiempo parto de la base que la generalidad de los colombianos, aun los que tenían objeciones, han entendido que el acuerdo es no solo un elemento que logre la paz con la sola firma de un papel, si no que abre una etapa de duración de una década o década y media en la cual todos los colombianos, y no solo la antigua guerrilla o el Gobierno de ese entonces termine pasando la página de un conflicto de más de 60 años y de 9 millones de víctimas».
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