Cristina Fernandez de Kirchner. Reuters

Todos los ojos están puestos en Cristina

Expectación ante la vuelta al poder de la exmandataria argentina como vicepresidenta de Alberto Fernández

Marcela Valente

Buenos Aires

Sábado, 2 de noviembre 2019, 20:30

Cuatro años después de terminar su mandato como presidenta de Argentina, Cristina Fernández volverá al poder en el mes de diciembre. Lo hará como vicepresidenta para reemplazar al nuevo mandatario, Alberto Fernández, en caso de ausencia, incapacidad, muerte o renuncia. Si no tiene que ... sustituirlo, la exjefa de Estado -que gobernó el país durante dos mandatos consecutivos (2007-2015)- se ocupará de presidir el Senado y de ser un nexo entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo.

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En una decisión sin precedentes, Cristina había anunciado el pasado mes de mayo que ella no sería la candidata presidencial pese a ser la favorita en todas las encuestas. En un mensaje transmitido por redes sociales proclamó para la carrera presidencial a su exjefe de Gabinete Alberto Fernández, un 'hacedor' de reyes -o al menos un creador de carreras políticas ajenas- que nunca se había sometido al escrutinio popular y que acaba de dar el paso a primera línea con gran fortuna. Para ella se reservó la vicepresidencia y así garantizaba al candidato los votos de sus simpatizantes. La sorprendente jugada resultó todo un éxito. Fernández se impuso en primera ronda y frustró la reelección del presidente Mauricio Macri.

Conocido por ser un político moderado y dialogante, Fernández había venido tejiendo sigilosamente la reunificación del peronismo, una amalgama indispensable para la victoria ante un Macri que, pese al fracaso económico, gozaba de un respaldo considerable. De Alberto es la frase «con Cristina no alcanza y sin Cristina no se puede». Ella lo entendió enseguida y le cedió «el turno». A pesar de haber estado distanciados durante una década, el presidente electo insiste ahora en que nada hará que se vuelva a pelear con Cristina. Habrá que ver para creer.

Diversos analistas auguran que la expresidenta será el verdadero poder en la sombra y que sus opiniones se impondrán a las de Alberto. Hasta ahora no ha sido así. Durante la campaña e incluso después, la expresidenta -que todavía tiene abiertos una decena de procesos judiciales por presunta corrupción- se ha mantenido en un segundo plano, una estrategia que permitió el lucimiento del candidato presidencial, que terminó conquistando al electorado peronista.

Viajes a Cuba

Dos han sido las razones que llevaron a la exmandataria a rebajar su perfil político. En primer lugar, la salud de su hija Florencia Kirchner, que la obliga a viajar periódicamente a Cuba. Y en segundo lugar, la presentación de su libro 'Sinceramente', una autobiografía política que fue un éxito de ventas y una justificación oportuna para hacer campaña por su cuenta en las provincias, sin tener que secundar a Alberto.

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Hace unos días Cristina viajó a Cuba por séptima vez en lo que va del año. Florencia permanece allí desde febrero, fecha en la que viajó a la isla para hacer un curso de cine y ya no regresó. Al principio sufrió un linfedema (obstrucción linfática que provoca hinchazón en brazos y piernas) pero el cuadro se agravó -dicen en su entorno- por la persecución judicial que también la alcanza pese a que es ajena a la actividad política de sus familia. La hija de los Kirchner fue procesada como supuesta integrante de una asociación ilícita vinculada a dos sociedades familiares. El linfedema por el que fue tratada en el Centro de Investigaciones Médicas y Quirúrgicas de La Habana -el mismo en el que atendieron a Fidel y Raúl Castro, Hugo Chávez y Evo Morales- se complicó por el estrés y ahora la muchacha, de 29 años, padece también una depresión y un desorden de la alimentación.

«Florencia no está bien», contó su exmarido, Camilo Vaca Narvaja, tras visitarla junto a la pequeña hija de ambos. «Es un cuadro complejo que requiere tratamiento y acompañamiento psiquiátrico y psicológico», explicó. También Cristina admitió que lo de su hija es «algo muy duro». Cada vez que viaja a verla debe pedir permiso a la Justicia argentina y se queda entre una semana y diez días.

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La presentación del libro también le permitió armar un escenario itinerante de campaña por las provincias del país. En todos lados Cristina atrae a miles de incondicionales que lloran al verla, la abrazan y piden que les firme su libro. Para el nuevo mandatario ella es una garantía de confianza y apoyo popular, pero también una presencia que lo fuerza a cumplir con la promesa de poner fin a la etapa neoliberal en Argentina.

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