El Congreso y las protestas derriban el gobierno del presidente interino de Perú

El nuevo presidente estaba contra las cuerdas después de que trece de sus ministros presentaran su renuncia el sábado. La cascada de dimisiones llegó el sábado, en la sexta jornada de protestas contra el nuevo mandatario. Decenas de miles de personas salieron a las calles de todo el país y, en Lima, las marchas acabaron con choques entre manifestantes y agentes policiales. Los agentes lanzaron gas lacrimógeno y dispararon perdigones, lo que provocó la muerte de dos jóvenes de 22 y 24 años.

Los fallecidos, Jack Pintado e Inti Sotelo, presentaban heridas de bala en la cabeza y el torax. Además, según la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos 112 personas resultaron heridas, de las cuales 63 tuvieron que ser hospitalizadas, y otros 42 manifestantes desaparecieron durante las marchas.

La Fiscalía peruana anunció este domingo el inicio de las investigaciones para identificar a los responsables de las muertes de los dos jóvenes, pero eso no aplacó a la ciudadanía. La dura represión de las fuerzas de seguridad abonó el rechazo de la población y del Congreso peruano a Merino.

«Con la única finalidad de salvaguardar la vida y la salud de todos los peruanos, las bancadas y los congresistas de la república tienen la difícil decisión de exhortarle a la renuncia porque valoramos la vida de los peruanos por encima de cualquier interés», declaró el presidente de la Cámara baja Luis Valdez. «En caso contrario, el Congreso tomará la decisión de iniciar un proceso de moción de censura a la espera de elegir a un sustituto. El plazo es el día de hoy», subrayó.

Numerosos políticos y precandidatos a la presidencia se sumaron al últimatum y pidieron el cese del nuevo presidente. También Martín Vizcarra, que culpó de las muertes a «la represión de este gobierno ilegal e ilegítimo». Medios peruanos llegaron a especular con que los jefes de bancadas del Congreso estaban discutiendo la forma legal de apartar del mando a Merino, una medida que finalmente no ha sido necesaria.

El Congreso tenía previsto reunirse a las seis de la tarde (hora local) para designar un nuevo presidente, que deberá mantenerse en el poder hasta las próximas elecciones presidenciales -previstas para el 11 de abril de 2021-. Mientras, para que no haya «vacío de poder», los 18 ministros del presidente saliente seguirán en sus puestos temporalmente. «Sé que muchos peruanas y peruanos están hastiados de los vaivenes de la clases política», indicó Merino e hizo un llamamiento a la unidad. «Es tiempo de paz y unidad», apuntó.

El expresidente Vizcarra, por su parte, dijo a los periodistas que Merino era un «dictador» impuesto por el Congreso y puso en duda la legitimidad de ese órgano para nombrar al nuevo dirigente del país. Con todo, mostró su intención de «colaborar» en el proceso de transición.

El nuevo mandatario designado por el Congreso tendrá la difícil tarea de pacificar el país, revuelto desde que Martín Vizcarra fuera destituido por la Cámara baja, acusado de corrupción. Merino, hasta entonces presidente del Congreso, asumió el mando del país de forma provisional, tal como marca la Constitución del país. Sin embargo, el pueblo peruano salió a la calle para protestar en contra del nuevo presidente, al grito de «Merino no me representa» y «Merino, el pueblo te repudia».

En una sociedad castigada por la pandemia del coronavirus, miles de ciudadanos salieron a las calles de todo el país en movilizaciones espontáneas para denunciar los intereses políticos de la destitución de Vizcarra -aun pendiente de ser validada por el Tribunal Constitucional-. En contra de las previsiones del Gobierno, cuyos representantes estimaron que la gente «ya se cansaría» de protestar, las escenas de violencia y represión policial avivaron las manifestaciones.

Las miles de personas que aun protestaban este domingo en las calles de ciudades como Lima y Cuzco recibieron el anuncio de la renuncia de Manuel Merino con aplausos y gritos de alegría. Las movilizaciones, que pedían su salida del Palacio de Gobierno, se convirtieron en bulliciosas celebraciones a ritmo de golpes de cacerolas y consignas.