El malestar en Chile ya se refleja en el mercado financiero

El Ministerio del Interior celebró ayer que los «eventos graves» bajaron de trece a cinco en un día y los detenidos, de 172 a 37. Sin embargo, el coste político y económico de manifestaciones, incendios, saqueos y cortes de tráfico va en aumento. Lo mismo sucede con la represión. Si bien el número de protestas va en caída, se amplifican las denuncias contra el Gobierno por graves violaciones de los derechos humanos.

Según la Fiscalía Nacional desde el 18 de octubre 20.217 personas fueron procesadas. Del total, cerca de 2.000 quedaron detenidas, en su mayoría por saqueos. Los atacantes no solo realizan incursiones para llevarse mercadería a su casa. Muchos utilizan los bienes para quemarlos en barricadas o como escudos contra el ataque de la Policía.

El Instituto Nacional de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA alertaron sobre graves violaciones de los derechos humanos en Chile y puntualizaron casos de golpes, tratos crueles, tocamientos y violaciones. Una brutalidad policial que ha quedado registrada en infinidad de vídeos que circulan en redes sociales.

Del total de 241 personas con trauma ocular severo por disparos de diverso tipo, dos ya han perdido la vista por completo, Gustavo Gatica, un estudiante de 21 años, y Fabiola Campillay, de 36. El muchacho tomaba fotos en una protesta en Santiago cuando recibió el impacto de balines en el rostro y la mujer iba a su trabajo cuando una granada de gases lacrimógenos le estalló en la cara.

Lejos de condenar las graves violaciones de los derechos humanos, Piñera parece alentarlas al celebrar una y otra vez la valentía de los agentes frente a lo que él considera es un «enemigo poderoso e implacable». La semana pasada propuso al Congreso un proyecto de ley para aumentar penas a encapuchados y otro para permitir que militares custodien «infraestructuras críticas» como embalses, hospitales o depuradoras.

La combinación de protestas y represión está transformando a las principales ciudades chilenas en campos de batalla con edificios incendiados, señales de tráfico destruidas, cristales de comercios y bancos hechos trizas, calles cortadas por barricadas y el alumbrado público y los semáforos sin funcionar. La caída en el comercio fue de 17% en el último mes y ya se registra una bajada en la producción y un aumento en el paro. El turismo sufrió un 50% de cancelaciones. Además, las autoridades tuvieron que renunciar a ser sede de la cumbre de ASEAN, la Cumbre del Clima COP-25 y la final de la Copa Libertadores debido a la violencia callejera.

La semana pasada la preocupación por este derrotero se expresó en una devaluación del peso chileno que ya pasó de 650 a comienzos de año a 838 el jueves. El Banco Central tuvo que intervenir con ventas de reservas y a modo de prevención anunció que a partir de hoy y hasta finales de mayo venderá -si es necesario- 20.000 millones de dólares -la mitad de las reservas-, con la esperanza de recuperar una tranquilidad que por ahora le resulta esquiva.