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Madrid
Martes, 5 de enero 2021, 22:10
El oficialismo recuperó este martes la Asamblea Nacional de Venezuela en detrimento del opositor Juan Guaidó que, sin embargo, hizo caso omiso y designó por su cuenta un Parlamento paralelo con él a la cabeza. El episodio, aparentemente surrealista, revela el grado de tensión ... política en el país, que asiste a un afianzamiento del chavismo tras las elecciones del 6 de diciembre pasado y a un futuro incierto para el jefe de la oposición; tanto en lo que respecta al mantenimiento de su posición una vez despojado del liderazgo en la Cámara como en su estrategia para terminar con el Gobierno de Nicolás Maduro.
En los últimos cinco años, el tablero político se ha guiado por un equilibrio crítico, con Maduro al frente del Ejecutivo y Guaidó liderando la mayoría de un Parlamento cuyas decisiones sistemáticamente se anulaban por el Tribunal Supremo, pero en el que ha podido moverse gracias a su apoyo electoral en 2015 y a un amplio respaldo internacional. Sin embargo, las elecciones del día 6 -con más de un 70% de abstención y no reconocidas por la oposición ni por buena parte de la comunidad internacional- han dado la vuelta a este tablero tras cosechar el partido presidencial una victoria casi absoluta.
De hecho, los oficialistas ocuparán 256 de los 277 escaños, lo que da a Maduro un amplio control sobre la Asamblea. Este martes, dos centenares de diputados hicieron una primera demostración de fuerza al entrar en bloque en el Palacio Legislativo para tomar posesión del cargo portando los retratos de Simón Bolívar y Hugo Chávez, que Juan Guaidó había ordenado en su día desalojar del salón de sesiones.
Mientras llegaban los representantes chavistas, el jefe de la oposición se reunió con sus antiguos parlamentarios -también el lunes expiraba el mandato de todos ellos- y aprobaron la constitución de un órgano paralelo a la Asamblea Nacional. Para Guaidó, solo esta Cámara es «legítima» dado que las últimas elecciones «han sido un fraude» y se fundamenta en la necesidad de dar una «continuidad administrativa» a la legislatura anterior.
La reunión tuvo lugar en un «lugar secreto» de Caracas por motivos de seguridad y a su término el líder opositor envió a Maduro el mensaje de que «seguimos en pie». Su intención es trabajar en este órgano hasta que se celebren unas nuevas elecciones «limpias y justas» a modo de Comisión Delegada, una figura que contempla la Constitución para los periodos vacacionales y que permite operar a la institución con menos de un 20% de diputados.
Sin embargo, caben dudas sobre la capacidad de arrastre que tendrá ahora Guaidó en un nuevo escenario donde, al revés de 2015, ha perdido las elecciones. A falta de saber la postura de Biden, tampoco tendrá el apoyo del que ahora gozaba con Trump como presidente de Estados Unidos.
Las calles cercanas al palacio estuvieron cerradas al público bajo un fuerte cordón policial. Solo un grupo de seguidores del chavismo pudieron acercarse al hemiciclo para formar una tribuna improvisada en el exterior y saludar a sus representantes electos. «Empieza un nuevo ciclo en la historia de Venezuela», dijo el lunes Maduro, quien recobra el control de la Cámara tras cinco años en manos de la oposición. Está previsto que el exministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, presida el Legislativo.
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