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dagoberto escorcia
Domingo, 27 de febrero 2022, 00:21
El 23 de febrero de 2002, Ingrid Betancourt Pulecio fue secuestrada por miembros de la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Veinte años después de un cautiverio que duró más de seis años, Ingrid Betancourt programó un viaje de vuelta a la ... región de San Vicente de Caguán donde fue capturada cuando pretendía asistir a un acto del entonces presidente de Colombia, Andrés Pastrana, en plena campaña para las elecciones presidenciales de ese mismo año. El regreso a la zona del rapto se produjo el pasado jueves.
Dar una vuelta por el túnel en el que se han experimentado los días más crueles de tu vida, podría ser considerado propio de un ejercicio de masoquismo, pero en realidad solo puede enmarcarse como un acto más dentro de la campaña electoral que Ingrid Betancourt lleva a cabo por todo el país para intentar convertirse en la primera mujer que gobierna Colombia en las elecciones que tendrán lugar el próximo 29 de mayo.
Las encuestas apenas le dan opción y los analistas creen que Ingrid Betancourt en realidad solo está preparando el terreno para los comicios que tendrán lugar dentro de cuatro años. En Colombia, muy pocos son los que no creen que el próximo presidente será Gustavo Petro, el hombre del cambio que lidera la coalición del Pacto Histórico, ex alcalde de Bogotá y con un pasado guerrillero en su época juvenil.
Ingrid Betancourt no vino al mundo un día cualquiera. Nació un 25 de diciembre, fecha subrayada como una de las más importantes del cristianismo por ser el día que nació Jesús. Nació en Bogotá, en 1961, hija de un político conservador colombiano y de una reina de la belleza, que también hizo vida política. Estudió Ciencias Políticas en París, donde vivió muchos años y obtuvo la ciudadanía francesa en 1981. No regresó a Colombia hasta 1989.
Betancourt tampoco es una mujer cualquiera ni su historia es un relato que se resuma en unas pocas páginas. Ella se define como mamá -es madre de dos hijos- abuela, colombiana y libre. Es candidata a la presidencia de Colombia por el partido Verde Oxígeno, una plataforma cuya estructura está fundamentada en una alternativa ecologista y un firme juramento por la paz en su país. Pero ella todavía apunta más alto, tal salvadora de la patria se siente: «Voy a liberar a Colombia de la corrupción», reza en la cabecera de su avatar en las redes sociales.
La lucha contra la corrupción que vive Colombia siempre ha sido el objetivo principal de Betancourt. Ha izado esa bandera desde que entró en la política en 1994 con el tradicional Partido Liberal. Ha atacado durante toda su carrera las maquinarias políticas y el clientelismo. Ha denunciado las ligaduras de políticos con los narcotraficantes, importantes razones que la llevaron a convertirse en senadora en 1994, y a obtener el mayor número de votos para el Congreso en 1998, ya con su partido Verde Oxígeno.
En ella es destacable su independencia, su estilo polémico, sus ganas de denunciar todo lo corrupto de la clase política. Aliada en un principio de los ex presidentes Ernesto Samper y de Andrés Pastrana acabó siendo con los años su látigo. No solo los consideró unos traidores. Hizo una huelga de hambre en el Congreso en protesta por la absolución de Samper de las acusaciones de vinculación al narcotráfico.
También protagonizó un incidente en una convención del liberalismo en 1997 en el que tuvo que ser expulsada de la sala por vociferar que en el partido había intereses mafiosos, y algunos dirigentes tenían relaciones con delincuentes. De sus denuncias no se escaparon tampoco los ex presidentes Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe. Ni se escapa ahora Gustavo Petro, el que se espera que sea el próximo mandatario de Colombia, del que dice que «ha vendido el alma al diablo».
Su regreso a la política después de su secuestro (2002) y posterior liberación en el 2008 tras intentar fugarse infructuosamente en varias ocasiones sorprendió a la ciudadanía colombiana. Ingrid Betancourt, que narró en su libro 'No hay silencio que no termine' la vida de sufrimiento, angustia, soledad, desesperanza y pérdida de la libertad que vivió durante los seis años de cautiverio, había dicho que se retiraba de la política, que no volvería a ella.
Se fue a Francia, recibió varios premios en Europa, como el de Princesa de Asturias de la Concordia, en 2006, Ciudadana de Honor de París (2002), y fue propuesta en dos ocasiones para el Premio Nobel de la Paz.
Tras 14 años viviendo en el sur de Francia, Ingrid Betancourt ha regresado a su país de origen, donde despierta amores y odios, y es acusada por sus enemigos de desconocer la verdadera realidad del país. Su bandera sigue siendo la lucha contra la corrupción, pero el país hoy en día está más pendiente de la situación económica, el hambre y el desempleo.
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