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Mercedes Gallego
Corresponsal en Nueva York
Miércoles, 17 de noviembre 2021, 07:20
Hacía tiempo que Frida Kahlo hipnotizaba al mundo, pero ayer se convirtió en la artista más cotizada de toda Latinoamérica al batir el récord existente con la subasta del autorretrato titulado «Diego y Yo», que se vendió por 34.9 millones de dólares al coleccionista ... argentino Eduardo Constantini. Lo hizo en la ciudad en la que en 1933 se presentaba como «la mujer de Diego Rivera», quien nunca pudo imaginar que un día la esposa atormentada por sus infidelidades le opacase en el mundo del arte, donde uno de sus cuadros ostentaba hasta ayer el récord.
El muralista mexicano sabía de sobra el sufrimiento que le ocasionaba, pero por si acaso ella se lo mostró en el idioma que mejor entendían: la pintura. En el autorretrato subastado ayer, la imagen de Rivera nace allí donde se unen las gruesas cejas de la pintora mexicana y se abre un tercer ojo que revela la fuente de su dolor. De esa mirada profunda y enigmática surge el halo de tristeza de una mujer que dijo haber tenido dos grandes accidentes en su vida: el tranvía, que a los 18 años la empaló con una barandilla de hierro por la pelvis, fracturándole desde el útero hasta la columna vertebral, y Diego, el artista de moda con el que se casó a los 22.
No está claro cuál de los dos le causó más dolor. Khalo era capaz de responder al dolor y a las humillaciones con sórdidas carcajadas, pero las tres lágrimas que ruedan por sus mejillas en ese autorretrato se han convertido en las más bella del arte y sin duda las más caras. Poco podía imaginarse Andre Bretón cuando le organizó su primera exposición en Nueva York en los años treinta que casi un siglo después los cuadros de su amiga superarían en la misma subasta a los de Chagall, Picasso y Monet. Ninguno se acercó ni de lejos a ese «Diego y Yo» en el que el expresionismo surrealista de Frida Kahlo hablaba a gritos, aunque una obra de Monet fue la más cara de la jornada.
Quienes seguían la subasta ayer lo veían como una consagración del #MeToo en el mundo del arte y una victoria personal de la escritora menospreciada, que hasta hoy no había dejado atrás al gran Diego Rivera en una subasta. Para esas alturas de su matrimonio, la pareja había pactado las infidelidades del cuerpo, pero Frida, torturada en una cama y en silla de ruedas, no estaba preparada para ver marchar a su marido con la bella cantante María Felix, por la que casi la deja. En lugar de eso fue Khalo la que lo dejó al morir a los 47 años. El muralista, sumido en lágrimas, falleció tres años después.
La tarde de subastas de arte moderno de Sotheby's había empezado con la promesa de batir récords, al haber aceptado la casa pujas garantizadas e irrevocables que auguraban una jornada histórica. Era la oportunidad única de los coleccionistas de aspirar a un cuadro que la propia autora regaló a un amigo. De otro modo las leyes mexicanas hubieran impedido que saliera del país, como ocurre con el proteccionismo de sus mejores artistas.
Aún así, las obras de la también mexicana –y británica- Leonora Carrington no alcanzaron los precios estimados, como le pasaría a lo largo de la tarde a Miró e incluso a Picasso. Frida Khalo había logrado traspasar en dólares el sufrimiento físico y emocional con el que vivió, para elevarse en la muerte por encima de sus coetáneos y de todas las marginaciones de su tiempo.
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