dagoberto escorcia
Martes, 4 de mayo 2021, 22:09
Más de veinte fallecidos, muchos locales saqueados, ciudades importantes del país prácticamente tomadas por mandos militares y el anuncio de que los choques entre civiles y la Policía no ha hecho más que empezar es el parte de una guerra que se aviva en Colombia ... tras siete días de manifestaciones y duras protestas. Si bien en la capital, Bogotá, la situación se reduce a una manifestación de camioneros que afecta a la movilidad, en Cali, donde se ha concentrado la violencia, los ciudadanos acumulan rabia y al mismo tiempo miedo. Hay temor a los militares que tiran a dar. Y pánico a los vándalos que roban y provocan destrozos.
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Consternado por las escenas que se viven estos días en el país, el secretario general de la ONU, António Guterres, instó este martes al Gobierno a que permita protestas pacíficas, tras denunciar un uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad. Human Rights mostró también su preocupación por la violación de los derechos humanos, por un estamento policial que abre fuego fácil contra los manifestantes. La cantante Shakira y J Balvien se han unido al grupo de colombianos que piden al presidente, Iván Duque, que pare la masacre.
La covid-19 ha dejado de ser ya la principal preocupación. La pandemia dejó de ser un muro de contención al desencanto acumulado por un país donde la pobreza alcanza a más de 21 millones, el desempleo roza el 17% y el virus lo ha convertido en el segundo país sudamericano, tras Brasil, con más víctimas.
El primer disparo lo lanzó a la cartera de los ciudadanos el propio Gobierno de Iván Duque a finales de abril. Su entonces ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, planteó una reforma tributaria que era un directo atentado al bolsillo de las clases asalariadas y más vulnerables. Los sindicatos y la oposición convocaron al pueblo a desarrollar jornadas de paro y manifestarse siempre y cuando se respetaran las medidas sanitarias. Pero la «bomba de tiempo» explotó.
La gente no solo salió a protestar por la reforma tributaria. Reflejó en la calle todo el descontento acumulado. Un resentimiento histórico, de necesidades no resueltas, de jóvenes que ven que sus esperanzas son nulas y han salido a la calle para expresar su inconformismo. En las redes sociales muchos muestran su desacuerdo con el anarquismo y con la violencia que ha matado a una veintena de manifestantes. Así lo aseguró la Defensoría del Pueblo, que este martes además denunció la desaparición de al menos 87 personas.
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En su intento de detener la ola de protestas, Iván Duque se reafirmó en su deseo de mantener la militarización de las zonas más afectadas, al tiempo que aceptó la renuncia del ministro de Hacienda y retiró el proyecto de reforma tributaria. Pero nada de eso ha calmado los ánimos de un país que ha dejado de creer en él y exige el fin de la desigualdad.
Pero nada bueno se puede esperar de una nación en la que un expresidente, Álvaro Uribe, que gobernó el país durante ocho años, principal opositor al Tratado de Paz con la extinta guerrilla de las FARC y líder del Centro Democrático, utilizó las redes sociales para respaldar las acciones de la Policía: «Apoyemos el derecho de soldados y agentes de utilizar sus armas para defender su integridad y a las personas y bienes de la acción criminal del terrorismo vandálico». El tuit fue censurado por la propia red social, que bloqueó por unas horas la cuenta.
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Solo la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, respondió con contundencia a Uribe: «Sus mensajes irresponsables dispararon la tensión. No permitiremos que se masacre a nuestros jóvenes». Asimismo, ordenó retirar a los agentes de la capital para que los manifestantes pudieran volver a sus casas. En paralelo, el expresidente colombiano y Premio Nobel de Paz Juan Manuel Santos se ofreció este martes a reunirse con Duque para ayudar a buscar salidas a la grave crisis.
El nuevo ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, quiere discutir con los principales partidos su nuevo proyecto en el que aquellos trabajadores más vulnerables sigan sin pagar el impuesto de renta, pero la oposición se ha negado al diálogo como protesta por la actuación de la fuerza pública. Entretanto, anoche se esperaba en Cali un nuevo enfrentamiento. La ciudad, sitiada por militares, lleva un par de días sin gasolina y los hospitales están en emergencia ante la falta de oxígeno, que no puede llegar por el bloqueo de las autovías. Igualmente escasean los artículos de primera necesidad.
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