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Miércoles, 28 de septiembre 2022
Ian no decepcionó. Perdonó a la ciudad de Tampa, pero entró por la costa oeste de Florida, entre Fort Myers y Sarasota, con vientos huracanados de 250 kilómetros por hora, convertido en uno de los huracanes más poderosos de la historia de EE UU, que ... casi rozaba la categoría 5 al tocar tierra en Cayo Costa. El aullido del viento, similar al de un tren de mercancía, ha acompañado en la oscuridad de la noche a quienes han visto crecer el agua a su alrededor a la luz de las linternas.
No obstante, a lo largo de la noche (por la mañana en España) ha perdido intensidad hasta quedarse en categoría 1, tras haber barrido el estado de Florida con violentos vientos y lluvias torrenciales, causando inundaciones «catastróficas» y cortes de electricidad en la región. Los guardacostas estadounidenses buscaban a 20 migrantes desaparecidos en el naufragio de una barca en los Cayos de Florida, al sur de la ruta del huracán. Tres náufragos fueron rescatados del agua y cuatro llegaron nadando a la costa.
Sólo cuatro huracanes han sido más poderosos que este, pero aunque lo que se mide para su clasificación es la velocidad de los vientos, Ian tenía otras características más peligrosas. El tamaño de su masa se extendía a lo largo de 800 kilómetros, con un ojo de 48 kilómetros en el que podría caber cualquiera de sus antecesores. Lo peor, sin embargo, era la macabra lentitud con la que se desplazaba. Cuanto más lento, más lluvia descargaba sobre las zonas que castigaba sin piedad durante horas y horas.
Tocó tierra ceca de Punta Gorda, inundó las calles de Fort Myers hasta dejar los comercios bajo agua y a lo largo de la noche se esperaba que atravesara la península de Florida en diagonal, de costa a costa, para salir hoy debilitado por Orlando o Daytona Beach aún con categoría 2, se preveía. Eso no impedirá que siga provocando inundaciones a su paso y que vuelva a coger fuerza cuando entre en el mar, camino de las Carolinas y Virginia, donde el gobierno de Joe Biden ya ha declarado el estado de emergencia anticipadamente para movilizar los recursos con prontitud.
A sus espaldas dejaba anoche a casi dos millones de personas a oscuras, como hiciera dos días antes en Cuba, cuando toda la isla perdió el suministro eléctrico. En Florida anoche era solo el 10% de la población, pero las autoridades temen lo que encontrarán hoy cuando salga el sol y retrocedan las aguas. Todo hace pensar que las islas frente a las costas de Fort Myers, en las que tocó tierra estadounidense por primera vez, han quedado devastadas por el impacto.
Cayo Costa se lleva el título de haber sido su pista de aterrizaje, pero la mayor parte de la población en ese rosario de islas había acatado las órdenes de evacuación, consciente de que en el mejor de los casos se quedaría aislada. Allí hoy ni siquiera hay comunicaciones. «Procrastinar no conduce a la supervivencia», advirtió John Copenhaver, ex director de la agencia federal de emergencias.
El grueso de las llamadas desesperadas de quienes habían quedado atrapados por las inundaciones procedían del interior de la península, donde la crecida del agua ocurrió a tal velocidad que muchos no tuvieron tiempo a salir de sus casas. Tampoco era aconsejable. Los vientos huracanados habían destrozado el tendido eléctrico. Las autoridades advirtieron de que echar el bote al agua para rescatar a los vecinos podía dejar electrocutados a los samaritanos, para qué hablar de lo que podía hacer el monstruo con alguno de los bufidos en forma de tornado que exhalaba al pasar.
Hace medio siglo Ian hubiera atravesado áreas poco pobladas, pero en estas últimas décadas la población entre Fort Myers y Cabo Coral ha crecido más del 600%, según el censo. La pandemia ha traído un flujo sin contabilizar al que le falta experiencia en este tipo de devastadores fenómenos atmosféricos. Su bautizo con un huracán que bate marcas históricas es también un recordatorio de las peligrosas consecuencias del cambio climático, tan catastróficas como este mensajero
El huracán 'Ian' ha dejado en Cuba dos muertos y en Florida todavía ninguno, «pero entre medias han quedado 23 balseros desaparecidos», señalan las autoridades. Las patrullas fronterizas estadounidenses y el sherif del condado de Monroe han sabido de ello a través de cuatro supervivientes que consiguieron nadar hasta la pequeña isla de Stock, a lo largo de la autopista 1 que recorre los Cayos de Florida. Según comunicó el agente Walter Slosar en Twitter, «la guarda costera ha lanzado un operativo para buscar a otros posibles supervivientes de la embarcación, que según los náufragos se habría hundido al volcarse en medio de la tempestad».
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