Milagros López de Guereño
Corresponsal en La Habana (Cuba)
Viernes, 16 de noviembre 2018
El grueso de los migrantes que desde el 12 de octubre avanzan desde Honduras con el objetivo de cruzar a Estados Unidos ha ido llegando ya a la fronteriza Tijuana. Las últimas etapas de su cruzada han sido muy rápidas gracias a veintidós autobuses puestos ... a su disposición por distintas agrupaciones de la sociedad civil. Pero en esa ciudad han encontrado una inesperada resistencia.
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Muchos de los 1.500 centroamericanos que alcanzaron las puertas del dominio de Donald Trump se instalaron en la playa nada más llegar y los vecinos les increparon y les pidieron que se fueran a los albergues. Otros más radicales, argumentando temer por la seguridad de su comunidad y también celosos del apoyo que ha dado el Gobierno mexicano a la caravana, gritaban «lárguense, aquí no los queremos», «que se vayan», «México primero».
Las declaraciones del alcalde de Tijuana no hacen sino aumentar la presión sobre los desplazados. Juan Manuel Gastélum, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), dijo a la televisora Milenio que grupos de migrantes «llegan en un plan agresivo, grosero, con cánticos, retando a la autoridad», y pidió al Gobierno federal sean expulsados de inmediato.
Los emigrantes estaban sorprendidos porque desde que empezaron su peregrinaje es la primera vez que son mal recibidos. «Nosotros no somos delincuentes. Por qué aquí nos atienden así, si en todo lo que hemos recorrido en México nos trataron bien. Piensen en los niños que están aquí, por favor», decían algunos hondureños.
Sin embargo, ese es un problema menor. Al otro lado de la frontera, tras muros, alambradas y pinchos, hay miles de soldados estadounidenses desplegados para evitar que entren. Y de lograr traspasar la línea fronteriza se encontrarán con la proclama de Trump estableciendo que aquellos que ingresen como ilegales no podrán solicitar asilo. Si los capturan serán repatriados a su país de origen y el viaje habrá sido en balde.
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Se espera que lleguen otros 3.000 migrantes a Tijuana en los próximos días, pero muchos empiezan a pensar en conseguir ayudas para dar el salto a Canadá. «Buscamos soluciones, no confrontaciones», aseguró uno de los líderes de la caravana.
A suavizar las relaciones entre anfitriones y huéspedes no ayuda que en redes sociales hayan salido vídeos y fotos de migrantes tirando comida y ropa regalada, casi nueva, porque no les gusta. Lo malo es que para entrar legalmente en EE UU deberán esperar el trámite en México y dependerán de la buena voluntad del Estado de Jalisco, donde se encuentran, y de los residentes locales.
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