marcela valente
Buenos Aires
Martes, 10 de diciembre 2019, 22:05
Con un llamamiento a la unidad asumió este martes Alberto Fernández el cargo de presidente de Argentina. El flamante mandatario peronista, que recibió los la banda presidencial y el bastón de mando de las manos del saliente Mauricio Macri, convocó a frenar con urgencia ... el hambre, lo que consideró una «catástrofe social». Advirtió además de que el país está en un virtual cese de pagos, que los acreedores invirtieron en un modelo que fracasó y que para poder pagar la deuda externa la economía deberá crecer primero.
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Fernández llegó conduciendo su propio vehículo al Congreso para jurar el cargo ante la Asamblea Legislativa. A la salida de su casa y frente al parlamento miles de simpatizantes se aglomeraron para saludarlo. Minutos antes había ingresado la nueva vicepresidenta, Cristina Fernández, exmandataria y mentora de la candidatura del nuevo presidente. Macri colocó la banda presidencial a su sucesor y le entregó el bastón de mando. Antes de salir se abrazó con el presidente y saludó a Cristina.
En su discurso Fernández prometió «garantizar la convivencia en el respeto a los disensos». «Vengo a convocar a la unidad», reafirmó, y propuso un «nuevo contrato social». «Es tiempo de comenzar por los últimos para después llegar a todos», advirtió. Para ello invitó a «superar el muro del odio y el rencor» que dividió a oficialistas y opositores en los últimos años. «No cuenten conmigo para seguir transitando el camino del desencuentro», alertó. «No hace falta uniformidad, sino convivir con el que piensa diferente. Basta de perseguir al que piensa diferente», reclamó.
El presidente anunció que su primera acción será hacia los más vulnerables. Recordó que hay «más de 15 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria». Consideró urgente «frenar la catástrofe social» derivada del incremento de pobres e indigentes. Para ello contará con un consejo especial y creará un sistema masivo de créditos no bancarios a tasas bajas.
En cuanto al escenario en que asume la presidencia, sostuvo que la inflación de más de 50% es la más alta en 28 años, el producto bruto per cápita el más bajo desde 2009 y la pobreza se encuentra a los niveles más altos desde 2008. «Pasamos del estancamiento a la caída libre», describió, tras mencionar los números frentes abiertos que deja el gobierno saliente.
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Entre los mayores desafíos citó el de la deuda externa. Su gobierno deberá cancelar 47.780 millones de euros entre lo que queda de este año y 2020. Fernández aseguró que el país tiene voluntad de pago pero no aceptará «dictados de afuera ni recetas que siempre han fracasado». «Necesitamos aliviar la carga de la deuda. El gobierno que terminó dejó al país en un virtual default», advirtió. «Para poder pagar hay que crecer primero», aclaró en un anticipo de lo que será la renegociación de los plazos. «Los acreedores tomaron un riesgo al invertir en un modelo que fracasó en todo el mundo», les dijo.
Lo escuchaban diputados, senadores, gobernadores, jueces, dignatarios extranjeros, sindicalistas, dirigentes humanitarios y unos pocos familiares suyos, entre ellos su novia y su único hijo. En uno de los párrafos más aplaudidos prometió intervenir la agencia de inteligencia, derivar los fondos reservados a la lucha contra el hambre y hacer una reforma integral de la justicia federal para que recupere su independencia.
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En cuanto al tradicional reclamo de soberanía por las islas Malvinas, anunció que creará un consejo integrado por todos los partidos políticos para diseñar una estrategia de largo plazo. En el único momento que improvisó fue para aludir a su colega chileno Sebastián Piñera, que lo llamó para avisarle que no asistiría a su asunción a causa del avión militar perdido cuando iba camino a la Antártida con 38 personas a bordo. Reveló que instruyó a su ministro de Defensa para que Argentina colabore en la búsqueda y rescate de la nave.
Fernández se dirigió luego a la Casa Rosada, sede de la presidencia, para saludar a los visitantes extranjeros, entre ellos el presidente de Paraguay, el de Uruguay, el de Cuba, el vicepresidente de Brasil, exmandatarios latinoamericanos y representantes de México, Perú, China, Estados Unidos y países europeos entre otros. El acto siguió con la jura de ministros mientras miles de personas se agolparon en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, para participar de una fiesta popular con cantantes y músicos.
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