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Varios residentes de Mariúpol llevan botellas de agua. reuters
Rusia destruye la red de abastecimiento de agua y extiende la sed por Ucrania

Rusia destruye la red de abastecimiento de agua y extiende la sed por Ucrania

En Mariúpol o Chernígov la población ha llegado a hervir la que se usaba para limpiar las calles o la de los charcos

helena rodríguez

Lunes, 21 de marzo 2022, 01:04

Ya no hay ni red de abastecimiento, ni nieve que derretir, ni charcos que exprimir. Los civiles que aún permanecen en Mariúpol, Chernígov y en muchas poblaciones del sur de Ucrania soportan un bloqueo que los ha dejado sin lo más básico para la vida: ... el agua. Uno de los primeros objetivos en cualquier estrategia de guerra es destruir las redes de suministro básicas para la población. Un asedio de libro en el que el objetivo es matar de hambre y sed a la población enemiga. Y los rusos están en ello.

Las infraestructuras que llevaban el suministro a las casas han volado por los aires y los continuos cortes eléctricos acaban por dejar inservibles los sistemas. Y eso que como reconocía hace pocos días en un medio local la Asociación Ucraniana de Agua y Saneamiento, el país «lleva tiempo adaptando» sus infraestructuras ante la posibilidad de una guerra. «Hemos aprendido de la guerra de Crimea y el Donbás y hemos llevado a cabo análisis e investigaciones sobre la seguridad del sector en tiempo de guerra», confirman las mismas fuentes.

Aún así, hay lugares en los que ninguna previsión ha servido. Las autoridades de Mariúpol, con 400.000 habitantes antes de la invasión, y Chernígov, de casi 300.000 vecinos, intentan suplir el desabastecimiento con cisternas y puntos de suministro, pero no es suficiente. Más si se tiene en cuenta que los civiles que acuden a estos lugares son blancos fáciles. Los que logran escapar llegan a las fronteras de los países vecinos sedientos y con el relato de demasiados días sin poder beber.

Sin lo más básico

Desde la organización asistencial Save the Children confirman que en los centros de acogida de la ruta que siguen los refugiados a través carecen de lo más básico. Lo saben bien en Polonia, donde han tenido que reforzar los sistemas de agua y saneamiento en algunos pasos fronterizos para dar servicio a los cientos de miles de personas que llegan. «Especialmente en poblaciones pequeñas no estábamos preparados para atender tal demanda y hemos tenido que actuar para dar ese servicio», confirman las autoridades polacas a las que hace una semana les llegó una petición de ayuda de la Asociación Ucraniana de Agua y Saneamiento.

Peor lo tienen los que no han podido salir de las ciudades. El día 14 las tropas rusas reventaron una de las estaciones de bombeo en Chernígov. Murieron cuatro empleados y un tercio de la población se quedó sin suministro. Es solo un ejemplo del cerco que sufre la ciudad, en la que desde hace varios días no hay calefacción, electricidad, ni agua corriente.

Médicos sin Fronteras ha denunciado la situación humanitaria dramática de Mariúpol. «No hay agua potable ni ningún medicamento desde hace más de dos semanas». Está suspendido incluso el suministro destinado a limpiar las calles, que muchos hervían para poder consumir.

Sin ese preciado elemento, recurrieron a la nieve que cayó la semana pasada, y luego, una vez derretida o consumida, al agua de los charcos, ahora convertidos en barro inservible. «La gente tiene que buscarla en el suelo y nos cuentan que la estaban hirviendo porque no hay otro sitio de donde obtenerla», cuentan desde la organización. No mata tan rápido como una bala o un misil, pero la sed es un arma devastadora que también se usa contra Ucrania.

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