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Algo huele a podrido en Lesoto. Motsoahae Thomas Thabane, su ex primer ministro hasta mayo de 2020, ha sido acusado formalmente del asesinato de su segunda esposa Lipolelo. El pasado 30 de noviembre, el político escuchó los cargos en la sala de juntas del Tribunal ... Superior en Maseru, la capital de ese país austral, un pequeño reino independiente de dos millones de habitantes dentro de la república de Sudáfrica. La hipótesis esgrimida por la Fiscalía es que encargó la ejecución para permitir que Maesaiah, su tercera cónyuge, disfrutara de la condición de legítima. El suceso se antoja un drama shakesperiano, quizá una versión libre de Hamlet. El amor y la política, a veces, derivan en el crimen tanto en la Dinamarca del siglo XVII como en el África contemporánea.
El móvil delató al dirigente, de 82 años. Pero no, no hablamos del motivo en términos legales, sino del teléfono. El jefe de policía Holomo Molibeli reveló que el número de Thabane aparecía en un cruce de llamadas en la escena de los hechos, convirtiéndose en poderosa prueba de cargo. Un error de principiante en el marco de todo un magnicidio. Porque aquí sí que el móvil -el motivo- remite a una cuestión de poder.
El matrimonio entre Thomas y Lipolelo, de 58 años, se había roto en 2012 y los trámites de divorcio se hallaban enquistados cuando todo sucedió. Al exmarido, la victoria en las elecciones de 2017 le aseguraba el control del ejecutivo. Aunque separada, su exmujer había presentado una demanda para ser considera formalmente la Primera Dama en detrimento de la nueva compañera de su todavía cónyuge. El conflicto, todo un culebrón para la sociedad de Lesoto, estaba servido.
Los ciudadanos consumían con fruición los avatares de la guerra de los Thabane, hasta que se estremecieron con su abrupta resolución. El 14 de junio de 2017, la víctima fue emboscada cuando regresaba a su casa en la aldea de Ha-Masana, en las afueras de la capital. Su cadáver tiroteado apareció en un camino de tierra. Motsoahae Thomas Thabane lamentó inmediatamente aquel «asesinato sin sentido», según propias palabras. Dos días después, el presunto instigador asumía el cargo de primer ministro que había conseguido al imponerse en las elecciones y otros dos meses más tarde, de forma repentina, contraía nupcias con Maesaiah, de 43 años, que se convirtió así en su tercera esposa.
La falta de esclarecimiento y la impunidad de los culpables parecían el destino lógico del asesinato, uno más. La tasa de homicidios de Lesoto es la sexta más elevada del mundo, pero las evidencias resultaban tan abrumadoras que la flamante tercera esposa fue finalmente interrogada por las fuerzas policiales. En enero de 2020, dos años después del crimen de Lipolelo, se emitió una orden de arresto contra ella y en estos momentos permanece en libertad bajo fianza.
Aun así, parecía que la justicia no podría alcanzar a su marido, instalado en el poder como primer ministro. Su trayectoria política corre pareja a la historia nacional. Funcionario durante la última etapa colonial, ha ejercido, entre otros cargos, como secretario de Estado, ministro de Relaciones Exteriores, diputado de la Asamblea Nacional o líder de su propio partido, Todos Convención Basotho, con el que triunfó en las urnas.
La sorprendente destitución del jefe de Policía que había investigado el asesinato no detuvo el proceso ni la aparición de una corriente de opinión favorable a la salida del poder de Thomas Thabane. Pero en ese escenario adverso, la irrupción de la pandemia provocada por el Covid-19 le proporcionó un respiro porque permitió la instauración del estado de emergencia en el país y, en consecuencia, adoptar medidas represivas contra la libertad de circulación y de reunión pacífica.
La tregua fue corta para el entonces primer ministro de Lesoto. El país, con una extensión similar a la de Bélgica, depende de la agricultura de subsistencia, la minería y las remesas de la mano de obra en el extranjero. El reflujo originado por el regreso de los emigrantes que habían perdido su trabajo amenazó con colapsar el sistema de salud. La situación social se agravó por el cierre de las empresas extractivas y las protestas derivadas de la construcción de la presa de Polihali, un proyecto destinado a proporcionar agua a sus vecinos sudafricanos y que implica el desalojo de 8.000 nativos.
La crispación dio alas a la facción que dentro del partido gobernante exigía la dimisión del sospechoso del asesinato de su segunda esposa. El 20 de mayo de 2020, el gobierno anunció la retirada «digna, elegante y segura» de Thabane y, tras la acusación formal que se produjo el pasado noviembre, se acaba de anunciar que el juicio tendrá lugar finalmente durante este 2022.
El móvil puede ser la clave para condenar a Motsoahae Thomas Thabane y su tercera esposa. El teléfono, por supuesto. Porque, curiosamente, los testigos del crimen han desaparecido. Thato Sebolla, amiga de la víctima, y otras dos personas que estuvieron en la escena del crimen, han abandonado el país. Otros tres individuos que también podían aportar testimonios esclarecedores, han perdido la vida en extrañas circunstancias. Sí, resulta inquietante. El matrimonio encausado, en cualquier caso, niega que ellos vayan por Lesotho y sus inseguros caminos «matando gente».
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