Diana Martínez
Sábado, 1 de enero 2022, 09:50
Tristeza, cariño y, sobre todo, un gran respeto es lo que se transmitió este sábado durante el funeral de Desmond Tutu. El pueblo de Sudáfrica se despidió de uno de los grandes símbolos de la lucha contra el régimen racista tras su fallecimiento el pasado ... 26 de diciembre a los 90 años. Sus restos llegaron el día 30 a la catedral de San Jorge, en Ciudad del Cabo, donde se instaló la capilla ardiente. En esa misma iglesia se ofició su misa de réquiem, prevista para las 10:00 horas, la cual tuvo un aforo limitado a un centenar de asistentes debido a la situación sanitaria (Sudáfrica ya cuenta con casi 3,5 millones de positivos y más de 90.000 muertes desde el inicio de la pandemia, más que cualquier otro país de África).
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El arzobispo emérito de El Cabo perdió la vida en el hospital de Johannesburgo, donde permanecía ingresado desde hacía un mes a causa de una infección. El óbito fue anunciado por el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, que elogió las cualidades de quien ha sido descrito como la conciencia del país. «Cuando hablamos de un icono global como alguien de gran talla moral, de cualidades excepcionales y de servicio a la humanidad, no cabe duda de que se refiere al hombre al que estamos despidiendo», declaró el mandatario.
En su último adiós al icono de la lucha contra el apartheid, Ramaphosa expresó que Tutu fue «sin lugar a dudas un cruzado en la lucha por la libertad, la justicia, la igualdad y la paz, no solo en Sudáfrica, sino también en todo el mundo, y un ser humano humilde y valiente que habló por los oprimidos».
A continuación el presidente entregó a la viuda de Tutu, Leah, la bandera de seis colores de Sudáfrica, un símbolo que llevó al arzobispo a acuñar el término «nación arcoíris» para describir la coexistencia pacífica de los muchos grupos de población después de la era de la segregación. «Papá diría que el amor que el mundo entero nos ha mostrado calienta el corazón», expresó Mpho Tutu, hija del fallecido, quien agradeció ante el centenar de asistentes que «le hayan querido tanto».
Las cenizas del difunto fueron enterradas después en un mausoleo dentro de la catedral, desde el púlpito del cual predicó durante muchos años contra la brutalidad del régimen. Durante las últimas noches previas a la ceremonia, tanto la catedral como el monte que domina la ciudad se iluminaron de morado, el color de la ropa que solía vestir Tutu.
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Sudáfrica declaró luto nacional hasta este sábado en honor a «uno de los mejores patriotas» y «un hombre de valor inamovible, con convicciones basadas en principios y cuya vida fue dedicada al servicio de otros», destacó el presidente. Galardonado con el Nobel de la Paz en 1984 por su lucha contra la opresión racial del apartheid, a Tutu se le considera una de las figuras clave de la historia contemporánea sudafricana. Su trayectoria estuvo marcada por una constante defensa de los derechos humanos.
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