Mikel Ayestaran
Jerusalén (Israel)
Sábado, 21 de septiembre 2019, 20:12
Abdel Fattah el-Sisi aterrizó en Nueva York mientras en las calles de Egipto cientos de manifestantes le gritaban en distintas ciudades del país: «¡Sisi, fuera!», «vete, vete» o «el pueblo quiere derrocar al régimen». El viaje del presidente para tomar parte en la Asamblea ... General de Naciones Unidas coincidió con una inusual oleada de manifestaciones que recorrieron Alejandría, Suez y, sobre todo, la plaza de Tahrir, en El Cairo.
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Esta plaza se convirtió en un símbolo en el año 2011 porque ahí se concentraron las movilizaciones masivas que obligaron a Hosni Mubarak a dejar el poder en el marco de la conocida como 'primavera árabe' y a este lugar llegaron los manifestantes para pedir a El-Sisi que dejara el poder. Las fuerzas de seguridad respondieron con el uso de material antidisturbios y la ONG Egyptian Center for Economic and Social Rights elevó a 166 el número de detenidos.
El-Sisi encabezó el golpe militar que en 2013 derrocó al presidente islamista Mohamed Mursi, el primero elegido de forma democrática en el país, y luego ganó por amplia mayoría las posteriores elecciones sin apenas oposición. El país vive bajo el estado de emergencia desde entonces y están prohibidas las manifestaciones, por lo que supuso una gran sorpresa la cantidad de marchas que se organización el viernes por la noche.
Desde su llegada al poder, El-Sisi ha silenciado con puño de hierro cualquier voz de la disidencia y su represión ha estado especialmente orientada a los Hermanos Musulmanes. Algunos periodistas locales apuntaron a la posibilidad de la falta de sintonía dentro de cúpula militar del país como motivo para permitir este tipo de manifestaciones. La participación no fue masiva, pero resultaron simbólicas y podrían ser el comienzo de un movimiento más amplio.
Las protestas se organizaron a través de las redes sociales y el impulsor fue Mohamed Aly, un empresario de la construcción egipcio exiliado en Barcelona. Desde hace semanas cuelga en Facebook vídeos contra El-Sisi y toda la cúpula de poder de Egipto a la que acusa de corrupción y de derrochar el dinero público en un momento muy delicado para la economía nacional. Aly, dueño de la constructora Amlaak, denuncia que las autoridades le deben millones de libras egipcias. Desde 2016 el Gobierno ha impuesto unas medidas de austeridad severas y uno de cada tres egipcios vive por debajo del umbral de pobreza, con menos de 1,40 dólares al día, según datos oficiales publicados en julio.
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