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gerardo elorriaga
Domingo, 27 de marzo 2022, 00:18
Grace Mugabe ya puede alzar el vuelo. La Unión Europea ha levantado las sanciones financieras y la prohibición de viajar al Viejo Continente que pesaban sobre la viuda del fallecido ex dirigente de Zimbabue. En cualquier caso, no parece claro que la antigua mujer más ... poderosa pueda regresar de inmediato a las tiendas de lujo de París, Londres o Hong Kong. El régimen la ha condenado al ostracismo, aunque ella necesita urgentemente reanudar las compras habituales, sobre todo aquellas destinadas a sus pequeños pies. 'Gucci Grace', como es llamada, precisa hacerse con unos Ferragamo como Carrie Bradshaw, la protagonista de 'Sexo en Nueva York', anhelaba sus Manolo Blahnik de afilado tacón.
Curiosamente, la decisión de Bruselas se produce sin que haya mejorado la situación de los derechos humanos en el país africano. La medida, que beneficia a varios dirigentes, se antoja una concesión para acercar posturas con su atribulado gobierno. Zimbabue sufre una situación económica catastrófica, generada por una élite nativa que condujo a la antigua colonia británica desde un sistema de 'apartheid' al caos más absoluto.
La pareja presidencial fue la responsable de este estrepitoso fracaso y el azar ha influido notoriamente. Nada hacía pensar que Grace Ntombizodwa Marufu, hija de un inmigrante zimbabuo en Sudáfrica, tuviera algún día que temer la censura de un gobierno extranjero o que coleccionara sandalias y botines de una reputada marca italiana. Simplemente, tocó la tecla adecuada, en sentido literal y figurado. Aquella joven esposa de un piloto de la exigua Fuerza Aérea nativa hizo un curso de mecanógrafa que la condujo en 1980 a la oficina personal del presidente. Fue entonces cuando su marido fue enviado como agregado militar a la embajada en China, donde recibió los papeles del divorcio, y la secretaria inició una meteórica ascensión al estrellato local.
Había algunos impedimentos conyugales, pero no fueron determinantes. El presidente Mugabe estaba casado con Sally Hayfron, reputada ex guerrillera y gravemente enferma. Su único hijo había fallecido y la tradición xhona exige descendencia. Antes de que la primera mujer falleciera, Grace ya había concebido dos con el dirigente, 41 años mayor que su amante, y un tercero después del enlace, una fastuosa ceremonia que reunió en 1996 a 15.000 invitados, incluido Nelson Mandela.
El destino de la recién desposada se antojaba el habitual en una Primera Dama de un país sumido en la corrupción. La ocasión para hacer pingües negocios resultaba propicia. En 2000, el Ejecutivo despojó a la minoría blanca de sus propiedades en aras de una reforma de la propiedad. La presunta reforma agraria escondía una rapiña. Los cuadros del partido gubernamental ZANU se apropiaron de las mejores residencias y las tierras más fértiles. La señora de Mugabe adquirió terrenos por un valor ínfimo, erigió una mansión y la revendió nada menos que al coronel Gadafi. Además, su familia se hizo con diez granjas y hasta una empresa láctea. Luego llegó el tráfico de diamantes y la puesta en marcha de todo un emporio empresarial.
El país más próspero del continente se hundió. La hiperinflación devastó su sistema productivo y más de 2 millones de ciudadanos emigraron. Pero nada de eso cambió el estilo de vida de Robert Mugabe, uno de los líderes dentro del movimiento de los no alineados. La mujer del dirigente recibió los sobrenombres de 'Amazing Grace' o 'DisGrace', por su capacidad para el derroche en un Estado en ruinas. La construcción de 'Blue Roof', la ostentosa residencia presidencial, costó más de 10 millones de euros. Durante su construcción, el 80% de los zimbabuos carecía de empleo y tan sólo acudía a la escuela el 20% de la población infantil.
Podría haber sido una más, otra cónyuge de político venal, pero al filo de los noventa años, el presidente fue consciente de la necesidad de relevo y la candidata estaba al otro lado de la cama. Grace asumió la función con entusiasmo. La pareja presidencial vestía igual con trajes estampados que apelaban a la situación política.
Grace no calculó sus fuerzas en la carrera hacia el poder. Su personalidad exuberante y un tanto rijosa se impuso. La aspirante a presidenta se mostró capaz de conseguir un doctorado en Filosofía sin ningún tipo de credencial, azotar a una modelo en Johannesburgo, denigrar a la vicepresidenta Joyce Mujuru al tacharla de 'Señora 10%' por las presuntas comisiones que cobraba o tachar de serpiente al vicepresidente Emmerson Mnangagwa, más conocido como 'el Cocodrilo', y forzar su destitución.
Pero los saurios, ya se sabe, se sumergen en las aguas turbias y llevan a cabo ataques letales para sus presas. En 2017, los Mugabe fueron sorprendidos por un golpe de Estado, instigado por el rival, que acabó con su larga hegemonía. Dos años después, el anciano caudillo fallecía en una clínica de Singapur.
Grace se quedó sola en Gracelands, un complejo de su propiedad situado a 40 kilómetros de la capital Harare donde, al parecer, ha penado hasta ahora el confinamiento forzado por el gobierno de Mnangagwa. La noticia de su perdón por la Unión Europea no parece que vaya a cambiar su situación. El actual régimen se muestra partidario de que mantenga un perfil bajo. Los Ferragamo tendrán que esperar.
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