El ejército maliense arresta al presidente y al primer ministro

La detención de los dos políticos se antoja la respuesta de la cúpula militar a la reciente destitución de los coroneles Sadio Camara y Modibo Kone, titulares de las carteras de Defensa y Seguridad. En los últimos días, el gobierno de transición que dirigía el país pretendía ampliar su base social con la incorporación de nuevos elementos de la sociedad civil y, al parecer, de la tutela castrense. La rápida reacción de Goïta demuestra la firme posición de los militares, que han prometido la formación de un nuevo gabinete para dirigir a la república africana hasta los prometidos comicios de 2022.

El descrédito de la clase política se ha convertido en uno de los grandes problemas del país, víctima del yihadismo que asola el Sahel. La sociedad maliense desconfía de una elite que ha mostrado su incapacidad para hacer frente a la rebelión islamista y los conflictos intertribales, la corrupción que lastra a la Administración y la miseria abrumadora de la mayoría de la población, un problema que se halla en la base de su profunda inestabilidad.

El Ejército podría encontrarse actualmente en fase de negociación con el Movimiento 5 de Junio-Agrupación de Fuerzas Patrióticas (M5-RPF), heterogénea plataforma política que, durante el pasado año, protagonizó masivas protestas en la capital Bamako. Esta formación está liderada por el imán salafista Mahmoud Dicko y ha sabido capitalizar el descontento popular. Su propuesta aboga por el diálogo con los grupos armados y la refundación del Ejército, cuestiones complejas. Además, la oposición convencional se ha quedado sin su máximo dirigente, Soumaila Cissé, secuestrado en marzo de 2020 durante la última campaña electoral y posteriormente liberado, aunque falleció de Covid-19 hace cinco meses.