Esta sociedad necesita una vuelta de tuerca. Los actores que la componen deben cobrar mayor protagonismo y no dejar toda la carga a la clase política. Se requiere más opinión del empresario, del técnico de una industria, del agricultor…
Esa pésima costumbre de echar la culpa de todo a los políticos –como si fueran Yoko Ono– debemos erradicarla. No digo que no tengan que cumplir con sus obligaciones, que, por supuesto que las tienen y la primera se llama predicar con el ejemplo, pero entre todos deberíamos hacer el esfuerzo de cambiar. También nosotros, la sociedad civil, porque, si no, cada vez menos gente valiosa se prestará a acudir a puestos de responsabilidad en la función pública.
En esta crisis de la covid-19 quedado claro que tenemos una visión distorsionada de nosotros mismos, individualista y en la que siempre vamos a ser mejores que el de enfrente. Esta sociedad necesita una vuelta de tuerca. Para empezar porque los actores que la componen deben cobrar mayor protagonismo y no dejar toda la carga –que en ocasiones es una mochila llena de piedras– a la clase política. Se requiere más sociedad civil, más opinión del empresario, del técnico de una industria, del agricultor que tiene una explotación… Más Castilla y León.
Un ecosistema a gobernar
En el terreno nacional, Castilla y León ha demostrado con creces su lealtad a un proyecto que es España y al que hay quien no se cansa de lanzar petardos. No se entiende de otra manera que, con la que está cayendo, la puesta en marcha de una medida de evidente y necesario carácter social, como es el Ingreso Mínimo Vital, no traiga anexos de responsabilidades para sus beneficiarios. ¿No es mejor dar trabajo con la autoestima que eso crea, que aplicar ese IMV por decreto? Creo que algo falla en la España de las oportunidades, en la que los derechos están muy por encima de las obligaciones.
A ello se suma la evidente desigualdad con la que los diferentes gobiernos abordan el tablero nacional, en el que hay territorios que acumulan mayor riqueza, servicios y población, pero donde hay otros infravalorados que pueden aportar enormes recursos y soluciones al conjunto del mapa. Hablo, en particular y como es lógico, de Castilla y León. La comunidad autónoma más grande de España, una de las que mayor tasa de envejecimiento acumula, pero también una referencia en sectores como la industria o la educación. La pena es que muchos de los talentos que se forman aquí, en nuestros colegios y universidades, tengan que marcharse por falta de oportunidades.
«Por el sentido de responsabilidad y utilidad que nos mueve, creíamos que debíamos estar al lado de aquellos empresarios a los que sabíamos que esto iba a afectar de manera especial»
CÉSAR PONTVIANNE
Creo que se pueden sentar las bases de industrias concretas en Castilla y León. Es cierto que dependemos de inversiones externas que atañen a porcentajes importantes de nuestro PIB, pero disponemos de áreas que aún tienen un enorme recorrido como la agroalimentación que, estoy convencido, van a seguir aportándonos satisfacciones. A esa industria, por cierto, se pueden ir añadiendo capas, con vistas a robustecer algo de lo que también podemos presumir: contamos con uno de los patrimonios naturales más potentes de Europa, con masas forestales únicas y espacios singulares de los que presumir.
Por no hablar, claro está, de los recursos culturales. ¿Sabía que Castilla y León acumula más de la mitad de los bienes culturales de toda España y es la región con más bienes Patrimonio de la Humanidad? Esto da una muestra de las posibilidades que tenemos para afrontar un futuro que sigue siendo, por antonomasia, una incertidumbre. De hecho, quién nos iba a decir que estaríamos en esta situación hace apenas unos meses.
Soluciones sobre la mesa
Para afrontar el futuro hay que poner palos que levanten la estructura, no emplearlos para frenar las ruedas cuando giran. Creo que, en este sentido, hay que plantearse echar mano de la valía, de los valores en realidad, como se ha hecho en muchos capítulos de esta crisis. En otros ámbitos, por cierto, eso no ha ocurrido. No se entiende que miles de funcionarios hayan visto solo por televisión lo ocurrido, cuando otros estaban en la primera línea de la batalla.
Todos nos hemos puesto en la piel de esos sanitarios, de esas familias que han tenido que decir adiós para siempre a sus seres queridos. En la distancia. Lo hemos hecho. Creo que también en la de los reponedores de supermercados, de quienes limpiaban oficinas u hospitales o de quien ha permanecido día y noche dando servicio para que no nos faltara algo tan básico como el agua. Sin olvidar, por cierto, a los trabajadores de la banca, tan denostados durante la pasada crisis y que en ésta han demostrado su enorme valía, dejando a sus familias en casa para ir a trabajar como trabajadores esenciales que son. No debería olvidarse esto.
Ahora estamos en el siguiente nivel, por lo que la necesidad más perentoria es dar soluciones a las empresas, que son el soporte vital básico de una sociedad, la nuestra, que no siempre ha sabido ver el valor de un tejido productivo que se cose a partir de pymes, autónomos y cada vez más emprendedores.
«Castilla y León ha demostrado con creces su lealtad a un proyecto que es España y al que hay quien no se cansa de lanzar petardos»
CÉSAR PONTVIANNE
Esas empresas, por cierto, esos empresarios a los que durante mucho tiempo se ha señalado con el dedo y se ha tratado de demacrar por ciertos sectores de la sociedad, y que tanto tienen que ver con la creación y mantenimiento del empleo.
Hemos pasado la crisis sanitaria y es ahora cuando los empresarios de todos los niveles, verdaderos expertos en la gestión, tienen que tener voz y voto para afrontar la reconstrucción.
Sé que no soy políticamente correcto, pero en el contexto en que nos encontramos, se trata de buscar avanzar, con miedo, como es normal, pero considero que, poniendo esas piedras en el camino, esos palos en las ruedas, lo único que haremos será quedarnos en la cuneta. El peor lugar en el que se puede acabar. Y, a mi entender, si la empresa falla, el empleo falla también.
Con estas premisas, la de otorgar a las pymes la importancia que se las debe reconocer, en Iberaval llevamos meses trabajando de una manera intensísima para hacer todo lo posible por nuestros socios y por aquellas empresas que acuden a nosotros por vez primera.
En este periodo hemos aprobado miles de expedientes, fundamentalmente porque sociedades de garantía como Iberaval, en el pelotón de cabeza en lo que a actividad se refiere en toda España, se ha volcado en inyectar recursos a iniciativas viables. Esa es la clave, la viabilidad. Había empresas con la soga al cuello cuando todo esto empezó y esas pymes tendrán difícil superar la crisis.
Pero, por el sentido de responsabilidad y utilidad que nos mueve, creíamos que debíamos estar al lado de aquellos empresarios a los que sabíamos que esto iba a afectar de manera especial. A muchos de ellos hemos arropado. Y han sabido entender que es mejor afrontar una financiación con un pequeño coste que perder un proyecto en el que han invertido mucho tiempo y dinero. De hecho, nos han agradecido que acudiésemos a apoyarles desde el minuto 0. Nosotros también hemos valorado que hayan entendido que es ahora el momento de financiarse, porque es probable que en unos meses el motor del crédito esté gripado.
Iberaval ha contado con potentes aliados para afrontar esta situación, en particular la Junta de Castilla y León, a partir del Instituto para la Competitividad Empresarial (ICE), y la Compañía Española de Reafianzamiento (CERSA), que depende del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. A través de sus mecanismos han inyectado fondos finalistas que ha canalizado nuestra sociedad de garantía, pero ha ido directa a las pymes.
Los empleados, la institución… Iberaval está dando el do de pecho a lo largo de toda esta crisis. Ha demostrado su #CompromisoIberaval.
Es el momento de que la sociedad demuestre también el suyo.
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