Digitalización y covid-19

La mayoría versan sobre los muchos efectos que ha tenido el Covid-19 en la digitalización acelerada de la sociedad a lo largo y ancho del globo. Unánimemente coinciden en sus análisis en que la pandemia ha provocado una aceleración en la digitalización de la sociedad como nunca nadie pudo imaginar. De modo muy sucinto los relato a continuación. La mayoría de los autores destacan cuatro efectos principales:

- El teletrabajo al que se han visto abocados por necesidad millones de empresas y sus trabajadores, de los más diversos sectores. Todos coinciden en que ha venido para quedarse.

- La variante del teletrabajo para los que estudian. La tele formación, formación virtual, aula virtual, tele colegio, formación online o como ustedes quieran llamarlo. Que ha puesto al límite el sistema educativo de muchos países……y la resiliencia de profesores, alumnos, padres y madres. ¡Santa paciencia! Y que sinceramente, espero no haya venido para quedarse.

- El auge del comercio online. Entre otras cosas porque el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declaró el estado de alarma, decretaba en el artículo 10, el cierre de todos los establecimientos comerciales minoristas que no se considerasen esenciales y que dejó como única alternativa para adquirir algo tan poco 'esencial' como un frigorífico o una lavadora, la compra online. El miedo al contagio hizo el resto y entre otras, una de las consecuencias ha sido el hecho de que Jeff Bezos, fundador y dueño de Amazon ha batido su propio record de riqueza. ¡Algo más de 170.000 millones de Dólares de fortuna!

- Por último, pero no menos importante, las relaciones online. El confinamiento ha obligado a comunicarnos con amigos y seres queridos a través de todo tipo de recursos online. En algunos casos, para cosas tan tristes como despedirse de un familiar que estaba en el hospital o en una residencia y en otros, la mayoría, para temas mucho más felices.

Es más que evidente y así lo reconoce todo el mundo. Covid-19 ha hecho más por la digitalización de la sociedad en apenas unos meses, que todo el trabajo hecho por empresas y organismos públicos en los últimos 15 años. Sin embargo, no son estos aspectos los que a mí personalmente más me han llamado la atención.

El efecto más llamativo en opinión, es lo que yo llamaría 'la convergencia digital intergeneracional'. Trato de explicarme.

Tal y como tuve la oportunidad de contar en el evento 60+ Activos que esta casa organizó en junio del 2019, se suelen segmentar las generaciones en función de sus capacidades digitales. Se llama Baby boomers o análogos a los nacidos entre 1946 y 1964, Generación X o inmigrantes digitales entre 1964 y 1979, Generación Y o 'milennials' (nativos digitales) entre 1980 y el 2000, generación Z o generación internet entre el 2000 y el 2010 y generación Alpha, los hijos de los milennials, a los nacidos a partir del 2011 que nacieron con una pantalla táctil bajo el brazo. Seis generaciones distintas con diferentes capacidades digitales.

Seis generaciones que por primera vez en la historia se han visto confinados todos al tiempo durante un largo periodo. ¡Y se produjo el milagro! Abuelos, padres, hijos, nietos y biznietos, todos en casa y con la única posibilidad de utilizar la tecnología para hacer lo que hacían antes.

Y así, como quien no quiere la cosa, la hija que llama a la madre porque su nieta la quiere ver. Y la nieta que le explica a la abuela que ahora la llama por whatssap y ahí tienes a madre, abuela y nieta haciendo una videoconferencia. Y la abuela que será análoga, pero no tonta, aprende que puede ver a sus amigas del pueblo y a su prima la de Barcelona con el móvil y acaban quedando para hacer la partida de mus por videochat, antes de las ocho, que hay que aplaudir.

El padre, que lleva toda la vida con su ordenador en la oficina (ese que al principio tenía pantalla con culo de fosforo verde) y van y le dicen que se tiene que ir a casa a tele trabajar y uno de esos milennials le da un portátil, un monitor, teclado y ratón y le dice que se tiene que conectar a no sé qué VPN de la empresa. Y ahí está el hombre con sus cacharros en el salón tratando de replicar su oficina, cuando su hijo, el nativo digital, le dice aquello de: ¡Papá que no te enteras!. Que si esto se conecta con el cable hdmi, aquello con el vga, que ahora te pongo la wifi y te conecto a la VPN y el padre que será inmigrante digital, pero tampoco es tonto, acaba trabajando desde casa con dos o tres pantallas. ¡Que le ha pillado el gusto!. Y haciendo zooms y teams a diestro y siniestro porque algunos no entienden que teletrabajo no es «todo el tiempo trabajo».

El hijo que va y se queda sin clase, pero los profes, que intentan que siga aprendiendo, mandan tareas, cada cual a su tiempo y por un sistema distinto y ellos, pobrecitos, acostumbrados a jugar a la consola, mientras ven una peli en la tablet y chatean por el móvil, se ven desbordados porque no saben cómo organizarse para atenderlas todas a la vez. Y claro, el o la inmigrante digital, entre la videoconferencia urgente con el jefe, poner la lavadora y hacer la comida, se tiene que poner a ayudar a su pequeño nativo digital a hacerse un calendario de tareas y de paso, enseñarle al retoño que cuando la profesora pide un trabajo en Word con 5000 caracteres con espacios e interlineado doble, no es una clave para desbloquear un arma nueva en el fornite, sino que hay que sentarse delante del ordenador a teclear. ¡! oh my god!! . Y el niño que aprende mecanografía y que si no se aplica, el próximo inmigrante digital será él. ¡Creo que me entienden!

Y así, la próxima vez que nos metan en casa, análogos, inmigrantes digitales, milennials, nativos digitales y la generación alpha, sabremos hacer todos unos cursos de patrón de barco por streaming por si acaso hay un apocalipsis zombi y hay que coger la Leyenda del Pisuerga y navegar rio abajo hasta altamar para sobrevivir.