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ana santos/Mujerhoy
Sábado, 31 de marzo 2018, 08:07
Septiembre de 2008. Nueva York. Una suite del hotel Waldorf Astoria. Victoria Beckham está a punto de presentar su primera colección como diseñadora ante un pequeño grupo de personas influyentes en el mundo de la moda: periodistas, directivos de grandes almacenes, estilistas... La expectación se ... palpa en el ambiente. Pero, sobre todo, el escepticismo. Cualquiera que se hubiera atrevido a aventurar en ese momento que lo que estaban a punto de ver podía merecer la pena hubiera sido tachado, como mínimo, de iluso.
¿Cómo una excantante, por muy spice pija que fuera, y antigua WAG (mujer de futbolista) que había perpetrado más de un atentado contra el buen gusto y a la que no se le conocía la más mínima formación en moda podía convertirse en una diseñadora digna de tener en cuenta? Pero si en los terrenos de juego donde desplegaba su talento el bueno de David Beckham a veces salta la sorpresa, ¿por qué no puede ocurrir lo mismo en un escenario como la industria de la moda? (Más información en Mujerhoy.com)
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