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Joaquina Dueñas
Madrid
Lunes, 29 de marzo 2021, 00:17
«Acabamos de recibir una nota de audio de Rocío Carrasco», así arrancaba el segundo programa de la serie 'Rocío, hablar para seguir viva', en la que la hija de la más grande relata su vida desde que conociera al padre de sus hijos, Antonio ... David, que emitía los episodios dos y tres. En ese mensaje se escuchaba un esperado mensaje de la protagonista en el que decía estar bien «en mi casa con los míos» y también reconocía estar «un pelín desbordada por lo acontecido». Rocío se decía «tranquila y serena», así como fuerte: «Tengo fuerza y estoy fuerte para seguir con mi relato», terminaba, no sin antes agradecer todas las muestras de apoyo y, sobre todo, «a esas mujeres que se hayan sentido identificadas con mi relato».
El segundo episodio, que como todos, tiene por título una canción de Rocío Jurado, respondía al nombre de 'Se nos rompió el amor' y abarcaba desde el 29 de marzo de 1996 hasta agosto de 1998. Una etapa que comienza cuando ella descubre que está embarazada. Un momento que cuenta entre lágrimas desconsoladas e incontrolables y que describe como «uno de los momentos más felices de mi vida con 18 años porque iba a cumplir uno de mis sueños». «Para mí es lo más importante y lo más grande que me podía pasar», decía.
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Una historia repleta de traiciones por parte de propios y ajenos. La primera cuando se entera de que está embarazada haciéndose un predictor en Argentona y le pide a su amiga Cristina Cárdenas que le ayude a confirmarlo, ocasión que según Rocío, aprovecha ella para contarlo a las revistas.
La segunda, de su padre que al recibir la noticia, le responde «con un bofetón» y luego con un abrazo mientras le decía: «ha conseguido lo que quería». La tercera llega con su luna de miel, cuando solo su tío Amador y el director de la revista Hola de entonces sabían el destino y sin embargo, otro fotógrafo dio con la pareja en su romántico destino de Islas Mauricio y rompe la exclusiva acordada con la publicación. Una exclusiva que según contaba «sirvió exclusivamente para pagar la boda» y que tuvo un valor superior a los treinta millones de pesetas (más de 180.000 euros) que además de para pagar al boda «quien estaba haciendo de intermediario se llevaba un beneficio», asegura. «A mi madre se lo digo de soslayo y con él (Amador) tengo una conversación y lo corroboro con una persona de la revista». Desde ese momento, la relación con su tío cambia: «Tengo una conversación que no termina muy bien porque él quería ser mi representante y llego a la conclusión de que no voy a trabajar con él porque eso no lo quiero», asegura rotunda.
En su segundo embarazo llegó la traición definitiva cuando en están pasando el verano en Chipiona. A mediados de julio «empiezo a ver cosas que no me gustan con una determinada chica que se llamaba Sonsoles», cuenta y continúa que estando con sus amigos y primos, Antonio David se va a pedir una copa y cuando tarda más de la cuenta, Rociíto decide ir a buscarlo. «Me lo encontré comiéndose la boca con la tía y el caso es que él me ve», dice en un relato estremecedor. «Yo salgo corriendo del bar y salgo llorando, me da un ataque y me empieza a doler mucho la barriga y empiezo a tener como pinchazos como si fueran contracciones y solo decía yo me quiero ir», detalla nerviosa para añadir que él sale tras ella y le dice las palabras que han sido repetidas en varias ocasiones durante los cebos del programa: «estás loca, a ti el embarazo te está afectando a la cabeza».
Un terrible episodio que se agrava por ser una doble traición ya que sus amigos y familiares, según cuenta, eran conocedores de esa situación: «Luego me enteré de que lo sabía todo el pueblo, lo sabía todo el mundo menos yo hasta que lo vi», afirma y subraya: «Lo sabían mis primos, lo sabía mi prima que era amiga de Sonsoles». Ese fue el punto de inflexión en el que decidió que su relación con Antonio David se había terminado sin embargo, ese convencimiento no le ayudó a evitar ataques de pánico, contracciones de parto, pinchazos y dolores al sentir la traición, no como mujer sino «como madre, porque yo estaba embarazada de él y él estaba utilizando ese embarazo para decirme ya estaba loca y que lo que estaba viendo no era real». Una situación en la que además tiene que escuchar cómo la gente desde la calle le grita hacia su ventana «eres una cierva embarazada».
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