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Rocío Carrasco, en un anuncio promocional sobre su documental. T5
«Mi madre falleció pensando que tendría que pagar a Antonio David 1.000 millones de pesetas»

«Mi madre falleció pensando que tendría que pagar a Antonio David 1.000 millones de pesetas»

documental controvertido ·

Según cuenta Rocío Carrasco, la cantante hizo unas comentarios 'off the record' en una televisión argentina tachando a su aún yerno de «nefasto» y «darle mala vida» a su hija

joaquina dueñas

Madrid

Lunes, 5 de abril 2021, 02:06

En este episodio número 5 del controvertido documental sobre la vida de Rocío Carrasco, con el título 'A que no te vas' se sumaba a la trama un nuevo personaje, Emilio Rodríguez Menéndez, un abogado que vivió su mayor gloria televisiva a finales de los ... años 90 y en los 2000 con la sombra de comportamientos poco éticos sobre su persona a cada paso que daba. El polémico letrado se convirtió en el azote de la familia Jurado en los despachos y en los platós de televisión, tanto que llegó a fundar una revista en la que cada semana publicaba noticias de dudosa veracidad con el objeto de desprestigiar a la familia de Rocío y a sus allegados, como María Teresa Campos.

Su madre, la cantante Rocío Jurado, estaba entonces en Argentina en un programa de televisión y según su hija, «pensando que estaba en publicidad hace una serie de comentarios en los que califica a Antonio David de nefasto» y le acusa de «perseguir a su hija», «de darle mala vida» y de querer quitarle a los hijos. Razón por la que su todavía marido le interpone a Rocío Jurado una demanda de 1.000 millones de pesetas. «Mi madre se murió pensando que se los iba a tener que pagar por haber dicho una verdad como un templo, que me maltrataba, que me iba a quitar a mis hijos y se quedó corta», afirma rotunda.

Pero antes de eso, el episodio arranca con el terrible accidente de tráfico que tuvieron Rocío Carrasco y Fidel Albiac cuando regresan de comer de Rascafría, un pueblo de la sierre madrileña, como consecuencia del cual dieron varias vueltas de campaña. Rocío fue trasladada al hospital 12 de Octubre de la capital en helicóptero y a él se lo llevaron en ambulancia. Entre lágrimas recuerda su preocupación por Fidel cuando estaba en el centro sanitario donde ella estuvo varios días en coma inducido.

Distanciamiento de su padre

Mientras ella estaba ingresada, Rocío acusa a sus padres de no dejar que atendieran adecuadamente a Fidel y asegura que su padre le dijo a su actual marido que era mejor que se fuera del hospital. «Todos ellos se permitieron el lujo de hacer eso porque se pensaban que yo me iba a morir, si no, no tiene ninguno cojones de sacarlo del hospital. Le echaron la culpa a él ¿Qué humanidad? Eso no se hace con nadie», se lamenta.

Desde entonces, la relación con su padre cambió a peor durante mucho tiempo, más aún después de saber que junto a su tío Amador, a su tío Juan y al marido de su madre, José Ortega Cano, había «sacado» a Fidel de su casa. «Ninguno tenía derecho porque esa era mi casa», espeta.

Uno de los que pasó a visitarla fue su exmarido, que según ella «también hizo caja» con el accidente, presentándose en el hospital en varias ocasiones. Sin embargo, ella sigue adelante con fuerza: «Desde que abro el ojo mando yo: determino qué tengo que hacer y cómo lo voy a hacer, si los niños vienen o no al hospital y yo no quería que vinieran y me vieran en una cama de hospital igual que no quise que vieran a mi madre. Yo decido quien está dentro de la habitación y quién no, quién está fuera y quién no».

Al salir del hospital pasa un par de días en casa de su madre y luego regresa a su piso donde comienza a vivir con Fidel definitivamente. Una historia que llega hasta hoy y en la que hay otro accidente de tráfico poco después del primero en el que tienen que operar a Fidel, momento en el que Rocío pierde los nervios con los fotógrafos fruto de la tensión que venía viviendo durante meses.

La presencia continuada de innumerables medios de comunicación comienza a ser insostenible. Rociíto asegura que la niña, incluso a pesar de ser muy pequeña, se siente ya «perseguida» por los medios. Llega a escribir a Javier Urra, por entonces defensor de menor, diciendo que el padre se está dedicando a desprestigiarme y lo que mis hijos están viviendo rodeados de medios de comunicación. «Pero a mí no me auxilia nadie», se queja, «solo me remiten a las acciones legales que yo ya sabía», lamenta.

La sentencia del divorcio

Rocío dibuja un Antonio David maquiavélico ya capaz de crear una trama de desprestigio hacia ella hasta tal punto que recurre la sentencia en primera instancia del 15 enero de 2001 en la que le otorgan a ella la custodia y establece una pensión de 70.000 por cada uno de los hijos. Aparece entonces la figura de Emilio Rodríguez Menéndez y asegura que «del miedo se pasa al terror».

Rocío dice que este abogado tenía contactos en todas las esferas y realizó acciones como la filtración del video de Perdo J. Ramírez. «Era terrorífico» y lo describe como una persona «sin ningún tipo de escrúpulo». Aun así, asegura que es Antonio David quien utiliza a Emilio Rodríguez Menendez.

Relata aquellos días como «terroríficos». «Empiezo a tener llamadas muy extrañas, de gente que conocía y de gente que no conocía. ¡Nuria Bermúdez llama a mi casa para darme información de algo que me iba a servir para la separación!», exclama. «Era una situación terrorífica, de no dormir por la noche. Miraba el coche, miraba la casa, miraba todo. No sabíamos lo que nos podía pasar», continua y asegura que con todo ese terror, todo el que estaba a mi lado, desaparece, todo menos Fidel, al que llegan a acusar de tráfico de drogas y de negocios relacionados con la prostitución.

El objetivo, sostiene Rocío Carrasco, era «dejarme sola y aislarme». Sin embargo, se ilumina cada vez que habla de su marido que nunca se alejó de su lado a pesar de los terribles momentos vividos. Con él, dice que «llegó la luz, llegó la ilusión, llegó el amor, llegó el apoyo, llegó la comprensión, llegaron muchísimas cosas buenas».

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