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Lunes, 6 de noviembre 2017
Dicen de ella que hace del reciclar un arte. Que combina piezas nuevas con otras ya usadas como ninguna otra. Pero nunca se había dado el caso de que, más de una década después, doña Letizia se decidiera, y para una cena de gala, por ... un diseño que ya parecía desterrado de su ropero. Para la cena de honor al presidente de Israel, en el Palacio Real, la Reina se reencontró con un Lorenzo Caprile, con el modista que la vistió para su debut ante la realeza europea en mayo de 2004, en Dinamarca, justo una semana antes de su boda con el entonces Príncipe de Asturias.
Doña Letizia vistió la falda, inconfundible, realizada con un mantón de manila (negro con flores en blanco) y corpiño negro. La falda la estrenó en octubre de 2004, en Nueva York, combinada con una blusa de seda de color crudo. En julio de 2006, en las bodas de plata de los grandes duques de Luxemburgo, la acompañó del corpiño que lució este lunes. Repitió falda en septiembre de 2006, junto después de anunciarse su segundo embarazo, de nuevo con la blusa cruda. Y en diciembre de 2007, para otra recepción real, doña Letizia vistió la falda con un corpiño de pedrería blanco.
Este lunes, como complemento, se coronó la tiara floral (una de sus favoritas y más usadas en su etapa de princesa). En su muñeca izquierda, las pulseras gemelas, una de las joyas de pasar de Victoria Eugenia. Y unos pendientes largos de perlas, con base de brillantes, los mismos que lució la infanta Elena el día de su boda con Jaime de Marichalar.
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