enrique portocarrero
Jueves, 25 de febrero 2021, 00:10
La moda ha cambiado. La perfección, el refinamiento y el equilibrio en el estilo son ya cosas del pasado. Lo sabía bien Philippe Venet, el 'couturier' francés fallecido a los 90 años tras más de tres décadas en la sombra discreta y afectiva de Hubert ... de Givenchy, su compañero y cómplice en un concepto sublime de la belleza femenina.
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Venet había nacido en Lyon en 1931. Se inició muy joven en el taller de Pierre Court, una de las grandes casas de la ciudad que trabajaba en exclusiva con copias autorizadas de Cristóbal Balenciaga, el modisto vasco que en 1951 le pidió esperar un año para entrar como aprendiz en su taller. Impaciente por su desarrollo profesional, Venet prefirió aceptar primero la oferta de Jacques Fath y muy poco después la de Elsa Schiapparelli, donde coincidió con Hubert de Givenchy. Cuando este último abrió su propia casa de moda en 1953, Venet le acompañó como responsable principal del taller y desde 1954 a 1956 de la línea de 'prêt-à-porter'. Aun así, Venet también creó su propia marca en 1962 y hasta lanzó una línea de 'prêt-à-porter' que duró hasta 1972.
Retirado de la industria al mismo tiempo que Givenchy abandonaba la dirección de su casa en 1996, la complicidad vital de ambos ofreció un interminable testimonio de estilo y buen gusto en sus facetas como coleccionistas, decoradores de interiores e incluso en la organización de exposiciones dedicadas a la moda. Este último es el caso de la muestra de 2010 'Balenciaga, Venet y Givenchy', celebrada en el Château d'Haroué.
Como dice el director de colecciones del Museo Cristóbal Balenciaga, Igor Uría, «la admiración de Venet por el maestro de Getaria se inició durante sus años con Pierre Court y prosiguió a lo largo de su vida, llegando a ser un pilar importante en la consolidación de la fundación y el museo de Getaria». Aunque su nombre siempre estuvo asociado de forma secundaria al de Givenchy, su obra y su personalidad han sido destacables. «La elegancia profesional en cada una de sus prendas de sastrería marcaba una diferencia. Aunque tuvo una discreta repercusión en los medios, su obra entró en los mejores guardarropas internacionales gracias a sus trajes y abrigos, modelos de una elegancia impecable, de líneas simples y depuradas», apunta Uría.
En cuanto a su personalidad, «Venet fue un caballero en toda la extensión de la palabra. La discreción, el respeto y la elegancia personal en su imagen fueron las constantes de su vida», concluye.
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