miguel ángel afonso
Viernes, 8 de junio 2018, 17:24
Los eurofans ya están advertidos: «No reservéis aún vuelos ni hoteles en Israel». Es el tajante llamamiento de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), organismo responsable del Festival de Eurovisión, a todos aquellos que planifican sus vacaciones anuales en torno a la celebración del certamen ... con bastantes meses de antelación. El motivo es que Israel, el país vencedor este año en Lisboa con la canción de Netta Barzilai 'Toy', está empeñado en celebrarlo en Jerusalén en 2019. Una estrategia política que busca un reconocimiento de facto de la histórica urbe como capital de la nación hebrea, cuya parte oriental está en disputa con Palestina, lo que ha levantado ampollas en la organización.
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Una delegación de la UER viajó a Israel la semana pasada para recomendar la elección de otras ciudades como Tel Aviv o Haifa, con el objetivo de evitar una escalada de tensión entre palestinos e israelíes durante la celebración de Eurovisión, lo que dañaría a la marca. Pero discutieron hasta por la fecha, porque el ministro de Salud israelí, el ultraortodoxo Yaakov Litzman, solicitó que el concurso no infringiera las leyes religiosas ni pusiera en cuestión el Shabbat, el día de reposo santo, ya que la final estaba prevista para el sábado 11 de mayo. Una petición que se acabó aceptando a regañadientes.
Un ministro ultraortodoxo exigía que el certamen no se celebrara
el sábado, día sagrado
Y ayer, otro miembro del Gobierno de Benjamin Netanyahu volvió a echar leña al fuego. «Recomendaré al Gobierno que si Eurovisión no se puede celebrar en Jerusalén no seamos los anfitriones. La UER no puede decidir dónde celebrará Israel Eurovisión», dijo la ministra israelí de Cultura y Deportes, Miri Reguev, en una entrevista para el 'Jerusalem Post'. Fue ella también quien propuso la ciudad santa para acoger el partido amistoso entre las selecciones de fútbol de Israel y Argentina, encuentro programado para el miércoles pasado y que acabó siendo cancelado por las presiones de la Federación Palestina sobre los jugadores sudamericanos, en especial Leo Messi.
Aunque el festival ya fue acogido por Jerusalén en 1979 y 1999, este es un caso inédito en la historia de Eurovisión. El ganador siempre había organizado en su territorio el festival al año siguiente, excepto los Países Bajos en 1960, Francia en 1963, Mónaco en 1972, Luxemburgo en 1974 y la propia Israel en 1980. En todos los casos, por no poder asumir los costes de la organización. La BBC acudió al rescate y dichas ediciones se celebraron en territorio británico, excepto la última, que tuvo a La Haya como sede.
Por tanto, si Israel no cede, quedarían dos posibles salidas. Que se celebrara en Jerusalén, con un más que probable boicot por parte de muchos países -Irlanda, Suecia o Islandia ya han mostrado su descontento-, o que la UER elija a otra cadena organizadora, lo que podría llevar aparejada una sanción a la televisión pública hebrea (económica o con veto a su participación). El canal RTP portugués ya ha declarado que está «en condiciones de organizar otro Eurovisión», y también Chipre, segundo clasificado en la final de Lisboa. Otra solución contamplada es fijar la sede en un país del 'Big 5' (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y España), los que más fondos y 'share' televisivo aportan.
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