Desvelan los secretos del turbulento matrimonio de la princesa Margarita y Antony Armstrong-Jones

La relación entre la Princesa Margarita y Antony Armstrong-Jones, más conocido como Lord Snowdon, ha sido objeto de análisis y revelaciones a lo largo de los años. Recientemente, medios británicos han publicado nuevos detalles sobre su matrimonio, destacando las complejidades de su unión. Margarita, hermana menor de la Reina Isabel II, y Armstrong-Jones contrajeron matrimonio el 6 de mayo de 1960 en la Abadía de Westminster. Este enlace marcó un hito en la historia de la familia real británica, ya que él no provenía de la nobleza y era un destacado fotógrafo de sociedad.

Sin embargo, con el paso de los años, han salido a la luz aspectos que revelan que las diferencias sociales no fueron el único desafío en su matrimonio. Según informaciones recientes, Armstrong-Jones mantenía relaciones extramatrimoniales tanto con hombres como con mujeres, lo que contribuyó a la tensión constante en su relación. Estas revelaciones, además, apuntan a que el matrimonio estuvo marcado por infidelidades mutuas y conflictos frecuentes.

El escritor Tom Quinn describe cómo ambos manejaban estas situaciones: «Cuando la princesa mantenía una relación extramarital, se lo hacía saber a su marido, y él respondía de la misma manera. Incluso, en una ocasión, ella tuvo una relación con un amigo de él, y Armstrong-Jones decidió, deliberadamente, mantener también una relación con esa misma persona». Este tipo de dinámicas evidenciaba el carácter complicado de su convivencia.

A pesar de las dificultades, la pareja tuvo dos hijos: David y Sarah. Aunque se separaron oficialmente en 1978, lograron mantener una relación cordial en los años posteriores. Este vínculo quedó reflejado en el funeral de Margarita en 2002, donde Armstrong-Jones fue visto visiblemente emocionado mientras acompañaba el cortejo fúnebre que llevaba los restos de su exesposa.

El matrimonio entre la Princesa Margarita y Lord Snowdon sigue siendo un tema de interés histórico y humano, ya que pone de manifiesto los retos de combinar las expectativas de la realeza con las realidades de una relación marcada por personalidades intensas y una vida bajo el escrutinio público.