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A. paniagua
Lunes, 24 de junio 2019, 09:13
Para mirar frente a frente a Brahim Takioullah hay que subirse a una escalera de mano. Brahim, con una estatura de 2,46 metros, es el hombre más alto de Europa y el segundo del mundo, aunque pocos le arriendan la ganancia. Este gigante ... franco-marroquí debe de sentirse como Gulliver en el país de los liliputiense: desde arriba se contemplan con perspectiva las cosas. A vista de pájaro ver a los humanos da cierto vértigo porque las miserias se agrandan y las grandezas menguan. La vida de este hombre ciclópeo no es fácil. Es verdad que le han invitado a muchos sitios para verle y tocarle de cerca, pero esa hospitalidad se parece mucho a la de esos empresarios que exhibían en los circos de antes a la mujer barbuda o los gemelos siameses.
Alguna vez le han llegado a pedir 3.500 euros por un par de zapatos. Y es que calzarse gastando un 58 es complicado. Nada está hecho a la medida del coloso. Nuestro amigo no puede viajar en metro y mucho menos conducir, no por falta de conocimientos teóricos, que los tiene, pues aprobó el examen teórico, sino que porque no hay un maldito coche de autoescuela en que quepa.
La portentosa talla de Brahim Takioullah está registrada en el libro Guinness de los Récords. Lo que no figuran en este inventario de excentricidades son las bromas que le hace la gente, algunas sin ninguna gracia. Este último contratiempo se lo toma con calma, si bien Brahim quiere que todo el mundo sepa que ser una torre humana comporta penalidades. Por quinto año consecutivo ha organizado a mediados de junio «una marcha de las diferencias» en París, un desfile que ha contado con la presencia de un grupo de gigantes procedentes de todo el mundo. El objetivo que se persigue es mostrar que existen y propagar un mensaje de tolerancia, según informa AFP.
Brahim, de 37 años, empezó a crecer sin freno a partir de los 12 años. Entonces residía en Marruecos, donde nació. La razón de su altura obedece a un tumor benigno que libera un exceso de hormonas del crecimiento. Recién acabada la carrera de Geografía, Brahim viajó a Francia. Ahora trabaja en un parque de atracciones de los alrededores de París. Dispone de un apartamento a medida no muy lejos de su lugar de trabajo, con un techo de tres metros de altura, una cama de 2,80 y una bañera de 2,50.
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