Agatha rompe con Luismi y dice que es definitivo

No cabe duda de que la marquesa de Castelldosríus está dolida con el chatarrero. Se refugió en el amor del empresario tras su doloroso divorcio del periodista Pedro J. Ramírez, que en noviembre de 2016 la dejó por su actual pareja, después de 30 años de relación y dos hijos en común, a los tres meses de casarse. Todo iba aparentemente viento en popa hasta que el millonario dueño de Desguaces La Torre fue sorprendido por 'Lecturas' en actitud cariñosa con la actriz porno brasileña Marcia di Lele. Tras aislarse unas semanas en su casa de París, la modista decidió dar a Luismi una segunda oportunidad las pasadas navidades.

Sus declaraciones a la biblia de las revistas del corazón son el colmo de la paradoja. «Desde el primer minuto sabía cómo iba a acabar», admite. La decisión de romper no fue fácil, pero la otra parte ayudó: «He tomado yo la decisión, pero Luismi, de una manera consciente o inconsciente, me ha empujado a tomarla». Aunque está convencida de que su ya exnovio no le fue infiel, sí cree que la engañó: él le dijo que Marcia, a la que Agatha se refiere varias veces como 'Di Lela', se dedicaba al mundo del audiovisual, pero olvidó mencionar que no era, precisamente, una actriz de arte y ensayo. La aristócrata confiesa que le dio mucha rabia enterarse de que Marcia salió en televisión luciendo un pañuelo de su marca.

«Luismi se dio cuenta de que no podía hacer esas cosas si estaba conmigo, pero está acostumbrado a salir y divertirse», asegura. «Tiene una agenda de mujeres terroríficas que se quieren aprovechar de él. Ha sido una tontería, pero no una infidelidad. Lo que no estaba dispuesta es a que se hiciera un par de 'luismis' cada semana».

Nada en común

Ruiz de la Prada recuerda que al 'Rey de la Chatarra' se lo presentó Carmen Martínez-Bordiú y se muestra convencida de que, para la nieta de Franco, él fue «el hombre de su vida». A la empresaria, Premio Nacional de Diseño de Moda en 2017, también le ha marcado: la ruptura le está costando mucho esfuerzo. «Si me llama para cenar, sé que le diría que sí, y es lo que no quiero. Va a ser muy difícil no picar».

A la vista está, estos dos años ha habido chispa, algo que ni ella misma se explica: «No tenemos puntos en común. Mi vida es otra. Me gusta leer, ir a museos, la cultura. Pero estoy muy agradecida. Todo ha sido muy divertido, ha sido un regalo del cielo. Viviría todo otra vez porque me lo he pasado bomba».