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Vox se transformó el domingo pasado en un auténtico partido nacional, con 52 escaños en el Congreso, más de tres millones y medio de votos, y representación en Parlamento obtenida en trece de las diecisiete comunidades autónomas del país.
Sin embargo, sus bastiones, los territorios ... que convirtieron de golpe a la formación de Santiago Abascal –un partido que logró su primer cargo institucional hace solo once meses en los comicios andaluces– en la tercera fuerza política nacional están prácticamente todos ubicados en la mitad sur de España.
Hasta once provincias de Andalucía, Levante y Castilla-La Mancha, junto a la ciudad autónoma de Ceuta, le dieron un apoyo a Vox igual o superior al 20% de los votos emitidos, lo que supone que allí, como mínimo, recibió cinco puntos porcentuales por encima de la media de todo el país.
El partido ultraderechista consiguió escaños por 30 de las 52 provincias españolas, pero las dos únicas en las que triunfó fueron Ceuta, con un 35,2% –20 puntos por encima de la media–, y la Región de Murcia, con un 28%, donde fue la primera vez que ganaba un partido distinto de PP y PSOE desde la victoria de UCD en 1977.
La sigla de Abascal también superó el 20% de los votos en cuatro provincias andaluzas, con Almería y su 26,8% a la cabeza, y lo igualó en una quinta, Jaén. Sus otros tres feudos son Cádiz, Huelva y Granada. El resultado en esta autonomía fue tan bueno que se puede decir que quedaron empatados en el segundo lugar con el PP –solo les sacó 7.000 votos– y, de hecho, los electores andaluces le dieron uno de cada cuatro votos que logró en todo el país.
Los otros territorios españoles que dieron los mayores respaldos a Vox fueron Alicante, con un 19,7% de los votos, y cuatro de las cinco provincias de Castilla-La Mancha (Guadalajara, Toledo, Ciudad Real y Albacete), todas ellas con más del 20% de los sufragios
El territorio Vox, donde este partido fue tercera fuerza con claridad, se completa con Castilla-León, donde sacó diputado en cinco de las ocho provincias; la Comunidad Valenciana, con un apoyo del 18,5%; y la Comunidad de Madrid, con otro 18,4%. En Madrid, dado el gran volumen de población, logró uno de cada seis votos que recibió. Madrid más Andalucía y Valencia le dieron a Abascal el 55% de los sufragios.
La formación de ultraderecha fue el partido más beneficiado por el hundimiento de Ciudadanos, que, además de un importante trasvase de votos, le convirtió en tercera fuerza política en muchas provincias, lo que le metió de lleno en el reparto de los últimos escaños en juego.
El resultado de este vuelco es que las siglas de Abascal le arrebataron a los liberales de Albert Rivera hasta 28 de los 47 escaños en el Congreso que se dejó el domingo pasado, seis de cada diez pérdidas.
Las únicas autonomías donde Vox no logró representación fueron País Vasco –su mínimo apoyo, un 2,43%–, Navarra, Galicia, La Rioja y Melilla.
El despliegue nacional conseguido en menos de un año por la formación ultraconservadora se percibe también en otro dato. El domingo multiplicaron por cuatro el número de municipios en el que fueron el partido más votado en las elecciones generales del pasado 28 de abril. Pasaron de ganar en 72 municipios a hacerlo en 278, con especial incidencia en la Comunidad de Madrid, donde lograron la victoria en 61 ayuntamientos, lo que supone un tercio del total.
Buena parte de las ciudades más populosas en las que se impusieron en las generales tienen notables vínculos con el fenómeno de la inmigración. Así, fueron los vencedores en lugares como Algeciras (Cádiz), en Ceuta,en dos de los grandes centros de invernaderos de Almería (El Ejido y Roquetas de Mar), en la agrícola y conservera Molina de Segura (Murcia), o en Lepe (Huelva).
También tuvieron especial éxito en núcleos con acuartelamientos militares. Vencieron los comicios en una base de la Armada, como Cartagena, un centro de formación de la Guardia Civil, como Valdemoro (Madrid), y fueron segunda fuerza con grandes ascensos en Rota (Cádiz), Ronda (Málaga) o Viator (Almería). Entroncando con lo logrado por movimientos afines en Francia o Italia, también fueron segunda fuerza en algunas grandes ciudades del 'cinturón rojo' madrileño, como Fuenlabrada, Pinto y Parla.
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