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Pedro Sánchez, celebra la victoria en las elecciones ante la sede del PSOE, en la calle Ferraz de Madrid.
Sánchez desechó el pacto con el PP por el coste y el rechazo de su electorado

Sánchez desechó el pacto con el PP por el coste y el rechazo de su electorado

El candidato socialista sopesó los pros y contras y decidió que el pacto con Iglesias puede servir para la legislatura, pero con Casado era inviable

Miércoles, 13 de noviembre 2019, 19:11

Antes de las elecciones entre los dirigentes del PSOE y del PP era moneda corriente hablar de la gran coalición, no tanto para gobernar como para solventar la investidura y romper el bloqueo. Pedro Sánchez también reconocía que era una alternativa factible, y durante ... la campaña reclamó en mítines y entrevistas la abstención de los populares. Pero la noche electoral todo cambió.

El líder socialista leyó los resultados en clave de enmienda a la totalidad de su electorado a la negativa a pactar con Pablo Iglesias el verano pasado. Había también un segundo factor, el alto precio que Pablo Casado iba a exigir para facilitar su investidura. Además de una serie de acuerdos de Estado que no serían fáciles de consensuar, el líder de los populares ya anticipó que los socialistas tenían que romper sus 40 acuerdos municipales en Cataluña, incluido el de la Diputación de Barcelona, con las fuerzas soberanistas. El PSOE, además, tenía que liquidar el acuerdo con los nacionalistas en Navarra que posibilitó que María Chivite se convirtiera en presidenta de la comunidad foral. Dos pasos que Sánchez de ninguna manera estaba dispuesto a dar.

Pero con ser los pactos de Estado y la ruptura de los pactos una factura abultada, pesó más en su decisión de buscar el acuerdo con Unidas Podemos los números que arrojaron las urnas y que ratificaron, a su entender, la apuesta de la militancia por el entendimiento con los de Iglesias. Los resultados volvieron a señalar que la vía de la izquierda era la más factible y la más sencilla para seguir en la Moncloa. Ya lo dijeron en abril, pero el líder del PSOE se empeñó en gobernar en solitario.

«Con Casado, no»

Sus votantes, interpretó, le dijeron que no a esa estrategia, que el entendimiento natural del PSOE era con la izquierda. No es que influyera demasiado y fue casi anecdótico, pero entre los pocos militantes que se agolparon esa noche ante la sede de la calle Ferraz, uno de los escasos gritos que se escucharon fue «con Casado, no». El 28 de abril fue con «Rivera, no». Sánchez, afirman dirigentes socialistas, se convenció de que esta vez sí tenía que entenderse con Iglesias.

Hubo asimismo un tercer elemento que contribuyó al acercamiento a Podemos. Hubiera sido poco coherente, añaden en su partido, que Sánchez pactara con el PP su investidura después de haberse negado él mismo en 2016 a permitir la de Mariano Rajoy. Una obstinación que provocó una grave crisis interna en el PSOE y que forzó su dimisión. El perfil de izquierda que hace dos años le permitió ganar las primarias a Susana Díaz ya está bastante difuminado, pero una alianza con los populares, aunque se alegaran razones de responsabilidad institucional, hubiera sido la puntilla.

Una alianza con el PP limitada a la investidura, por otra parte, no arreglaría el reto de la gobernabilidad, el más importante para todo jefe del Ejecutivo. Los populares nunca podrían ser socios parlamentarios de los socialistas en la legislatura si quieren mantener su condición de fuerza alternativa para gobernar. El PP, como haría el PSOE, reconocen los propios socialistas, dejaría en precario al Gobierno de Sánchez al día siguiente de la investidura y se convertiría en punta de lanza de la oposición. Una situación que se evitaría con un acuerdo de legislatura como el que tiene encaminado con Unidas Podemos siempre que el candidato socialista supere el trámite de la investidura.

Y aunque Sánchez tenía la decisión buscar el acuerdo con los morados casi tomada, las palabras del secretario general del PP a primera hora de la noche acabaron de convencer a muchos socialistas de que no había nada que hacer. Teodoro García Egea reclamó nada más cerrarse las urnas la dimisión de Sánchez con los únicos datos de una encuesta que predecía el descenso socialista. Con ese clima, y con la ambigüedad de Casado, era poco aconsejable, a ojos Sánchez, explorar la vía del PP.

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