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CRISTIAN REINO
Viernes, 15 de noviembre 2019, 14:55
En la ya de por sí complicada negociación entre el PSOE y Unidas Podemos con Esquerra Republicana para facilitar la investidura de Pedro Sánchez, se inmiscuyó hoy JxCat, que trata de torpedear la operación porque teme que ERC se consolide en una posición ... central en el tablero político.
Los postconvergentes encarecieron la abstención de los republicanos a través de dos vías. Por un lado, emplazaron a las fuerzas secesionistas (ERC y la CUP) a celebrar una cumbre para pactar una «posición conjunta» en relación a la investidura. Y por otro, avisaron a los republicanos de que el punto de partida de la mesa de diálogo que se pide desde el independentismo como exigencia a cambio de la abstención no puede ser la declaración de Pedralbes, en la que el Gobierno central y el catalán pactaron un texto que hablaba de «conflicto político», sino el acuerdo de la Llotja de Mar. Este documento, suscrito entre todas las fuerzas independentistas catalanas, EH Bildu y los nacionalistas gallegos, baleares y valencianos, abogaba por la libertad de los líderes secesionistas condenados por el Supremo y el derecho de autodeterminación.
Horas después, ERC envió una carta a JxCat convocándole a una reunión para «consensuar una unidad de acción» de los grupos independentistas de cara a la investidura. Fuentes republicanas apuntaron que también tienen previsto reunirse con la CUP y con EH Bildu. El día después de que el PSOE y ERC abrieran los contactos con la reunión entre Adriana Lastra y Gabriel Rufián, la pugna entre Esquerra y JxCat por la hegemonía del soberanismo entraba de lleno en las negociaciones por la investidura y la dificulta aún más. «Los portavoces de ERC ya han dejado claro al PSOE que no cuenten con nuestro apoyo y que no vamos a ceder en ningún caso a ningún chantaje indigno», se dice en la misiva de los republicanos a JxCat. «Al contrario -prosigue- hemos sido claros y contundentes a la hora de exigir al PSOE una salida democrática y dialogada al conflicto entre el Estado y Cataluña como condición imprescindible para plantearnos reconsiderar nuestra posición».
Fuentes republicanas admiten que a día de hoy será muy difícil ponerse de acuerdo con sus socios, que están a favor del bloqueo político en Madrid y son partidarios de que el conflicto se cronifique. Hace un mes, de hecho, y en un asunto en el que tenían una gran presión social, no fueron capaces de pactar una respuesta unitaria a la sentencia del Supremo contra los líderes del 'procés'.
Esquerra, no obstante, no es la de julio, la que dio apoyo gratis a Sánchez para facilitar la investidura. «Queremos ser parte de la solución, pero todo tiene un precio», apuntan fuentes del partido, que niegan que la abstención esté decidida ya, como se especula. Desde entonces han pasado algunas cosas que les hace ser más cautos. La sentencia, a pesar de que su impacto en las elecciones no fue tan fuerte como esperaban los grupos independentistas, propició que el 10-N Esquerra perdiera 150.000 votos en favor de las posiciones más radicales de la CUP, sobre todo, y de JxCat. Desde hace unos meses, los republicanos llevan en Cataluña la etiqueta de traidores.
Por ello, esta vez ponen condiciones, aunque son conscientes de que no solo ellos tiene que soportar mucha presión, sino también el PSOE, al que se le pide desde diferentes flancos que mire hacia Ciudadanos y el PP. El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, puso ayer precio a la abstención. «Si no hay mesa de negociación, si no avanzamos hacia una solución política, si no pasamos del problema a la solución, ERC no puede moverse de donde estamos ahora que es un 'no' a la investidura de Pedro Sánchez», expresó en Telecinco. ERC insiste en que solo pide sentarse a hablar. No habla de entrada ni de amnistía ni de ejercicio de la autodeterminación.
El Gobierno volvió hoy al discurso del problema de convivencia en Cataluña, un enfoque que exaspera a los soberanistas, y se mostró confiado en que pueda abrirse una oportunidad para superar la crisis catalana. Eso sí, la Moncloa cree que los «primeros» que tienen que hablar son los partidos catalanes entre ellos no solo entre los secesionistas, afirmó la ministra portavoz, Isabel Celaá, quien pidió a los independentistas abandonar su «monólogo». «Ni un paso fuera de la Constitución. Ni un paso atrás», remató.
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