El órdago
Sánchez ha jugado con la sociología electoral y la química de las emociones y ha perdido la apuesta
JUAN CARLOS VILORIA
Domingo, 10 de noviembre 2019
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JUAN CARLOS VILORIA
Domingo, 10 de noviembre 2019
Si la repetición de las elecciones y el mínimo refuerzo de la suma PSOE-PP sirviera al final para tender puentes entre socialistas y el centro derecha. O para que el populismo de Pablo Casado siguiera curtiéndose en la oposición antes de jugar a repartirse ... ministerios y las fuerzas constitucionalistas afrontaran los próximos cuatro años con la cohesión que requiere el acoso a la unidad nacional y al régimen de monarquía parlamentaria, entonces, el arriesgado órdago de Pedro Sánchez habría servido para algo. Pero el aprendiz de brujo ha jugado irresponsablemente con la sociología electoral y con la química de las emociones. Y los resultados han hecho crujir las cuadernas del barco nacional.
Los guiños a la pluri-nacionalidad. Sus concesiones y promesas a los partidos regionales o nacionalistas han despertado una alocada carrera identitaria en el mapa peninsular. Siguen subiendo en el País Vasco los nacionalistas del PNV y los bildus de Otegi; aparecen por el Congreso los nacionalistas gallegos y los localistas de Teruel. Y siguen reforzados canarios, baleares y cántabros. Barra libre para la subasta. ¿Que hay de lo mío? como máxima expresión de la política de Estado. El aprendiz de brujo no ha logrado tampoco el objetivo de fulminar el populismo surgido del 15-M responsabilizándoles del bloqueo.
Iglesias resiste y Errejón, como estaba cantado, sólo se garantiza un sueldo para él y unos escaños menos para Podemos. Sin embargo, el jugador de mus sin cartas, ha empujado al abismo a Ciudadanos con la impagable colaboración del propio Rivera de manera que se ha quedado sin una opción ideal para gestar un Gobierno social-centrista. Y, por supuesto, alimentando la polarización en los aspectos más sensibles de la sociología nacional (memoria histórica y unidad nacional) se ha subido al caballo del Congreso el populismo de derecha, el partido de Abascal.
Siempre podrá presumir Pedro Sánchez en la próxima ejecutiva nacional del PSOE de que ha logrado evitar el triunfo del PP, alimentando a su escisión por la derecha, exhumación de Franco mediante y jugando con las fechas y la sentencia a los sediciosos. Pero el precio a pagar no será menor. El eje territorial va imponer una dinámica de Madrid frente a la periferia, que cuesta mucho y no aporta nada al impulso nacional. Y para hacer frente a ese Frankenstein que él mismo ha creado, no cuenta con un grupo parlamentario potente y un liderazgo personal incontestable. Al contrario. A partir del lunes, Sánchez está más debilitado -y su partido también- que el 28 de abril con lo cual los apoyos políticos se va a disparar de precio en el supermercado nacional.
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