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Apenas ha pasado un año. Fue el 7 de octubre de 2018 en el palacio de Vistalegre de Madrid. Vox, que hasta entonces en unas elecciones generales solo había cosechado 46.781 votos en todo el país, presentó su programa electoral, sus «100 medidas para ... España viva». ¿Qué ponía en esas 25 páginas que han hecho que la fuerza de Santiago Abascal haya multiplicado, en solo trece meses, por 77 sus apoyos en las urnas hasta alcanzar el 15% de los votos y 3,6 millones de votantes?
Suprimir las autonomías o el Senado o limitar la inmigración son solo algunas de las propuestas de un programa electoral tildado de ultraderechista pero que, sin embargo, es una versión mucho más dulcificada y comercial de las 500 ideas que contenía el programa de la vieja Vox que no arrasaba en las urnas, que se llamó «Hacer España grande otra vez» y que tenían reminiscencias del franquismo o de los fascismos de los años 20 y 30.
Suprimida de un plumazo la naftalina, el programa de Vox que le ha aupado a ser la tercer fuerza política del país con 52 diputados pone toda la carne en el asador en lo que la formación llama el epígrafe «España, unidad y soberanía», en el que están algunas de sus medidas más conocidas, aunque no todas.
Sí, es Vox el que lleva en su ideario negro sobre blanco la promesa de «suspensión de la autonomía catalana hasta la derrota sin paliativos del golpismo y la depuración de responsabilidades civiles y penales». O la polémica propuesta apoyada por el Asamblea de Madrid de «ilegalizar los partidos, asociaciones u ONG's que persigan la destrucción de la unidad territorial de la Nación y de su soberanía».
Además de dotar de «máxima protección» a los símbolos de la nación o de la lengua «española», Vox promete que, si alcanza el poder, antes de acabar con las autonomías para convertir a España en un «Estado de derecho unitario», comenzará con la «devolución inmediata de competencias» de Educación, Sanidad, Seguridad y Justicia, amén de hacer desaparecer cuanto antes a los Mossos y la Ertzaintza.
La "derogación inmediata» de la Ley de Memoria Histórica o la supresión del Concierto Económico Vasco y el Convenio Navarro, junto al plan integral para la difusión de «gestas y hazañas de nuestros héroes» son otras de las medidas del su apartado de «unidad de España», sin duda el más popular de su programa.
Vox ha obtenido 52 con una ley electoral que es uno de sus mayores demonios y que ha prometido cambiar para hacer más proporcional, hasta el punto de que ha garantizado a sus votantes trabajar para que los diputados sean «elegidos en distrito único nacional».
Menos conocido del ideario de los de Abascal es su obsesión por adelgazar la administración bajo la consigna de cerrar las «estructuras paralelas al Estado», a las que el líder de la formación suele referirse como «chiringuitos». Vox –y esto es más conocido- aboga por cerrar el Senado, pero también pretende cerrar todas las televisiones autonómicas, defensores del pueblo, consejos consultivos o agencias meteorológicas. Y a nivel local «fusionar» todos los ayuntamientos que sean posibles.
A la formación ultra siempre se le cuelga la vitola de xenófoba. La piedra angular de su programa en inmigración descansa en dos promesas tan simples como imposibles de cumplir: «deportación de los inmigrantes ilegales a sus países de origen» y levantar un «muro infranqueable» en Ceuta y Melilla. Además, Vox apuesta para terminar con el «efecto llamada» por «incapacitar de por vida» para recibir ayuda de las del Estado a los extranjeros que entren de forma irregular a España. La publicación de estadísticas oficiales sobre nacionalidades y delitos es otra de sus propuestas más controvertidas pero menos conocidas dentro de inmigración.
La religión islámica, a diferencia de cualquier otro programa electoral, ocupa un espacio destacado en la doctrina de Vox: cierre de mezquitas fundamentalistas, expulsión de los imanes que propaguen ideas radicales, exigencia del principio dereciprocidad en la apertura de lugares de culto, exigir a los responsables de la religión islámica en España una «absoluta colaboración para la detección de radicales».
Pero las medidas controvertidas no se agotan en propuestas para reforzar la unidad de España, contra la inmigración o con en conocida oposición frontal a la frontal a la ley de violencia de género (que sustituirían por una ley contra la violencia intrafamiliar). Vox ha prometido una tarjeta sanitaria única, suprimir en la sanidad pública las intervenciones como cambio de género y aborto, eliminación del acceso gratuito a la sanidad para inmigrantes sin papeles, copago para todos los residentes legales que no tengan un mínimo de 10 años de permanencia en España, fin de subvenciones públicas a partidos políticos y sus fundaciones, eliminación del tribunal del jurado.
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