El incendio catalán presiona a Sánchez y agrieta a la derecha
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PP, Cs y Vox se envuelven en la bandera de la unidad española para frenar la estrategia del PSOE por abrirse al centroalberto surio
Martes, 5 de noviembre 2019, 00:58
El volcán catalán se ha convertido hace tiempo en una envenenada trinchera infinita. El debate de este lunes se convertía en el mejor retrato de este empantanamiento y destapaba el tarro de las viejas esencias. Una coartada que eclipsaba el eje izquierda-derecha y que ... oxigenaba el discurso identitario de la derecha, aunque ayer exhibía algunas grietas internas, con Ciudadanos y Vox lanzados a denunciar también las 'concesiones' del PP en esta materia. Pedro Sánchez sufría en el flanco catalán el ataque demoledor de todo el centroderecha, dos golpes directos al hígado y a la mandíbula, bien sensibles. Y las dos preguntas del millón, formulada por Pablo Casado de forma insistente: «¿Es España una nación? ¿Cuántas naciones hay en España?». Sánchez no respondió directamente y se remitió a los estatutos de diferentes comunidades que definen la condición 'nacional' de las mismas, con el apoyo del PP.
El capítulo más espinoso tuvo que ver con la espiral de violencia de las últimas semanas en Cataluña. Casado, Rivera y Abascal acusaron a Sánchez de haber sido débil ante los disturbios y de haber realizado concesiones a los independentistas, entre otras razones, porque fue elegido con su respaldo en la moción de censura. Rivera provocó el momento gráfico de la noche al lucir un adoquin utilizado por los disturbios. Era el golpe de efecto.
Sánchez se movía en un territorio bien complicado. Necesitaba exhibir firmeza y atraer por fin a una parte del electorado de Ciudadanos, en caída libre, que reclama mano dura, pero sin pasarse, para no contrariar al PSC, que le proporciona un importantísimo granero de votos. Pero tenía que amortiguar el temporal. Para ello sacó ayer una batería de iniciativas dirigidas a frenar al independentismo: impulsar la mesa de diálogo político en Cataluña, poner en marcha un mecanismo de mayoría cualificada para elegir los consejos de radiotelevisión pública, lo que implicaría que TV3 dejase de estar solo en manos del soberanismo; el establecimiento de una asignatura de valores civiles y constitucionales para toda España y la recuperación en el Código Penal de la convocatoria ilegal de referéndum.
Sánchez intentaba con sus propuestas esquivar la estrategia del centroderecha, que se centró en denunciar el papel de Torra; Abascal, la suspensión de la autonomía catalana y que Torra fuera «detenido y esposado»; Rivera, su destitución inmediata y Casado exigió al presidente en funciones que garantizase la celebración de elecciones libres este domingo sin coacción. En la retina, los alegatos de Torra por la desobediencia civil y las protestas de los CDR de ayer mismo contra la visita de los Reyes y la princesa Leonor a Barcelona. El imaginario, cargado de tremendismo, se resume en uná hipérbole literaria: banderas como puños.
Con la presencia de Abascal, Vox incorporaba un registro novedoso, el ultranacionalismo español, 'sin filtros'. Pablo Iglesias se esforzó por abrir el espacio intermedio de diálogo político, «renunciando al maximalismo» para buscar un puinto de encuentro. Sánchez quiso desmarcarse de la 'ambigüedad' de Unidas Podemos en defensa de la unidad constitucional. Todo en el guion. Incluso las alusiones a la España vaciada. La otra trinchera infinita.
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